martes, 25 de junio de 2024

El poder de facto de Fecode

Mario González Vargas
Las crisis que afectan a los sistemas educativos en muchas naciones se han convertido en prioridad de las sociedades que aspiren a fortalecer la educación con la inmersión en las diversas herramientas tecnológicas y científicas que hoy se multiplican y abren nuevos horizontes en los procesos de cambio que surgen por toda la extensión del orbe. No ha sido, ni podía ser tarea fácil enfrentarlos, y su comprensión ha desbordado ampliamente las rigideces ideológicas que han caracterizado las controversias sobre las arquitecturas de las sociedades desde los inicios del siglo XX. El apego a postulados que han perdido arraigo y vigencia, explica la incertidumbre que se experimenta en todos los claustros de la enseñanza y del saber y también la enconada resistencia de quienes insisten en permanecer anclados en axiomas hoy carentes de significación. La ideologización de la educación conspira contra la libertad de pensar, núcleo esencial de todo proceso creativo.

Ninguna reforma educativa puede escapar a este nuevo marco político que exige creatividad y capacidad de adaptación a las nuevas realidades que nos circundan, si no se quiere pagar el inconmensurable precio de ignorar o despreciar sus consecuencias. El proyecto de reforma educativa del gobierno respondía más a las estrechas y reiteradas formulaciones ideológicas de boga en el siglo pasado en sectores de la izquierda que a las exigencias de transformación que imponen el cumulo de nuevas realidades en las ciencias y en el ámbito de los nuevos conocimientos que brotan por doquier. Reproducía, además, las falencias propias de nuestro sistema, a todas luces ineficiente y de espalda a las nuevas exigencias en la transmisión del saber, en la formación del educador y en las herramientas de evaluación de su desempeño profesional.

Esas circunstancias fueron las que alentaron y permitieron los acuerdos logrados en la Comisión Primera del Senado y permitieron la elaboración de un proyecto consensuado por todas las fuerzas políticas, inspirado en las nuevas exigencias del mundo cambiante en el que vivimos, y que podía servir de inicio de una ambiciosa tarea de construcción de un sistema educativo que respondiera a las exigencias de estos tiempos, que remozara y potenciara todo el sistema educativo en Colombia. Significativo que el acuerdo convocara a muchos con aspiraciones presidenciales y representantes de las distintas corrientes ideológicas en el país, y además fuera recibido con beneplácito por la ciudadanía y aún con el apoyo de la ministra de educación que suponía la adhesión del gobierno.

La insurrección de Fecode atemorizó al gobierno y a sus congresistas con unas consecuencias políticas inesperadas que supone un nuevo escenario y un entramado inconveniente que cobrará precio inesperado en la gobernabilidad del ejecutivo y en las potestades del presidente. Fecode ejerció con éxito un poder de facto que señala líneas rojas infranqueables y erosiona las competencias presidenciales, que podría extenderse a los cambios proyectados en las carteras ministeriales. Un nuevo escenario de cogobierno, otros lo llaman cohabitación, inédito en Colombia asoma, debilitando la presidencia, que ya es considerada más pendenciera que ejecutiva. Si hoy el presidente sigue desentendiéndose del ejercicio de sus competencias, mañana estará sujeto a vetos de Fecode y otras organizaciones del mismo talante que terminarán imponiéndosele, como acaba de suceder con la reforma de la educación.

lunes, 17 de junio de 2024

La incógnita de nuestro destino

Mario González Vargas
El país ha entrado en una espiral de desaciertos del presidente que han exacerbado la violencia que hoy se manifiesta sin control en distintos ámbitos y territorios del país. Nada parece vedado a la multiplicación de escenarios en los que se violan los más elementales derechos ciudadanos y las competencias institucionales, con la inaudita complacencia del núcleo duro del Pacto Histórico, con el atemorizado silencio de quienes aún esperan actos de contrición imposibles y con el estremecedor lamento de sus inocentes víctimas.

En vez de gobernar prefiere desencadenar acciones y conductas que mantengan en vilo la seguridad y la convivencia pacífica y expandan cortinas de humo sobre las investigaciones que lo cercan y limitan sus ansias de perpetuarse en el poder. Se siente cómodo en medio de los conflictos que desata a pesar de la natural propensión de los ciudadanos a la paz y a la tranquilidad que constituye el deseado espacio para el desarrollo de sus vidas.

Por ello, hoy extiende su manto sobre la autonomía universitaria pretendiendo convertir los claustros en santuarios de delincuentes que hagan imposible la resolución pacífica de las diferencias y prohíban los naturales debates que las ciencias exigen para su desenvolvimiento. Coarta las libertades de pensar y de expresarse para señalar que fuera del mandato providencial del presidente no hay salvación para una sociedad a la que se le prohíbe el lujo de aportar soluciones, o aún el de ser díscola.

Cuando arden el Cauca, el Valle del Cauca y crece el control territorial de las dialogantes organizaciones criminales en supuestas tratativas para una paz total, emprende viaje al exterior para disertar sobre la paz en Gaza o en Ucrania, sin importarle que la paz en Colombia carece de rumbo y de posibilidades por incapacidad del presidente de configurar un acervo estratégico político, indispensable para la acción de las Fuerzas Armadas y que, por su esencia, ninguna institución puede proveerle. Los atentados en Jamundí despertaron la preocupación del secretario de la COP-16 a celebrarse en Cali, cuando expresó que la seguridad de los delegados, más de 12000 visitantes, es la máxima prioridad para la ONU y por ello se mantienen bajo constante revisión de la situación. Petro parece olvidar que soldado advertido no muere en guerra.

En dos años el gobierno se encuentra desfinanciado, pero prohíbe las exportaciones de carbón a Israel, que representan 650.000 millones de pesos anuales, hasta que “se detenga el genocidio” incumpliendo compromisos internacionales que tendrán impacto sobre el desarrollo del país. Cayeron la inversión y el ahorro y por lo tanto el recaudo de impuestos se contrajo drásticamente. El faltante presupuestal superó los 60 billones que no se recuperan con las medidas de disminución del gasto de solo 20 millones. La incompetencia de muchos de los ministros parece calcada de la gestión presidencial que parece dañar todo lo que toca. El Congreso de los Estados Unidos se apresta a un recorte sustancial de la ayuda. Nada de eso alterará las acciones y objetivos del presidente. Seguirá en campaña enardeciendo a sus más radicales partidarios, mientras Laura Sarabia trata de administrar el día a día, y los más avisados miembros del gabinete intenten limitar errores y sus consecuencias. La adversidad toca a la puerta y con ella la incertidumbre, pero ni Petro se conmueve ni la oposición se torna creativa. De seguir así, pobre destino el que nos espera.

martes, 11 de junio de 2024

Nubarrones políticos

Carlos A. Ibáñez M.

D
espués de las elecciones al Parlamento Europeo llego nuevamente la oscuridad a Europa, revive el medioevo, la derecha con sus lastres aborda un nuevo ciclo político con su violencia e irracionalidad, trascenderá en América, esos vientos huracanados traspasarán nuestras fronteras, ¿la razón ? los pueblos no encontraron en la izquierda ni en el centro la meta de sus ilusiones. El intervencionismo de Estado no fue eficaz, los gobernantes de izquierda se diluyeron en lo ideológico, en lo social no logró sus metas de bienestar .El retorno se inicia en Europa, No conocen la historia los Europeos y por eso están condenados a repetirla; reencarnarán en sus dirigentes a un nuevo Hitler, un remozado Mussolini que causó miles de muertos y embarcó a Italia en la segunda guerra mundial, o a un Dictador como Franco que causó dos millones de muertos españoles en la guerra civil.

Le apuestan a la derecha, al libre comercio y de empresa, al crecimiento económico, al libre mercado, a la prevalencia de lo individual sobre lo colectivo, al desmonte de subsidios, a la privatización de los servicios públicos , al sacrificio de las libertades individuales y de expresión, al contubernio de la iglesia con el estado en la educación, no admiten a los transexuales, a los negros, a los inmigrantes, y a los indígenas. A todos ellos los miran con desdén y repudio y lo más oprobioso es que quienes destilan odio y segregación es la advenediza clase media convertida en furiosa enemiga del progresismo, que por su complejo de que en la escala social están más abajo que arriba, optan por emular a los poderosos en sus comportamientos y actitudes, lo que se llaman arribistas, a sabiendas que no tienen donde caer muertos y no les llegan a las mangas de los pantalones a los poderosos.

Ojalá ese tránsito sea efímero y regrese el siglo de las luces, de la intelectualidad, de la cultura, de la tolerancia, del trato igualitario sin distinción de ideología, religión, sexo y raza.

Carlos Ibáñez Muñoz
junio 10 del 2024

Los peligros de una cadena de embustes


Mario González Vargas
La búsqueda de instrumentos que permitan tramitar y aprobar las reformas que el presidente juzga indispensables para los cambios institucionales que se propone ha dado lugar a sucesivas propuestas, desde la convocatoria a una Asamblea Constituyente, o a un Referendo, hasta la puesta en marcha del denominado proceso constituyente, una especie de participación ciudadana ajena a la Constitución, fundada en la noción de poder constituyente ideada por un filósofo postmarxista italiano: “una forma externa al sistema jurídico, es una suerte de catástrofe que interviene abriendo y marcando posibilidades de una nueva Constitución, es decir, a un nuevo poder constituido”. Esa noción ha sido promovida por el Grupo de Puebla y servido de herramienta para el ascenso de las dictaduras de nuevo cuño en el hemisferio.

Álvaro Leyva se sirve de ella para sostener que el acuerdo de paz con las Farc habilita al presidente para convocar una Asamblea Constituyente sin cumplir las normas constitucionales vigentes, fundado en un párrafo del acuerdo que expresa la posibilidad de “convocar a todos los partidos, movimientos políticos, y sociales y a todas las fuerzas vivas del país a concertar un gran acuerdo político nacional”, que convierte caprichosamente en mandato. Eduardo Montealegre, el consueta constitucionalista del excanciller, se ha sumado al despropósito, calificando al acuerdo como “especial” y que por su naturaleza constituye un acuerdo internacional y haría parte del bloque de constitucionalidad.

La Corte Constitucional ha reiterado que los acuerdos de paz son de naturaleza política, no son autoejecutables y su carácter normativo depende del procedimiento democrático que permita esa característica. El acuerdo de paz ni es un acuerdo especial, ni tampoco un acuerdo internacional. Los acuerdos especiales atañen a la protección contemplada por el DIH en los conflictos internacionales y no a los que se suscriben en la terminación del conflicto armado, porque contemplan la regulación y no la terminación del conflicto. Tampoco es un acuerdo internacional porque los alzados en armas no son sujetos del derecho internacional público, se ven limitados al cumplimiento del DIH y no tienen calidad de grupo beligerante. Mas grosera aún la pretensión de calificar de declaración unilateral la carta en la que el expresidente Santos informa y remite el texto del acuerdo de paz para el conocimiento de la ONU. Ni en el acuerdo ni en la carta enviada a la ONU se hace mención a constituyente alguna. Todo este entramado de ficción se explica por la pérdida constante de credibilidad de un presidente acosado por sus propios errores y descabellados ingenios, y por su tozudez de querer imponernos a la fuerza sus marchitas concepciones ideológicas. En ese despropósito parece insistir, como lo ha expresado el senador Wilson Arias al llamar a todas las organizaciones criminales involucradas en “la paz total” a defender el proyecto del Pacto Histórico, a las que se sumarían las guardias campesinas e indígenas y todas las expresiones de delincuencia organizadas que serían cobijadas por un perdón social general. Decretar un estado de excepción lo habilitará a gobernar por decreto y a culminar un “golpe blando”. La desmesura no tiene límites, como empiezan a sentirlo algunos en el entorno ministerial, la propia institucionalidad y una ciudadanía que defenderá sus libertades. Se impone la cordura de saber administrar tiempo y procurar persuasión para evitar la catástrofe.

lunes, 3 de junio de 2024

Los colombianos aceleran los niveles endémicos
La solución: la medicina alternativa, económica y más efectiva

Por Bernardo Socha Acosta
La excesiva dependencia entre un altísimo índice de la población, por el consumo de medicamentos químico, está llevando al sistema de salud colombiano a un completo y peligroso fracaso.

Y es peligroso porque ya ni las farmacéuticas ni cualquier presupuesto    alcanza para cubrir la excesiva y nunca vista demanda de esos productos. Hay consumos de medicamentos absolutamente necesarios para hacer frente a las urgentes condiciones de salud de los pacientes, pero hay quienes los han convertido en un vicioso peligroso.  

Muchas personas toman medicamentos hasta para los guayabos de la excesiva ingesta de licor cada fin de semana y puentes festivos, y qué decir y con justa razón, de quienes sufren de altos niveles de colesterol, triglicéridos y azúcar, y solo se afianzan a recurrentes medicamentos.  Pero muchas personas toman también pastillas para los dolores de cabeza, reumatismo, ácido úrico, dolores de estómago,  dolores musculares y de muela, y un sinfín de patologías, muchas de estas creadas  sicológicamente.

Y es que, pareciera que un alto número de personas haya sido preparado para consentir el trastorno de la hipocondría. Lástima grande que ese estado de ánimo, no  se empleara mejor para crear condiciones saludables, seguramente porque el estado que siempre anuncia campañas preventivas de salud, no las hace y menos el sector privado.

Es lamentable porque de esta forma Colombia avanza, a convertirse en un país de los más entecos o enfermizos.

Pero, el excesivo consumo de medicamentos no es lo grave, lo peligroso es la dependencia por un lado y por el otro, la generación de nuevas enfermedades con el uso de los químicos, porque estos son buenos para aliviar (no se cura la persona) pero en cambio sí causan traumas en otros órganos del cuerpo. Como por ejemplo… quienes se vuelven casi adictos a tomar pastillas de analgésico fuertes y no se dan cuenta que al cabo de un tiempo resultan gravemente afectadas del hígado,   riñones, el corazón, los ojos, oídos, la piel y el cerebro entre otros. Muchas personas de estas consumidoras solo hacen camino para ingresar a tratamientos de   DIÁLISIS, operación del corazón como mínimo, porque destruyeron las mejores partes del organismo sin darse cuenta.

Y así sucesivamente pasa con otros medicamentos que, si bien son hechos para aportar algún alivio, el mayor beneficio lo reciben las arcas económicas   de los laboratorios farmacéuticos en el mundo.

Esta condición social, pareciera que a las personas las enseñaran a cuidar la salud, primero consumiendo medicamentos químicos, en cambio de enseñarles reglas de prevención que los conduzca a conseguir mejores estados saludables.

Creo que en la educación de los niños y jóvenes debiera profundizar rigurosamente a la adopción de mecanismos de buenas comidas (naturales) y  de disciplinas física especiales para conservar el estado de ánimo y pensamientos saludables, de lo contrario vamos de mal en peor.

Con esta grave emergencia que están atravesando los pacientes que no encuentran sus medicamentos, es ya hora de comenzar a también a una transición de los medicamentos tradicional a la medicina alternativa que es más económica y muchas veces más efectivas a corte, mediano y largo plazo. Y la medicina alternativa no es solo para aliviar los padecimientos, sino para curar.

Y para finalizar quiero hacer un paréntesis para recordar acerca de lo que expresó en estos días la médica Olga Lucía Zuluaga, directora la Asociación Colombiana de Empresas Sociales del Estado y Hospitales Públicos, refiriéndose a la situación de emergencia en salud que esta viviendo Colombia. Al respecto afirmó: “En ese orden, el sector salud solamente aporta el 20% de las soluciones del sistema. Podemos seguir incrementando significativamente los recursos de la UPC, pero si no hay un fortalecimiento de la promoción de la salud, la prevención de la enfermedad y la identificación de riesgos, como parte de esos determinantes sociales, seguiremos en crisis progresivamente y las dificultades se profundizarán”  y también agregó: hay otras situaciones que afectan las finanzas del sector y enfatizó: “A la corrupción por parte de muchos agentes, flagelo que es muy grave, se le suman otras cargas a la UPC: como los servicios sociales, que si bien son necesarios para la garantizar la dignidad en el acceso a la salud de millones de ciudadanos, deberían estar cargados a otras fuentes de financiación.

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