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domingo, 17 de abril de 2022

Sepultar el “No todo Vale”

Mario González Vargas
En el 2010, Antanas Mockus, con premonitoria intuición enarboló la bandera del “no todo vale” como pedagogía ciudadana que garantizara unos estándares éticos y asegurara el voto ciudadano consciente, libre de toda presión indebida, de toda promesa aleatoria e incumplible, o de precio por el voto y culpable mercadería. Desgraciadamente, ese principio democrático se fue debilitando, dando paso a un tinglado en el que se convirtió al adversario en enemigo, a la emulación en odio, abatiendo las barreras protectoras de la civilidad en la competencia por el poder y ahuyentando la moral y la decencia de la contienda política. Sus efectos fueron desastrosos para la legitimidad de las instituciones que se vieron contagiadas de esa ola de podredumbre que hoy nos amenaza con prevalecer en detrimento de nuestras libertades.

No resulta extraño que hayamos transitado hacia la mentira como vehículo legítimo de búsqueda de soluciones aparentes para cautivar incautos o engañar al desprevenido ciudadano, más atareado en las dificultades de su diario vivir que en desentrañar verdades o mentiras en el carnaval de simulaciones y medias verdades en las que han convertido las campañas políticas. Petro es el aventajado en esos simulacros y en la construcción de escenarios y relatos fantasiosos que puedan impactar en medio de la desazón que vivimos. A la conversión de las pensiones en dineros públicos, a la supresión de la exploración del petróleo desde el primer día de su hipotético gobierno, a la expropiación de la propiedad privada, al subsidio universal y a la contratación por el estado del desempleado, por citar algunas, hoy suma el denominado “perdón social” a los condenados por corrupción, que incluya hasta el ELN para que no exista más “insurgencia armada contra el Estado, ni narcotraficantes al lado del Estado”, calificado de “acto revolucionario” e “histórico que busca justicia reparativa” “para que todos mutuamente nos perdonemos”. En síntesis, para favorecer a los desfalcadores de los recursos públicos y nuevamente a Iván Márquez, y extensivo a los carteles que los financian, sin que paguen condena, aporten verdad, devuelvan lo apropiado, identifiquen sus cómplices y rutas y pidan perdón, A eso llaman justicia reparativa.

Es entendible que a esa tarea de deconstrucción del “no todo vale” se sumen los aventajados practicantes del todo vale, pero lo que no se espera, ni se entendería, es que los discípulos y los herederos del profesor Mockus se sumaran al esfuerzo de sepultar el legado del maestro. No tendría justificación ni explicación que no se percibiera que Petro se encuentra en estado de desesperación por sumar votos y concluir alianzas, con quien fuera menester, para saciar su última oportunidad de acceder al poder. Necio sería desestimar su ambición y sus pretensiones de Mesías que tanto seducen a sus más fieles acólitos, que todavía se estiman indispensables a su redentor, como torpe sería para los demás desatender las palabras de quien cree que para cambiar al país necesita al menos 20 años de gobierno. Lo primero será sepultar el no todo vale Estamos advertidos para no morir en combate.

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