Trafugario
Por: José Óscar Fajardo
Uno a veces mama gallo
diciendo que Colombia es el país del mundo donde mejor se practica la
social-bacanería por lo que dicen las estadísticas. En los dos últimos años
nuestro país se ha clasificado como el número uno más feliz del mundo, no
obstante con unos índices de pobreza, de pobreza extrema, de inequidad en la
tenencia de tierra, de ingreso per cápita, lamentables. Con una educación
secundaria que nos tiene en el puesto 63 de 65 países encuestados. Con uno de
los sistemas de salud más denigrantes de la tierra. Y si sigo la letanía de
desgracias mis lectores, a quienes respeto mucho me van a decir, qué verraco
tan cansón si eso lo dice frecuentemente. Tienen toda la razón. Metámosles
guarapo y bazuco a estos piojosos con eso los mantenemos bacanizados, parece
ser la frase de cliché de los verdaderos dueños del país. Para la muestra un
botón. Miren la perla a que hace alusión el escritor Gustavo Alvarez
Gardeazábal en el periódico ADN del jueves anterior. Se refiere a la propaganda
de la cerveza Póker con motivo de la supuesta fiesta de los amigos que Fenalco
está tratando de implantar para estos días de marzo, en la que los fabricantes
de la misma le embuten por todos los orificios al televidente y en especial al
consumidor muchacho colombiano, que es más “afectuoso” regalar una cerveza que
un libro.
Durante el comercial dicen en
off: “Llega el día de los amigos, un día en que a un amigo no se le da
cualquier regalo… Se le da el mejor regalo del mundo”. Eso está ambientado con
planos de amigos enfiestados regalándose cervezas. Después meten unos planos
cuando un amigo regala un libro, y en ese momento la música triunfal para en
seco y quien lo recibe, visiblemente decepcionado, pregunta: ¿Un libro? El
jolgorio y la música de fondo vuelven cuando encuentra que dentro del supuesto
libro, que es hueco, hay una cerveza (Póker) oculta. A mí me aterra es que a un
publicista, que se supone tiene una carrera universitaria y sabe algo de
sicología y entiende perfectamente el significado de las palabras “persuasión”,
“alienación”, no doy más sinónimos para que no se vaya a suicidar, se le ocurra
“envenenar” de esa manera tan vergonzante y tan humillante a la juventud de
este país. Yo creo que a ese fundamentalista de la beodez no se le ocurrió
pensar que, uno de los grandes problemas de las sociedades modernas, es
precisamente el alcoholismo y la drogadicción. Y que sólo con programas
educativos, sociales y culturales a través de las instituciones de educación,
hay una posibilidad, si no de derrotar esos caballos del apocalipsis, por lo
menos sí de contrarrestarlos.
Si de acuerdo a las pruebas
PISA para la educación en los países que se sometieron a ellas, las cuales nos
dejaron en una posición demasiado raquítica, se comprobó y demostró que uno de
los graves problemas de nuestra juventud estudiantil es que no le gusta leer,
que la comprensión de lectura de los pocos que leen es rigurosamente pésima y,
que si esta es la base fundamental del aprendizaje, entonces ¿Quo Vadis
educación? ¿Quo Vadis investigación científica? Ahora, para apagar el fuego con
gasolina lo que falta es que estos “publicistas” metan una Miniuzi o una
granada de fragmentación dentro de un supuesto libro para así promover la paz.
La paz de los sepulcros. Y qué tal los otros científicos de la publicidad
promoviendo el “fanatismo” al fútbol cuando el fanatismo es una condición
sicopatológica, es decir, un paranoia, que induce a los individuos a cometer
los peores delitos con el fin de defender sus creencias deportivas, políticas o
religiosas. Los hooligans son una muestra. De los otros no hablo porque me
aplanan las gónadas.