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lunes, 17 de marzo de 2014

Apagando fuego con gasolina

                                               Trafugario
                                             Por: José Óscar Fajardo 
Uno a veces mama gallo diciendo que Colombia es el país del mundo donde mejor se practica la social-bacanería por lo que dicen las estadísticas. En los dos últimos años nuestro país se ha clasificado como el número uno más feliz del mundo, no obstante con unos índices de pobreza, de pobreza extrema, de inequidad en la tenencia de tierra, de ingreso per cápita, lamentables. Con una educación secundaria que nos tiene en el puesto 63 de 65 países encuestados. Con uno de los sistemas de salud más denigrantes de la tierra. Y si sigo la letanía de desgracias mis lectores, a quienes respeto mucho me van a decir, qué verraco tan cansón si eso lo dice frecuentemente. Tienen toda la razón. Metámosles guarapo y bazuco a estos piojosos con eso los mantenemos bacanizados, parece ser la frase de cliché de los verdaderos dueños del país. Para la muestra un botón. Miren la perla a que hace alusión el escritor Gustavo Alvarez Gardeazábal en el periódico ADN del jueves anterior. Se refiere a la propaganda de la cerveza Póker con motivo de la supuesta fiesta de los amigos que Fenalco está tratando de implantar para estos días de marzo, en la que los fabricantes de la misma le embuten por todos los orificios al televidente y en especial al consumidor muchacho colombiano, que es más “afectuoso” regalar una cerveza que un libro.
Durante el comercial dicen en off: “Llega el día de los amigos, un día en que a un amigo no se le da cualquier regalo… Se le da el mejor regalo del mundo”. Eso está ambientado con planos de amigos enfiestados regalándose cervezas. Después meten unos planos cuando un amigo regala un libro, y en ese momento la música triunfal para en seco y quien lo recibe, visiblemente decepcionado, pregunta: ¿Un libro? El jolgorio y la música de fondo vuelven cuando encuentra que dentro del supuesto libro, que es hueco, hay una cerveza (Póker) oculta. A mí me aterra es que a un publicista, que se supone tiene una carrera universitaria y sabe algo de sicología y entiende perfectamente el significado de las palabras “persuasión”, “alienación”, no doy más sinónimos para que no se vaya a suicidar, se le ocurra “envenenar” de esa manera tan vergonzante y tan humillante a la juventud de este país. Yo creo que a ese fundamentalista de la beodez no se le ocurrió pensar que, uno de los grandes problemas de las sociedades modernas, es precisamente el alcoholismo y la drogadicción. Y que sólo con programas educativos, sociales y culturales a través de las instituciones de educación, hay una posibilidad, si no de derrotar esos caballos del apocalipsis, por lo menos sí de contrarrestarlos.
Si de acuerdo a las pruebas PISA para la educación en los países que se sometieron a ellas, las cuales nos dejaron en una posición demasiado raquítica, se comprobó y demostró que uno de los graves problemas de nuestra juventud estudiantil es que no le gusta leer, que la comprensión de lectura de los pocos que leen es rigurosamente pésima y, que si esta es la base fundamental del aprendizaje, entonces ¿Quo Vadis educación? ¿Quo Vadis investigación científica? Ahora, para apagar el fuego con gasolina lo que falta es que estos “publicistas” metan una Miniuzi o una granada de fragmentación dentro de un supuesto libro para así promover la paz. La paz de los sepulcros. Y qué tal los otros científicos de la publicidad promoviendo el “fanatismo” al fútbol cuando el fanatismo es una condición sicopatológica, es decir, un paranoia, que induce a los individuos a cometer los peores delitos con el fin de defender sus creencias deportivas, políticas o religiosas. Los hooligans son una muestra. De los otros no hablo porque me aplanan las gónadas.

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