-----------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO
AUNQUE USTED NO LO CREA
Pero los tragos de hiel que ha tenido que tomarse el doctor Juan Manuel Santos, presidente electo de los colombianos, en los últimos días, van a servirle para mantenerlo purgado y sin parasitosis por lo menos en los próximos cinco mil años mientras se achica la eternidad. Es cosa de volverse loco.
En tanto que el doctor Santos, de una manera inteligente y apelando a sus conocimientos y experiencias en política internacional, se bandea de país en país tratando de cuadrar el chico y la imagen de Colombia en el exterior para que su Administración sea fructífera, el señor Presidente hasta el 7 de agosto, menos mal, se devana el cerebro buscando la manera de ensuciarle la cara internacionalmente al doctor Santos. Y como si esto fuera poco, a Colombia también, que es lo que resulta aún más doloroso.
Esto qué es, diría Cuy en Barbosa. ¿Luego cuando uno quiere a una persona o a una entidad, ya sea objetiva o subjetiva, no trata de hacerle el bien? A mí más de un Uribista se me va a enverracar, y de golpe un poco de Santistas también. Pero, como ciudadano colombiano y como periodista, no puedo desperdiciar la oportunidad que me brinda mi profesión para decir a los cuatro vientos, incluidos los “alisios y los contralisios”, lo que veo por la lente de mi racionalidad. ¿Será verdad que 20 mil ó 30 mil guerrilleros maltrechos, son una amenaza para un país tan enorme físicamente como es Colombia, y con uno de los ejércitos más numerosos de toda América Latina? Yo no creo. Por qué, si esa información se tenía desde hace más de cinco o seis años, faltando sólo quince o veinte días para terminar el mandato, brinca la liebre inopinadamente.
A cambio de eso, miren el enorme perjuicio que le causan a la gente del montón que son todos los habitantes empotrados social, económica y culturalmente a los largo de la frontera y que ya va por más allá de los 200 años. Que viven de un intercambio comercial del cual se derivan muchos bienes de consumo para las dos hermanas naciones. Ahora, por esta posición sincera y desinteresada que asumo en esta columna, lo que me falta es que me digan que soy Chavista para tener el gusto de decirles que sí. Que sí soy chavista pero del Chavo del Ocho para que no vayan a caerme encima por intento de sospecha.
No obstante vean la inteligencia y la prudencia del doctor Santos expresada con preocupación en esta frase lapidaria. “El doctor Uribe es Presidente hasta el 7 de agosto”. Yo lo entiendo así: “Esperen con paciencia a que yo llegue a Palacio para poner orden en la casa”. Creo que con esto el doctor Santos quiso decir, y eso pertenece a mi imaginación, lo siguiente: “Hombre Alvarito; yo te quiero y te estimo mucho hermanito, y además te estaré eternamente agradecido por el empujoncito. Pero cómo se te ocurre armar semejante moimo hermanito, cuando tú ya te vas, dejándome a mí un muerto oliendo a Lázaro”. Claro que yo creo que el doctor Alvarito le va a contestar, con la piedra afuera lógicamente, y eso también pertenece a mi imaginación, lo siguiente: “Y vos por qué te me saliste pues del libreto y fuiste a nombrar, Ministro de Agricultura al guache ese del Juan Camilo que no paró de hacerme la guerra durante todo el mandato. ¿Vos es que no te das cuenta pues, que es que uno también es humano y le da rabia? (raro).
Y eso que no te saco a la cara otras cositas en público para que ese mundanal de electores no se nos vayan a marear. Pero no creás que no estoy muerto de la ira, ¿oís? Sólo haría falta que el doctor Horacio Serpa y el doctor Fernando Vargas fueran adonde el doctor Santos y le dijeran: •”Usted cuente con nosotros pa’las que sean, señor Presidente, porque es que a los Santanderes no los podemos dejar acabar por meros caprichos guerreristas”. Y que lo mismo hicieran todos los congresistas no sólo de los Santanderes, sino los de la Guajira y mejor dicho los de todo el oriente del país y los de todo el país también. Porque a Colombia no se puede dejar acabar por meros caprichos guerreristas.
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