Por PEDRO GERARDO TABARES C.
EL
proyecto de ley que orienta revolucionar el método tradicional de clases,
aunque no tiene acogida puede contribuir a que las clases sean de verdadera
enseñanza, pues seguramente que el ponente se ha dado cuenta como abusando de
la tecnología ya no hay enseñanza si no una forma de auto aprendizaje fundado
en el muy bien cimentado método investigativo a través de la red, que no tiene
ninguna objeción si no se dejará la misión
educativa al estudiante sin quien
lo guie.
La
educación ha sido la que menos ha evolucionado legislativamente; se recuerda
como por el año 1963 se incursionó en un cambio que conservaba las ocho horas
de jornada divididas entre las ocho de la mañana y las doce meridiano y luego
de las dos de la tarde hasta las seis, que luego se transformó en la jornada
continua que existe.
Sin
embargo el desarrollo del aula no tuvo muchos avances porque se empezó a cubrir
las plazas de escuelas con maestros preparados en otras disciplinas menos en
pedagogía, ya que paulatinamente se cerraron los establecimientos educativos
con esta finalidad. Los resultados no se han dejado esperar y si bien los
estímulos fueron siempre atractivos para orientar los ascensos haciendo énfasis
en conocimientos pedagógicos se llegó a la fusión de las escuelas con los
colegios sin que los docentes tuviesen diferenciación, como así lo tuvieron en
otras épocas.
Luego
vino el más trascendente de los cambios con la irrupción del computador que a
su vez dividió a las personas en dos marcadas formas, de una parte quienes no
se enfrentaron al conocimiento de los programas y pasaron inadvertidos ante la
evolución y aquéllos que entraron con timidez al conocimiento de la tecnología
que hoy domina el mundo.
Ante
tales circunstancias así tenga reparos el proyecto de ley puede creerse que es
acertado en cuanto que la actualidad por la misma influencia de la tecnología
tiende a la rapidez y por qué no decirlo, al perfeccionismo, situación que
requiere medidas urgentes para actualizar los conocimientos
El hogar
moderno en un alto porcentaje está constituido por Padres que deben concurrir
al trabajo y que con la desatención juvenil se les imposibilita colaborarles a
los hijos para hacer tareas en lo que se constituyó por muchos años la labor
hogareña.
No es
fácil creer que un niño o un adolescente
llegué a su casa y en vez de buscar la computadora se dedique a hacer
las tareas que generalmente les dan connotaciones de investigar, con tan mala
fortuna que muchas de las veces quien impone la labor desconoce el tema y avanza para obtener decenas de puntos de
vista para agotar el tema que luego vuelca en provecho propio.
Quizá
esta ley no se quede como todas las que no son de origen gubernamental, en los
archivos de las cámaras.