Horacio Serpa
Hace
más de medio siglo se utilizaba la férula con los niños desaplicados. Era como
decir, “si no es a las buenas, a las malas”, y a punta de reglazos se buscaba
que todas y todos aprendieran las operaciones elementales, al mismo tiempo que
a escribir y a leer. El objetivo era acabar el analfabetismo.
Aún
hay analfabetas. Ahora se les llama iletrados. Los programas oficiales no son
suficientes. Cuando fui gobernador de Santander tuvimos éxito con un sistema
cubano que aplicamos mediante un convenio con la Embajada del país hermano.
Pero en todo el país hay viejos y campesinos que aún no saben las primeras
letras.
Cuando
ahora se habla de cobertura universal y de calidad educativa tenemos que saber
que se trata de una obra colosal. Si pasa lo que mencioné en la primera grada
de la educación, de ahí en adelante la situación es dramática. Solo un
porcentaje de los jóvenes termina bachillerato y únicamente la mitad de estos puede matricularse
en una Universidad. De ellos escasamente el 50% termina profesión. Para qué
hablar de los estudios de posgrado.
De
calidad, ni hablar. Es indigno para el país haber aceptado que la educación
privada tiene que ser mejor que la pública. Es injusto con los niños pobres y
de clase media que no puedan acceder a las aulas sino para empezar la primaria,
cuando los que pueden matricularse en establecimientos privados comienzan a
formarse tres o cuatro años antes.
Por
desgracia, muchos de nuestros niños nacen desiguales. Y el sistema educativo
los hace más desiguales. La educación pública es deficiente por falta de
recursos, porque el Estado no propicia una adecuada formación de los docentes y
porque estos, dados los malos ingresos que reciben, tienen que practicar “el
rebusque” que les impide una completa dedicación a sus tareas oficiales. En los
pueblos, en las veredas, en los barrios pobres, los muchachos no tienen como
aprender lo mismo que otros de su edad alcanzan en las ciudades.
El
Presidente Santos “cogió el toro por los cachos” en materia educativa. La
educación será su principal bandera para derrotar la desigualdad y lograr que
la paz sea estable y duradera. Un cometido extraordinario. Cuando el Mandatario
dice que Colombia será el país más educado del hemisferio, está afirmando que
“la va a meter toda” para que sus gobernados, sin distingos de clase o
condición, se formen adecuadamente.
No
será con garrote ni con fuete. Con recursos económicos, con establecimientos
bien dotados, con maestras y maestros bien formados, con los mejores materiales
pedagógicos, con internet para todos, con becas completas para los pobres, con
oportunidades de capacitación a los más altos niveles, en el país y en el
exterior.
Si
a partir de este año el presupuesto para la educación es mayor que el de la
guerra, vamos por buen camino. Seremos, por fin, una sociedad en paz,
equitativa y bien educada. ¡Enhorabuena!
Bogotá
D.C., 09 Agosto del 2014