Cuando cualquier desprevenido
ciudadano escucha que Colombia tiene cerca los días para vivir en paz y eso por
su puesto causa enorme satisfacción, especialmente a quienes han tenido
que vivir la zozobra de la violencia en
los campos y en las pequeñas poblaciones del país, llega la estrella negra de unos personajes que bien pudieran ser los
anticristos que anuncian el apocalipsis.
Nadie entiende cómo esos
personajes que se nutren tras los escritorios, con los impuestos que pagan esos colombianos amedrentados de la
violencia, quieren que en este país nunca haya convivencia. Es que pareciera que para ellos, la guerra fuera la mejor opción. Pero nadie entiende esa posición. Si bien es
cierto que esa posición “apocalíptica” es el fruto de la democracia, tampoco
entendemos por qué esos señores juegan y ponen en peligro un derecho al que tienen todos los colombianos de bien, como es el
de vivir en Paz. Y, si la paz es un derecho como lo consagra la
Constitución nuestra, tampoco entendemos por qué esos personajes juegan con el derecho de los ciudadanos, tratando de
confundirlos, peor de lo que, lo han estado por más de 60 años de violencia.
Los observadores dicen que la
forma como actúan esos personajes que devengan jugosas dietas y sueldos del
estado colombiano, no es de ciudadanos honestos, sino de personajes que le
estarían jugando una traición a la
Patria, como es entorpecer el derecho constitucional a la paz. Otros interpretan que esos personajes, actúan de
esta forma porque ven su futuro político
en riesgo.
Otras opiniones indican que quienes
quieren atravesarse a la paz en Colombia, pareciera que no quisieran desprenderse
de un flagelo (la violencia) que ellos
mismo ayudaron a crear con sus no muy salomónicas actuaciones desde los
distintos puestos que han ocupado en la vida pública nacional.
Si el país logra salir
adelante con el proceso de paz, a pesar de los acérrimos enemigos, Colombia y su
gobierno, merecerán todos los elogios que se merecen los héroes, y los enemigos merecerán los más severos
reproches de los colombianos y de la clase política y económica internacional.
Es que no hay justificación
para que unos encopetados que disfrutan de altas posiciones en el país, quieran
violarle ese derecho a los colombianos, como es la posibilidad de vivir en un
ambiente de concordia nacional.
Por fortuna, esos personajes de la Apocalipsis son muy pocos y cada día lo serán menos, porque los colombianos se dan cuenta del rencor entre compatriotas que quieren crear.
Por fortuna, esos personajes de la Apocalipsis son muy pocos y cada día lo serán menos, porque los colombianos se dan cuenta del rencor entre compatriotas que quieren crear.
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