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lunes, 11 de agosto de 2014

¿La letra, con sangre entra?

                                                  Horacio Serpa
Hace más de medio siglo se utilizaba la férula con los niños desaplicados. Era como decir, “si no es a las buenas, a las malas”, y a punta de reglazos se buscaba que todas y todos aprendieran las operaciones elementales, al mismo tiempo que a escribir y a leer. El objetivo era acabar el analfabetismo.
Aún hay analfabetas. Ahora se les llama iletrados. Los programas oficiales no son suficientes. Cuando fui gobernador de Santander tuvimos éxito con un sistema cubano que aplicamos mediante un convenio con la Embajada del país hermano. Pero en todo el país hay viejos y campesinos que aún no saben las primeras letras.
Cuando ahora se habla de cobertura universal y de calidad educativa tenemos que saber que se trata de una obra colosal. Si pasa lo que mencioné en la primera grada de la educación, de ahí en adelante la situación es dramática. Solo un porcentaje de los jóvenes termina bachillerato y  únicamente la mitad de estos puede matricularse en una Universidad. De ellos escasamente el 50% termina profesión. Para qué hablar de los estudios de posgrado.
De calidad, ni hablar. Es indigno para el país haber aceptado que la educación privada tiene que ser mejor que la pública. Es injusto con los niños pobres y de clase media que no puedan acceder a las aulas sino para empezar la primaria, cuando los que pueden matricularse en establecimientos privados comienzan a formarse tres o cuatro años antes.
Por desgracia, muchos de nuestros niños nacen desiguales. Y el sistema educativo los hace más desiguales. La educación pública es deficiente por falta de recursos, porque el Estado no propicia una adecuada formación de los docentes y porque estos, dados los malos ingresos que reciben, tienen que practicar “el rebusque” que les impide una completa dedicación a sus tareas oficiales. En los pueblos, en las veredas, en los barrios pobres, los muchachos no tienen como aprender lo mismo que otros de su edad alcanzan en las ciudades.
El Presidente Santos “cogió el toro por los cachos” en materia educativa. La educación será su principal bandera para derrotar la desigualdad y lograr que la paz sea estable y duradera. Un cometido extraordinario. Cuando el Mandatario dice que Colombia será el país más educado del hemisferio, está afirmando que “la va a meter toda” para que sus gobernados, sin distingos de clase o condición, se formen adecuadamente.
No será con garrote ni con fuete. Con recursos económicos, con establecimientos bien dotados, con maestras y maestros bien formados, con los mejores materiales pedagógicos, con internet para todos, con becas completas para los pobres, con oportunidades de capacitación a los más altos niveles, en el país y en el exterior.
Si a partir de este año el presupuesto para la educación es mayor que el de la guerra, vamos por buen camino. Seremos, por fin, una sociedad en paz, equitativa y bien educada. ¡Enhorabuena!

Bogotá D.C., 09 Agosto del 2014

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