Trafugario
Por: Jose Oscar Fajardo
Como estamos en época
preelectoral, voy a ponerme en la tarea
de escoger a un “guacamalado” de candidatos a alcaldías, no solo de El
Manicomio más grande del mundo o Crazy Port, sino de otros municipios aledaños
donde se comparte más o menos la misma cultura política que nos viene por
herencia cultural desde nuestros ancestros, con el fin de hacerles algunas preguntas
de interés general. Para el efecto estuve charlando con un peculiarísimo
candidato de Crazy Port, y esto fue lo que resultó. ¿Por qué quiere usted ser
alcalde? Porque yo sí quiero a Barbosa. Porque soy legítimo barboseño nacido en
el barrio Gaitán. Porque el presupuesto debe ejecutarse supliendo todas las
necesidades y desarrollando todos los proyectos en bien de la comunidad. Porque
Barbosa es uno de los municipios con mayor índice de desarrollo del
Departamento y de golpe de todo el país. Porque Barbosa es en la práctica
socioeconómica la capital del desarrollo regional, si se tiene en cuenta que es
el epicentro geográfico del sur de Santander y del noroccidente de Boyacá, y es
el punto equidistante entre Bucaramanga y Bogotá y se conecta con el Magdalena
Medio directamente por la vía Vélez-Cimitarra-Puerto Berrío. Porque sus calles
son anchas y tiene un clima de primavera constante como si fuera regulado por
computador y además alberga mujeres muy bellas y sus gentes son muy amables y
progresistas.
Ante semejante andanada de
conceptos tan depurados yo de una vez pensé, este pingo sí es “político”. Entonces
se me dio por jalarle la lengua para poder ver en serio sí era un perfecto
enviado de dios (porque de eso tan bueno no dan tanto). Usted se cree político,
le pregunté. Claro; soy liberal con tendencia conservadora porque soy un fiel
creyente en dios y en todos sus mandamientos. Usted es pobre o rico, le
retaqué. Yo soy pobre pero tengo la frente limpia, me dijo. Y tengo una sólida
formación moral y ética. Cuántos hermanos tiene, le dije. Diez y yo soy el
mayor y tengo 26 años. Usted se robaría un peso del presupuesto? le indagué.
No, de ninguna manera; preferiría cortarme las manos. Pero les daría unos
contratos a sus hermanos para que roben ellos; porque eso de ser pobre no tiene
ningún sentido, le dije. Claro que eso sí; pero que roben ellos y no me involucren
a mí y ahí verán qué le dicen a la Procuraduría, o a la Contraloría si se llegan
a reventar. Sobre todo a dios. Porque el que robe el Estado debe irse para el
infierno, dictaminó. Y por qué no a la cárcel, le pregunté. Porque las cárceles
en Colombia para los delitos de ese tipo es como para estallarse uno de la
risa. Además yo soy cristiano. Y cuando un funcionario va a robar al Estado, lo
primero que hace es establecer el monto del robo y el presupuesto que se va a
gastar en defensa, cuánto le queda, de cuánto es el canaso que se va a mamar, y
una vez hecho ese balance, pues se mete en el negocio y la mujer y los hijos ya
están de acuerdo.
A usted le interesa y/o le
preocupa el futuro de la ciudad? Claro
pero primero estoy yo porque a la ciudad no le da hambre en cambio a mí sí.
Tampoco tiene hermanos pobres en cambio yo sí. ¿Pero no dice que usted es muy
ético? Teóricamente sí. Pero de las teorías, por comprobadas que estén
matemáticamente, de eso nadie vive. ¿Y a usted no le da vaina ser así de
descarado? ¿No siente temor a dios? Eso es un artilugio religioso para mantener
al imbécil en un letargo eterno. Entonces me contra-preguntó ¿usted sí cree en eso? Luego me dijo, excuse, pagó los
tintos y se fue.
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