---------------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO
MUCHACHA DE SERVICIO PROMEDIO 4.6
Buenas tardes, le dijo el alcalde. Cómo se llama usted. Buenas tardes, señor alcalde. Me llamo Andrei Norenli Villamil, acabo de graduarme como tecnóloga en Administración de Empresas en la Universidad del Pueblo, con un promedio de 4.6 y en este momento soy empleada doméstica en el sector de Cabecera. Transcribo como tal, el cabezote del diálogo sostenido entre el alcalde de la localidad Fernando Vargas Mendoza, y una mujer joven, del común, de apariencia humilde, de modales corrientes pero con buena facilidad de expresión verbal y una dignidad bien medida y modesta, como si hubiese sido preparada previamente para esta entrevista que, aunque ustedes no lo crean, se la hizo el alcalde con sus propias preguntas, y que la mayoría de periodistas reproducimos en parte y en nuestros respectivos medios. Cuántos hijos tiene usted. Dos, y ambos menorcitos, apenas de primaria; además vivo con mi esposo. Cómo es un día en su vida. Yo me levanto generalmente a las cinco de la mañana para arreglar los niños, preparar y darles el desayuno y luego llevarlos al colegio.
Después de eso, me voy a mi trabajo porque sin trabajo no podría ayudar a sostener la familia. Qué quisiera ser usted cuando termine sus estudios. Yo quiero especializarme en mi carrera y luego quiero ser gerente de una empresa y ya después quiero ser alcalde. Bueno; es apenas una parte de la entrevista repito, que le hiciera el doctor Fernando Vargas, en su propio despacho, a una muchacha que se graduó hace poco en la Universidad del Pueblo. El cuento completo es que la directiva escogió todos los graduados en Administración de Empresas y en Tecnología de Sistemas, con promedio superior a 4,0 y los becó totalmente para que terminaran la carrera completa. Fueron 22 y entre ellas cayó Norenli Villamil, cuyo promedio es el anotado anteriormente. En las debidas proporciones, esta muchacha nos dejó perplejos con la facilidad de expresión; el alcalde también estaba emocionado y perplejo, máxime si se tiene en cuenta que él fue el del invento de la U del Pueblo, y ahí estaba viendo una muestra más de sus frutos. “Termine su carrera que, desde donde esté, yo me encargo de conseguirle trabajo acá en la Administración o en cualquier parte”. Charlaron buen rato.
Luego para despedirla le dio un sendo regalo del cual debo abstenerme en decir su contenido. Mejor dejo que vuelen las imaginaciones de los amigos y también de los enemigos. Qué carajo. Lo cierto es que Norenli se fue más contenta que si se hubiera encontrado con la virgen. En medio de su humildad y de su nobleza se le podía leer cuánto agradecimiento sentía. Pues sólo dios sabe qué cantidad de hambre tiene el que recibe un pan. Y yo sé que Norenli no va a molestarse cuando se dé cuenta que yo hablo de empleada doméstica o muchacha de servicio porque, primero, fue ella quien empleo esos términos y segundo, porque se ve a distancias siderales, ella sí tiene consciencia de su propia clase y se enorgullece de eso. Ella sí sabe cuál es su clase social y sabe con la claridad de una luna llena, adónde la ha puesto el Estado por su condición humana. Porque es pobre es sirvienta de los demás y ella lo entiende muy bien. Pero eso ha de acabarse con su estudio y también lo sabe muy bien. Por eso se lo agradeció con lágrimas y con el corazón al alcalde. El alcalde también tenía empañados los ojos.
En esas cavilaciones me encontraba y entonces se me vino a la cabeza una frase lapidaria que expresara el inmolado presidente norteamericano John F Kennedy, en un discurso de su campaña. “Amigo ciudadano; no pregunte qué han hecho los Estados Unidos por usted, sino por el contrario pregúntese, qué ha hecho usted por los Estados Unidos”. Yo diría lo mismo pero en otros términos y en otras dimensiones, así: “Amigo bumangués, no rezongue qué ha hecho Bucaramanga por usted, y más bien piense, qué ha hecho usted por Bucaramanga, por Santander y por Colombia. Y deje de joder tanto a los que hacen”.