¿ESO NO SERÁ ZANCADILLA?
“La política es la continuación de la guerra por otros métodos”. El lunes último por la mañana, en la emisora de radio de la W y desde la capital del país, un periodista le pegó una garrotera inmarcesible al alcalde de Bucaramanga, Fernando Vargas Mendoza.
El periodista acusó al alcalde, entre tantas otras, de favorecer un personaje especial dueño de una comercializadora de medicamentos y afirmó que era hermano de la secretaria privada y mano derecha del burgomaestre. Que el alcalde manejaba el Instituto de Salud de Bucaramanga, ISABU, como maneja los hilos de sus propiedades, y que de igual manera manipulaba a su director, a quien puso allí estratégicamente como una marioneta. Que el alcalde Fernando Vargas era padrino de matrimonio del señor adjudicatario del contrato que generó el nuclear conflicto. En fin, aunque el periodista expuso otros argumentos, esto es lo vertebralmente más esencial para acusar a Vargas Mendoza. Pero en una charla periodística que concedió el alcalde Vargas Mendoza, este explicó en un castellano demasiado claro y prolijo, que el señor del contrato al que hacen mención, lo ganó en franca lid por intermedio de una licitación pública de la cual tomaron parte varios participantes.
Que la empleada a que hace alusión el periodista, no es su secretaria privada ni muchísimo menos su mano derecha, sino que se trata sencillamente de una secretaria de agenda, y por lo mismo tanto no tiene ni el rango ni el peso específico para influir en una decisión de tal magnitud. Que él, el alcalde, no es padrino de ningún matrimonio ni mucho menos del señor del contrato. Que el Instituto de Salud de Bucaramanga, ISABU, es una institución municipal descentralizada que tiene su propia junta directiva, la que en efecto nombra su propio director. Que el director del ISABU, incurso en el problema fue nombrado durante la administración del doctor Luis Fernando Cote Peña.
Entonces yo intuyo que se trata es de una zancadilla de ésas que le meten a un futbolista cuando va en línea de gol. Antigua metodología a la colombiana que por estas épocas preelectorales, es el alma del debate de muchos “políticos intelectuales”. Entre otras cosas en nuestro país casi todo delito es normal. Da grima decirlo pero es necesario decirlo. Otro de los argumentos que se exponen, es que el alcalde favorece a sus amigos y correligionarios. ¿Eso en política no es normal? ¿Habrá un mandatario, así sea de la vereda del tominejo, que proteja a sus enemigos o a sus detractores políticos? ¿Sí habrá una judía enamorada que le dé un besito a don Adolfo Hitler? Lo cierto, cortante y punzante es que es una verdadera lástima, aclaro con toda buena fe que ni siquiera soy amigo del alcalde, que este reciba tan desagradable tratamiento cuando a ojos vista es una persona que se ha dedicado a hacer cosas buenas por la gente y la ciudad. Así: Una. El desarrollo empresarial. Dos. La universidad del pueblo. Hay otras. Eso sin tener en cuenta los enormes proyectos que empezarán a desarrollarse de aquí en adelante como el viaducto de la calle 45, y otros. Tres. La que más me gusta de todas, tal vez por el secreto encanto que me producen las Bellas Artes: “La Gorda” de Botero en el parque San Pío. Lástima que el común de las gentes no entendiera este mensaje icónico de la cultura universal, de la cual sólo dos ciudades gozan en Colombia: Medellín y la Ciudad Bonita. Y que en este mundo tan ancho y ajeno, ellas dos y París, Madrid, Lisboa, Florencia y Nueva York, lo gozan. Es muy conveniente aclararles que Fernando Vargas no cobra un sólo peso desde el primer día de su administración, y que todos los gastos de sus viajes oficiales al exterior en su camello de alcalde, son cubiertos con dinero de su propio bolsillo. Y que reparte entre las instituciones sociales pobres y entre las gentes idem, cerca de 200 millones de pesos mensuales que salen de su patrimonio personal y familiar. Y lo más verraco de todo, repito con el debido respeto, es que el doctor Fernando Vargas Mendoza no me presta la cara ni para saludarlo.
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