Por: Bernardo Socha Acosta
La incertidumbre de muchos
colombianos que veíamos cómo desde varios espacios de las instituciones colombianas se
ataca el proyecto de paz sin que saliera
nadie con poder decisivo a defenderlo, diferente al propio gobierno y al 95% de
colombianos rasos, parece que encontramos luces que ayudaran a tranquilizar la esperanza de
encontrar a un país muy pronto con ese
preciado don como es la posibilidad de ejercer tanto el deber como el derecho a
la paz.
Para quienes tenemos muy
presente el mandato de la Constitución, consignado en el artículo 22 que dice: ‘La Paz es un derecho
y un deber de obligatorio cumplimiento’,
nos sorprendió cuando escuchamos que la procuraduría general de la nación amenazó con abrirle procesos disciplinarios a
los funcionarios que le hicieran campaña a la paz, sin que otra institución diferente al propio
presidente de la republica saliera en
defensa de ese bien tan anhelado como es la paz. Pero por fortuna todavía
quedan instituciones de control que obran
bajo los postulados legales. Se trata de
la Fiscal general, que a través del titular (e) Jorge
Fernando Perdomo hizo un duro pronunciamiento contra estas amenazas. Leer aquí
Es que leer estadísticas que
demuestran que la guerra en Colombia, en los últimos 50 años ha dejado como
saldo mínimo a cerca de cinco millones
de desplazados; miles de desaparecidos; pequeñas poblaciones arrasadas por
la guerrilla y por los paramilitares, y billones de pesos perdidos en
voladuras de puentes y vías carreteables, oleoductos y demás infraestructura
del país, no es para menos que los colombianos de bien anhelen un verdadero
cambio de vida.
Los colombianos de bien saben
que una paz no se logra con el poder de los fusiles, las ametralladoras y los
bombardeos, como está ocurriendo en otros países, y que algunos ensañados en la
guerra, quieren imitar en Colombia, a pesar de estar esquilmado al estado desde
posiciones privilegiadas. Entonces, por
qué no ayudar a que la tranquilidad del país se logre con acuerdos
negociados como lo pretende hacer el actual gobierno.
Y es que esas expectativas de
paz se ven fortalecidas cuando encontramos reflexiones tan positivas y verdaderas como
las del sacerdote Francisco de Roux cuando dice que lo que está en juego en
Colombia no es el futuro del presidente Santos, ni el futuro político de Uribe,…
sino la posibilidad de que podamos vivir
como seres humanos.
Y estas reflexiones nos llevan
a pensar que, entonces quienes se aferran a que siga la guerra en Colombia, ni sienten
el compromiso de humanos, o tampoco consideran que viven con seres semejantes.
Pero todavía queda algo más
para reflexionar. Dicen los entendidos que la convocatoria que hace un sector
político, de la llamada resistencia civil contra la paz, es una actitud de
graves consecuencias, porque de un movimiento de esta naturaleza, no está lejos
una guerra civil. Y, quiénes la están promoviendo.
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