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miércoles, 27 de julio de 2011

MIREMONOS EL OMBLIGO


Por: Horacio Serpa

El mundo sigue espantado por la masacre de Noruega. Setenta y seis personas fueron asesinadas alevemente en el doble atentado cometido por el ultraderechista Anders Behring Breivik, a quien señalan de loco, fanático, asesino, esquizofrénico, islamófobo y cien calificativos más.

Los colombianos vivimos como propia esta tragedia y de diferentes maneras hemos manifestado nuestra solidaridad sincera con el pueblo Noruego. “Fue un horror”, se ha repetido en todos los lugares.

Muy bien este sentimiento colombiano ante tamaño crimen. Pero muy mal, muy malo, que permanentemente pasemos de agache sobre lo que ocurre en nuestra propia patria.

El Tiempo informó el pasado domingo que los paramilitares “han confesado casi 180 mil homicidios en Justicia y Paz”. Espantoso, ¿verdad?
La misma información detalla la magnitud de lo que nos ocurrió en los últimos años bajo el imperio paramilitar: 3.983 cadáveres exhumados, 1.755 masacres, 36.011 desapariciones forzadas, 177.972 homicidios. Son cifras de la Fiscalía General.

¿En qué País? En el nuestro, en nuestra Colombia querida, aquí mismo donde vivimos con nuestros hijos y nietos. Es el mismo País por el cual sufrimos hace algunos días cuando nos derrotó Perú en la Copa América de Futbol. Hubo hasta lágrimas.

¿Alguien, aparte de sus familiares, ha llorado por alguno de nuestros muertos? ¿Hemos sentido angustia en el alma por estos hechos terribles? ¿Nos hemos avergonzado porque ello haya ocurrido en nuestra propia tierra? ¿Lo hemos criticado públicamente? ¿Hemos hecho algún comentario de desagrado, de rechazo, de indignación?

La inmensa mayoría de colombianos ni siquiera sabe lo que hemos vivido. A muchos no les importa, lo que es mil veces peor. A muy pocos preocupa que ni siquiera se haya aplicado justicia a los responsables. Imagínense, solo se han dictado cuatro sentencias condenatorias.

Y eso que se trata solo de los crímenes aceptados por los malhechores. Los asesinatos pudieron ser medio millón. Un número de muertos muy superior a todos los muertos de todas las guerras del mundo en los últimos treinta años.

¡De ese tamaño es nuestra tragedia!
Pero nunca saldremos de ella si no somos conscientes de lo que nos ha pasado. Eso es lo primero. Conocer, saber, mirarnos nuestro propio ombligo y ver con ojos bien abiertos lo que ha ocurrido, donde, cuando, como, por qué, por quienes.

También es importante reflexionar hasta que punto somos responsables. Me refiero a la indiferencia, a la impunidad, al nunca haber hecho nada, ni dicho nada, ni denunciado nada, al “nadie se meta conmigo, que yo con nadie me meto”, a la cobardía que significa pensar que todo es con ellos y no con los míos ni conmigo, mientras asesinaban a mansalva, todas las horas de todos los días, en todas partes, a cientos de miles de nuestros compatriotas.

Y, claro, un propósito de enmienda. De involucrarse en la vida nacional. Sin un “nunca más”, serio, responsable, definitivo, seguirán los muertos.

Muy grave lo de Oslo. En Colombia ha ocurrido mil veces y no nos hemos dado cuenta. Increíble. ¡Ya es hora de despertar¡

Bucaramanga, 26 de Julio, 2011

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