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viernes, 1 de julio de 2011

TRAFUGARIO

---------------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO

EL CAMINO DEL INFIERNO

Cualquiera que lea este título tan infernalista va a creer que se trata de un ensayo sobre la Divina Comedia, de Dante, o colombianizando más la situación dadas las circunstancias de este pintoresco país, que es un escrito analítico sobre las truculentas chuzadas, sobre los falsos positivos, o ya en los últimos rezagos cuando todo parece un resumen de A Sangre fría, de Truman Capote, se da cuenta de que el asunto tampoco tiene nada qué ver con el carnaval de la contratación en Bogotá con todos los Nules y su combo. Eso se los puedo jurar y en efecto se los voy a demostrar. Al infierno al que yo hago alusión es al averno en que se convirtió la carretera que de Barbosa, tierra donde la inteligencia es peste, conduce a Bucaramanga. Es increíble que el tiempo de duración del recorrido se haya duplicado como si un ángel viejo con unas alas enormes haya multiplicado por dos la distancia. Es decir, de record Guinnes tratando y del averno perorando. Y vean cómo ocurren las cosas en este macondiano país cuando son del alma.

 La carretera siempre presentó fallas geológicas en ciertos puntos o tramos de la misma, como por decir algo, antes y después del puente de Güepsa, y que al pasar el puente, ya es territorio de Boyacá. Pero a esa joya sumémosle otra que se localiza a la salida de Barbosa, exactamente a la altura del corregimiento de Cite. Posteriormente se presentan toda suerte de fallas pero el premio mayor está a la altura del municipio de El Socorro, donde normalmente se debe esperar entre quince y treinta minutos para poder seguir el camino hacia San Gil. ¿Esto qué es? Y así se prolonga el infierno hasta la capital del Departamento. Pero como este problema no lleva dos o tres días sino vario años en algunos casos y muchos años en ciertos casos, viene la pregunta del billón. ¿Y quiénes son los culpables? ¿Qué propone el Ministro del Transporte? ¿Qué hace o qué papel desempeña en la vida real la Concesión Comuneros, qué algo tiene qué ver en el asunto? ¿Qué se hace la plata que se recoge en cada uno de los peajes? Porque en los tiempos que se está en invierno, es elemental echarle la culpa al invierno. ¿Pero y cuando no es época de invierno, a quién carajos se le puede lanzar el gato?

Pero de todos esos desmanes ¿Siniestros? a los que ya estamos acostumbrados los colombianos y especialmente los santandereanos del Gran Santander que somos los primeros jodidos desde el momento inicial, hay algo que me llama profundamente la atención: ¿Por qué nadie dice nada de nada? Si es que la productividad, en todos los sentidos, tiene que estar perjudicándose cada día que transcurre de manera progresiva y letal. Qué ha pasado con la industria del turismo que es uno de los ramos que dinamizan la economía de muchos pueblos de Santander. Qué dirán los dueños de restaurantes y otros negocios de venta de servicios. Qué se habrán hecho los turistas de Panachi y de San Gil, por sólo citar un caso. Qué dirán los paneleros del sector de Güepsa, Santana y de San José. Cómo andarán los bocadilleros de Barbosa, Vélez y Guavatá. Qué habrá pasado con los municipios que están diseminados a lo largo de la carretera entre Barbosa y Bucaramanga. Lo que a mí me aterra es, por qué ni los alcaldes ni los personeros, ni los curas ni los yerbateros, nadie, absolutamente nadie, dice nada de nada. Y para completar la felicidad de la vieja Natividad, hago el siguiente acto de razonamiento lógico: si así está la carretera de Bucaramanga a Barbosa ¿cómo estarán los caminos de herradura de las otras provincias? Lo que yo puedo colegir de todo esto es que a la Concesión Comuneros y al Ministro del Transporte, hay que tirarles las orejas y otras protuberancias más dolorosas pero con unas tenazas de herrero para que actúen o por lo menos para que hablen. ¿A quién le corresponderá ese turnito?

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