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sábado, 24 de enero de 2015

¿Será verdad?

                                                             Trafugario
Por: Jose  Oscar Fajardo                                                        
Como estamos en época preelectoral, voy  a ponerme en la tarea de escoger a un “guacamalado” de candidatos a alcaldías, no solo de El Manicomio más grande del mundo o Crazy Port, sino de otros municipios aledaños donde se comparte más o menos la misma cultura política que nos viene por herencia cultural desde nuestros ancestros, con el fin de hacerles algunas preguntas de interés general. Para el efecto estuve charlando con un peculiarísimo candidato de Crazy Port, y esto fue lo que resultó. ¿Por qué quiere usted ser alcalde? Porque yo sí quiero a Barbosa. Porque soy legítimo barboseño nacido en el barrio Gaitán. Porque el presupuesto debe ejecutarse supliendo todas las necesidades y desarrollando todos los proyectos en bien de la comunidad. Porque Barbosa es uno de los municipios con mayor índice de desarrollo del Departamento y de golpe de todo el país. Porque Barbosa es en la práctica socioeconómica la capital del desarrollo regional, si se tiene en cuenta que es el epicentro geográfico del sur de Santander y del noroccidente de Boyacá, y es el punto equidistante entre Bucaramanga y Bogotá y se conecta con el Magdalena Medio directamente por la vía Vélez-Cimitarra-Puerto Berrío. Porque sus calles son anchas y tiene un clima de primavera constante como si fuera regulado por computador y además alberga mujeres muy bellas y sus gentes son muy amables y progresistas.
Ante semejante andanada de conceptos tan depurados yo de una vez pensé, este pingo sí es “político”. Entonces se me dio por jalarle la lengua para poder ver en serio sí era un perfecto enviado de dios (porque de eso tan bueno no dan tanto). Usted se cree político, le pregunté. Claro; soy liberal con tendencia conservadora porque soy un fiel creyente en dios y en todos sus mandamientos. Usted es pobre o rico, le retaqué. Yo soy pobre pero tengo la frente limpia, me dijo. Y tengo una sólida formación moral y ética. Cuántos hermanos tiene, le dije. Diez y yo soy el mayor y tengo 26 años. Usted se robaría un peso del presupuesto? le indagué. No, de ninguna manera; preferiría cortarme las manos. Pero les daría unos contratos a sus hermanos para que roben ellos; porque eso de ser pobre no tiene ningún sentido, le dije. Claro que eso sí; pero que roben ellos y no me involucren a mí y ahí verán qué le dicen a la Procuraduría, o a la Contraloría si se llegan a reventar. Sobre todo a dios. Porque el que robe el Estado debe irse para el infierno, dictaminó. Y por qué no a la cárcel, le pregunté. Porque las cárceles en Colombia para los delitos de ese tipo es como para estallarse uno de la risa. Además yo soy cristiano. Y cuando un funcionario va a robar al Estado, lo primero que hace es establecer el monto del robo y el presupuesto que se va a gastar en defensa, cuánto le queda, de cuánto es el canaso que se va a mamar, y una vez hecho ese balance, pues se mete en el negocio y la mujer y los hijos ya están de acuerdo.

A usted le interesa y/o le preocupa el futuro de la ciudad?  Claro pero primero estoy yo porque a la ciudad no le da hambre en cambio a mí sí. Tampoco tiene hermanos pobres en cambio yo sí. ¿Pero no dice que usted es muy ético? Teóricamente sí. Pero de las teorías, por comprobadas que estén matemáticamente, de eso nadie vive. ¿Y a usted no le da vaina ser así de descarado? ¿No siente temor a dios? Eso es un artilugio religioso para mantener al imbécil en un letargo eterno. Entonces me contra-preguntó ¿usted sí  cree en eso? Luego me dijo, excuse, pagó los tintos y se fue. 

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