Por: José Óscar Fajardo
En esta semana que está
terminando hoy domingo, también culmina la primera prueba de ciclomontañismo de
rango internacional en la ciudad más hermosa que tiene el sur de Santander. Desde
el viernes anterior como al medio día, empezaron a llegar participantes no sólo
de todos los sectores del país sino de varios países del antiguo continente. Ya
en las horas de la noche, un tanto lluviosa, Barbosa estaba repleta de gentes
de Cundinamarca, Boyacá, Meta, Casanare, Huila, Valle, y cinco departamentos
más, y de las principales ciudades del país. Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga,
Cúcuta, Tunja y Manizales entre otras. Como en el poema, El sueño de las
escalinatas, también vino gente de España, Francia, Italia y Canadá, para
completar un total de 523 participantes en un rango de edades de los 17 y los
65 años. Los deportistas recorrieron de entrada el sábado, algo así como 100
kilómetros entre los municipios de Puente Nacional, Bolívar, Guavatá, Jesús
María y Sucre, para luego regresar al punto de partida en Barbosa. Tanta gente
tan de diversas culturas me causó mucha impresión. Pero más impresión me causó
una bicicleta para tal disciplina deportiva que, más que un aparato de
ciclomontañismo es un cohete con llantas dada la tecnología con la fue
concebida y de hecho fabricada. Pesa 9.7 kilos y vale 23 millones 200 mil pesos
moneda legal y corriente. Indudablemente ha sido un evento de una inusitada transferencia
cultural que tiene que dejar enormes cosas positivas.
Pero qué hablar de los
beneficios económicos para todos los negocios de la ciudad. Hoteles copados
hasta sus azoteas. Restaurantes que no daban abasto. Tiendas, cafeterías,
bares, fruterías, almacenes y hasta los vendedores callejeros hicieron su
agosto. Incluso un conocido mendigo recogió como 30 mil pesos. Todo este
inventario aparentemente cursi, lo hago porque veo el valor que tiene
sociológicamente el evento anterior. A ver si de pronto eso le ayuda a cambiar
la mentalidad y la verborrea politiquera, no a los gobernantes porque esos ya
no cambian, sino a los candidatos a las próximas elecciones. Para que Barbosa
cambie cuanto antes esa imagen de gran guarapería de la comarca. Sé muy bien
que la industria del turismo hay que acelerarla y protegerla a toda costa
porque esa es la gran base de la
economía del municipio. Este tipo de eventos como el que se acaba de realizar,
son los que deben impulsarse dado que, como las vitaminas y las proteínas,
ellos le dan un oxígeno reconstructivo a la población. Porque Barbosa tiene
graves problemas socioculturales de ciudad grande como es el turismo prepagológico,
drogadictológico y guaraperológico. Eso sin contar la raterofilia. Si bien es cierto que esas son prácticas
socio-económicas casi que imposibles de extinguir, también lo es que son muy
factibles de controlar. Sólo basta aplicar el principio del equilibrio enunciado
en la frase célebre del entonces presidente Turbay que con prolija filosofía
reza así: “Hay que reducir la corrupción a sus justas proporciones”. Y consten
respetados políticos que lo dijo Turbay. Hay enfermedades socioculturales que
no se curan nunca y yo lo entiendo perfectamente. Pero, reitero, aplicando
certeramente el “Principio Turbay”, es muy probable que se puedan controlar. Sólo
se necesitan gobernantes idóneos, intelectuales y profesionales y que no
pertenezcan a la alpargatocracia del barberazo o el machetazo. Que hayan leído
muchos libros en su vida y que no sean bachilleres por radio. Para terminar, tengo
que hacerle llegar una felicitación especial a los organizadores de este hito
histórico, una empresa privada de una notable familia barboseña que, cosa
bastante rara, no quiso que yo la nombrara en mi columna. No obstante se
merecen, junto con sus empleados y colaboradores, todos los laureles y Barbosa
tendrá que agradecerlo.