Por: Luis Eduardo Jaimes Bautista (J.B.)*
Se habla mucho y se escucha poco, sobre uno de los
sectores más deprimidos de Colombia y que también le corresponde al Municipio
de Bucaramanga, que es el campo y sus campesinos. El sector rural y el
campesino se encuentran todavía en esa época de la colonia. Analizando la
estadística y su Departamento de Planeación Nacional (DNP), en los últimos 20
años se han desplazado más de 4.5 millones de colombianos.
Somos el segundo país del mundo en desplazados y el
92% de los desplazados son campesinos. Los campesinos llegan a las ciudades
como los desconocidos y sienten la ciudad como una cárcel en un desierto que
nada les ofrece a ellos y sus descendientes.
Han recibido un trato indigno desde tiempos anteriores
a los nuevos, creándose bajo sus pies las dos colombias: La Urbana en
desarrollo y la Rural en la miseria. La pobreza en el sector rural es del
65.2%; la miseria, la indigencia en el campo, es del 32,6%. Estas cifras son
muy claras y develan que el habitante del sector Rural vive una situación
paupérrima, cifras muy dicientes para los gobernantes, pero indiferentes ante
las cifras. El 97.8% están en la línea de pobreza, son analfabetas, carecen de
salud y de una vivienda digna.
Todo este preámbulo es un total de la muestra del
Municipio de Bucaramanga, donde están también las necesidades básicas
insatisfechas de un 35.5%, según el Plan de Desarrollo 2012 – 2015 y que el
sustento es la explotación agrícola, pecuaria y frutícola.
El sector rural de esta región municipal está
compuesta por 3 corregimientos y 38 veredas, con una población de 7.000
habitantes, según el DANE con proyección al 2011, dedicados al cultivo y
despensa de los mercados de la ciudad.
Como decía anteriormente, han paso más de 20 años de
olvido, donde solo se plasma en letras de molde las promesas en los planes de
desarrollo de cada administración, sin tener la asistencia que necesita,
padeciendo la problemática año tras año en acueductos veredales y tratamientos
de sus aguas potables. Se ha dicho que se tienen que construir 15 acueductos en
los tres corregimientos, pero siguen en la utopía que algún día, pero este
jamás les llega. Cuentan con 140 kilómetros de vías, en su mayor parte sin
pavimentar y destruidas en un 45% por las olas invernales.
Cada año los líderes campesinos recorren los despachos
de infraestructura, la CDMB, visitan a los políticos para que le construyan 120
muros de contención repartidos en los tres corregimientos y sus puntos neurálgicos,
pero nada, solo obtienen como resultado que se llevan sus votos sin ver
resultados.
Por el mes de Julio llegó al municipio una dotación de
pequeños buldócer por 300 millones de pesos, como dotación para las veredas, de
este kit de maquinaria para realizar cunetas, sacar derrumbes y el
mantenimiento de las trochas en general, pero todavía no han sido entregados,
para que queden en la supervisión de las Juntas de Acción Comunales.
El Concejo Municipal realizó un Cabildo Abierto, con
el sentir de este apéndice del municipio, pero nada tuvo su connotación, se
sigue con déficit en cuanto a centros de salud para la atención médica; Sisben,
familias en Acción y sobre todo sin encontrar el fortalecimiento del
alcantarillado sanitario, donde se necesitan cerca de 200 alcantarillas en los
corregimientos.
Y qué decir de las plantas físicas de las escuelas de
estos corregimientos, donde no han contado con las ampliaciones, ni los
mantenimientos locativos, allí todavía no han llegado los fortalecimientos y la
calidad educativa, elementos necesarios como son la nutrición escolar y el
transporte, en la igualdad de condiciones como se goza en la ciudad.
Serían muchos los puntos por analizar,mas con estos
solo basta para demostrar que nuestros campesinos están abandonados.
¿Para qué sirvió el escándalo de Agro Ingreso Seguro?
Una vergüenza nacional, donde los dineros tuvieron una destinación especial,
para los bolsillos de los ricos y no pasó nada. Este robo y corrupción del
gobierno anterior es un campanazo de alerta urgente para buscar la equidad
rural, como cierre de la brecha entre lo rural y urbano para que se acabe la
penuria del campesino.