TRAFUGARIO
Por: JOSE
OSCAR FAJARDO
Antes
de que me despidan del periódico por escribir lujuriosas obscenidades, como
argüiría el señor procurador General de la Nación, quien a la postre odia no
las cucas sino las obscenidades, quiero
aclarar que Cuca, así como lo pueden leer, es un sabroso amasijo oriundo de las
tierras santandereanas y exactamente de Málaga y otras poblaciones
circunvecinas, según datos emitidos por científicos de la Nasa. O eso dicen que
afirma la Nasa. De tal manera les ruego que no me miren rayado. Sobre todo
los y las estudiantes de bachillerato
que son tímidas por excelencia. No pichurrias, como dicen ellas mismas.
Lo que
pasó fue que estuve perorando por largo rato con mi muy estimado amigo y colega
Alfonso Pineda Chaparro, quien a la postre resultó ser uno de los “Cucólogos”
más avezados que tiene el país. El me pidió muy comedidamente que yo
aprovechara mi columna y le hablara al público en general, sobre los
endiablados poderes de la famosa Cuca. Me refiero con todo el respeto al
susodicho amasijo del cual Alfonso Pineda, según me demostró, sabe más que Max
Plank de Mecánica Cuántica. Reitero vehementemente que Alfonso, que envidia, es
un refinado y atiborrado “Cucólogo”, eso sí, algo silvestre. Sí porque a estas alturas
del partido yo no sé qué me estarán diciendo algunos hermanos cristianos y
algunas hermanitas de la caridad y a todos los que les hace daño la Cuca. Me
refiero al amasijo de Alfonso Pineda. Pestes me estarán echando y muchas
maldiciones me caerán, pero Dios ha de salvarme porque la Cuca, es decir el
amasijo, es de lo más sagrado y alimenticio que tiene la creación (me refiero a
la cocina creativa de las amas de casa de Málaga, que fue donde parece que
inventaron la Cuca). Me remito a Málaga
Santander, y no a Málaga España, aunque dicen las malas lenguas, allí también
se fabrican unas hermosas Cucas.
En este caso empleo el adjetivo “hermosas”, en
calidad de sabrosas, porque si no el señor Procurador General de la Nación me
jala de las orejas pero con unas tenazas de herrería de caballos. Dios me
asista. Claro que Alfonsito me pidió muy comedidamente que aclarara que Cuca es
también el apócope del nombre genérico de un animal asqueroso al que todo el
mundo le tiene tirria precisamente porque no hay rendija que se respete que no
tenga cucaracha. Eso es, me refiero a la cucaracha. Y me pidió Alfonsito que
aclarara lo del nombre genérico de la cucaracha
porque es que no se conoce una cucaracha que tenga nombre propio, por
decir algo Eneida, Lucrecia, Cristina, y además otras cucarachas. Yo sé que con
esta columna me voy a echar de enemigos a muchos amigos que no les gusta, o le
hacen mala atmósfera a la Cuca, sobre toda cuando ésta va acompañada con masato
y queso o con café con leche. No me pidan que diga nombres propios de hombres
que no gustan de la Cuca porque en ese caso me toca ir a ejercer el periodismo
a Siberia o a Africa por lenguaraz. Claro, en esas condiciones y con esos
revueltos a cualquier cristiano le hace daño la Cuca. Eso me dijo Alfonsito. Durante la charla Alfonsito me comentó que hay
un exalcalde y un exgobernador que es mucho lo que gustan de la Cuca, o mejor
dicho que la saborean prolijamente pero muy por debajo de cuerda porque ellos
son muy penosos y tímidos para comer en público. No obstante de todas maneras
sí aceptan que ese amasijo es una verdadera obra de Arte, no de las amas de
casa malagueñas sino del propio Dios. Que es mucho ser rica (está claro que me
refiero al amasijo) para que el señor Procurador no me vaya a descamandular. Queridos
lectores. Lástima que la columna no fuera siquiera de una página completa
porque el singular Alfonsito sin lugar a dudas, es el hombre que más conoce de
Cucas sobre la faz de la tierra (me refiero al amasijo de las señoras de Málaga
y algunos municipios circunvecinos). Y
todo, todo, todo me lo enseñó Alfonsito.