La Asociación
organizará y apoyará conferencias y talleres en el Banco de la República
Por: Brenda
Escobar Guzmán
Profesora de
Historia, Universidad Industrial de Santander
“¡Es el año
del Bicentenario!”, se escucha como lema de gobierno y como excusa para
organizar celebraciones rimbombantes. Sabemos que hace 200 años, un 7 de
agosto, tuvo lugar una batalla crucial en la campaña independentista. En la
Universidad me enseñaron que era un sinsentido exaltar tal evento porque el
puente donde ocurrió el célebre encuentro de armas era tan insignificante que
no cabían ni dos novios abrazados. ¿Merece la pena concederle al asunto la
trascendencia que quiere dársele? O ¿acaso fue ese evento solo una batalla más,
engrandecida por la Historia Patria? Una nueva generación de historiadores
viene pugnando por concederle un sentido más profundo, no tanto a la batalla
misma, sino al trascendental proceso histórico del que hizo parte. Pues estos
historiadores ven en los acontecimientos de la independencia nada menos que una
revolución, nuestra revolución, en la medida en que los territorios antes
pertenecientes a la Corona española y que por tanto compartían sus
instituciones políticas, pasaron a buscar administrarse de manera autónoma, por
medio de regímenes republicanos, una forma de gobierno que apenas comenzaba a
experimentarse en algunos rincones del mundo. La tarea, pues, no era nada
fácil: implicaba, primero, inventar a los antiguos compatriotas españoles como
enemigos y organizar contra ellos campañas militares contando con escasos
recursos económicos; y luego, tras vencer en lo militar, instaurar un sistema
político basado en principios de soberanía popular, ciudadanía, igualdad, cuya
puesta en práctica no se había experimentado antes ni se contaba con muchos
referentes a nivel mundial. Que en ese camino hubiera habido más tropiezos que
éxitos, que las herencias del antiguo régimen como las marcadas jerarquías
sociales, la desigualdad ante la ley o la esclavitud hubieran subsistido por
varias décadas, que muchos nuevos gobiernos hubieran sido más despóticos que
los antiguos, que no todo hubiera cambiado de un tajo como lo prometían los
impulsores de la independencia, no impide reconocer que el proceso por el cual
nacieron repúblicas de las antiguas colonias españolas en América significó un
esfuerzo colectivo de gran valía, que debe celebrarse, incluso, por qué no, con
sentimientos de orgullo, como solían hacerlo nuestros padres o abuelos.
El punto es
que la celebración del Bicentenario no aportará nada si se sigue conmemorando
como ellos lo hacían: como una mera exaltación de personajes de bronce. Los 200
años nos deben incitar a pensar de manera crítica en las contradicciones e ires
y venires del proceso de construcción del Estado y la nación colombianos, nos deben llevar a
preguntarnos cuáles han sido las dificultades para lograr una sociedad más
igualitaria y menos injusta, y especialmente nos deben llamar a reflexionar
sobre las permanencias de los desafíos a los que se enfrentaron los primeros
gobiernos republicanos: el sostenimiento económico del país independiente, la
integración del vasto territorio que delimitan sus fronteras, la acentuada
jerarquización social, la heterogeneidad cultural de sus pobladores, la
existencia de órdenes locales que desafían las pretensiones de un orden único
dirigido desde el nivel central.
El
Bicentenario resulta pues crucial para ir más allá del recuerdo del
acontecimiento del triunfo militar en Boyacá y detenerse a mirar cómo
colectivamente se han intentado salvar esos obstáculos en el trascurso de la
historia. La Asociación Colombiana de Historiadores - Capítulo Santander se
quiere unir este año a los esfuerzos conjuntos por conceder trascendencia a la
celebración del Bicentenario y por fomentar una discusión renovada sobre los
acontecimientos que propiciaron la fundación de lo que llamamos, aún hoy,
República de Colombia, pues se tiene la convicción de que entender el presente
como una construcción colectiva de larga duración, nos puede permitir sentirnos
también parte de esa construcción. La Asociación organizará y apoyará
conferencias y talleres en el Banco de la República, charlas en la Casa del
Libro Total, conferencias en la Universidad Industrial de Santander y
actividades en otros espacios a los que podamos acceder para que la ciudad de
Bucaramanga y el departamento de Santander se sumen a esta conmemoración y
adquieran una conciencia crítica de su pasado y de los desafíos a futuro del
país que queremos seguir construyendo colectivamente.
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