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jueves, 2 de mayo de 2013

La Torpeza

                                       Por: Pedro Gerardo Tabares C
Con motivo de la elección de un magistrado para la más importante corte del país, que por su dignidad, las funciones y autoridad en todos los campos del derecho en Colombia, a la cual se le tiene el máximo respeto, por quienes profesen esa disciplina con integridad, encuentran que actualmente se puede explicar con el término torpeza, cualquier actuación relacionada con los impuestos al Estado, la responsabilidad de dineros, en cuanto al manejo de bienes que corresponde administrar personalmente, incluyendo el pago de los impuestos, deja en vilo aspectos éticos, no porque se sancionen sino porque el cultor del derecho sabe por principio elemental que la ignorancia del mismo no sirve de excusa, y menos el señalamiento de la procedencia de los dineros que se poseen, para cuando se trata de reunir requisitos para tomar posesión de un cargo.
Existió en el poco consultado código civil la definición de la buena fe o manera de obrar, como parte de la explicación de la culpa para encontrarla trascendencia en todas las normas y por ello la novedosa constitución de 1991, recogió el concepto  que impuso a servidores públicos y  administrados, lo cual permite asombrarse cuando una palabra de tal naturaleza se pronuncia por persona  de tan acendrados quilates intelectuales, al igual que tampoco se explique con la precisión que requiere la atención que merecen actos como contar las vueltas cuando se compra  un tinto, o cuando se recibe una indemnización que sobrepase el centenar de millones.
Ya no decimos que esto es insólito en el país en que peyorativamente se menciona una advocación religiosa para dar a entenderlo, sino que debemos recurrir a la explicación que señalan algunos que las costumbres cambien con las generaciones, entendible porque los hackers presentan las irregularidades de las naciones que en nada importan las costumbres.
Por eso se aplicarán las normas existentes y lo que pueda llamarse un escándalo, no pasa de ser eso, porque si el postulado y escogido no toma decisiones voluntarias podrá posesionarse en uso del derecho que aún ni con una nueva constitución se tiene claridad al respecto, porque mientras no se posesione ninguna autoridad podrá investigarlo por  dignidad  no asumida y que el elector no podrá modificar, salvo responsabilidades económicas para el Estado.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Columna de actualidad

Al Rey muerto, Rey puesto
                                          Horacio Serpa
El Sumo Pontífice no ha fallecido. Pero la expresión del título de esta columna también se utiliza cuando una persona deja definitivamente de ejercer un cargo o una dignidad. Quiere decir que la inmediata preocupación de la organización en la que se produce la vacancia es la de proveer el reemplazo. Es el caso que se vive en la Iglesia Católica por la renuncia de Benedicto XVI.
No obstante que las deliberaciones del Cónclave, la reunión de Cardenales que elige al Papa de los católicos, es secreta, se alcanzó a saber que cuando murió Juan Pablo II no hubo inmediatos acuerdos para escoger al sucesor. Como se dice en el lenguaje vulgar, se echó por la calle del medio y se decidió elegir a un Papa de transición, a Monseñor Joseph Ratzinger, quien reunía requisitos suficientes para ejercer el noble oficio, pero además tenía 75 años. Se comentó a voces en todas partes: no durará mucho y mientras tanto se lograrán acuerdos.
Pues duró bastante. Diez años y todavía está bien vivo. Solo que en una elogiable de demostración de sensatez y responsabilidad renunció al papado para que otro Cardenal, con mas energía y seguramente con mayor lucidez, ocupe sus divinas funciones. Nada menos que representar a Dios en la tierra.
Nadie sabe cómo están ahora las cosas en el Cuerpo Cardenalicio. Seguramente muchos de los que eligieron a Benedicto XVI ya murieron o llegaron a la edad de retiro forzoso, que entiendo es a los 75 años. Y se trata de una elección, en cuyo desarrollo hay intereses en juego, por altruistas que sean. De región, de generación, aún de política, porque en el seno de la Iglesia hay sectores muy conservadores, otros moderados y algunos bastante modernos y liberales. Y porque los Cardenales, en su elevada condición intelectual, moral y espiritual, son mortales de carne y huesos.
La Iglesia Católica es una venerable Institución que cuenta con seguidores a todo lo largo y ancho del mundo. Su influjo en las comunidades que profesan su doctrina, es enorme. Es, además, un Estado reconocido por las Naciones Unidas y goza de enorme prestigio y liderazgo. No faltan críticas ni ha estado exenta a equivocaciones, generalmente de algunos jerarcas y sacerdotes. Pero goza de respetabilidad y notable autoridad en diferentes campos. De ahí la importancia que tiene la designación del Sucesor de Benedicto XVI, quien en pocas semanas pasará al anonimato frente a las expectativas que generará su reemplazo.
En Colombia la Iglesia Católica es escuchada y respetada. En muchos aspectos diferentes a la conducción espiritual de su numerosa feligresía, marca la pauta. En estos días todos celebramos su decisión de apoyar el proceso de paz que el gobierno del Presidente Santos adelanta con las Farc. En lo social, en lo educativo, en la formación de buenos colombianos, por fortuna está presente la Iglesia.
Benedicto XVI hizo una gran labor al frente del catolicismo. Su sucesor tiene un buen ejemplo a seguir.
Bogotá D.C. 13 de Febrero, 2013 (Elnuevosiglo)

lunes, 14 de enero de 2013

Abismo insondable


                                              Por Gerardo Delgado Silva 
No hay dignidad más grande que la que ostentan quienes administran justicia en nombre de la República  y por autoridad de la Ley.
Por ello, la Constitución exige a quienes confían el poder de administrar justicia, que cumplan los sobresalientes requisitos de su cargo.
Pero la preservación de la dignidad de los jueces depende de los propios jueces.  A los jueces les está vedado deslucir la toga, en privado y en público.  El juez debe tener una pasión profunda por colocar la Administración de Justicia en el decoroso nivel que le corresponde, para que haya confianza en sus mandatos y seguridad en sus decisiones.
Llevar un noble mensaje portador de excelsos ideales, sin conspirar contra la institución al olvidarse de los reales destinos ejerciendo ese  “sagrado y terrible ministerio” que llamara Carnelutti.
Lo relatado por Daniel Coronel, tan connotado periodista, en la revista Semana, acerca del comportamiento del Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Dr. Fernando Castro Caballero, “antiguo abogado de Víctor Carranza”, jefe paramilitar al parecer involucrado en la tenebrosa masacre de Mapiripan es una capitulación de sus deberes, de los grandes principios morales, que la Corte Suprema, fervorosamente ha sido guardián insomne, intrépida defensora del derecho en todos los aspectos de nuestra vida Repúblicana.  Difícil entender semejante acontecer, en la Corte Suprema, que ha gozado de merecido prestigio nacional e internacional y que ha sido, repito, máximo guardián.
No había habido en la historia de Colombia fenómeno igual, o siquiera parecido al denunciado por el valeroso Daniel Coronel.  Pero cuando los pueblos caen en los abismos de desfase ético como acontece ahora en Colombia, es fácil explicar la burla de nuestros estatutos jurídicos, sin que haya clara conciencia  de que cuanto se comete con prescindencia de elementales nociones éticas, no sólo se contraría el imperio de la ley, si no que se socavan los fundamentos mismos de la República.  Pero, ¿Cómo puede admitirse que autoridades de tan severas funciones puedan atender adecuadamente su misión, cuando ellas mismas incurren en descaradas alteraciones de todo aquello que regula el ejercicio del poder?. ¿No son los jueces y magistrados las autoridades erigidas, precisamente, para defender y sostener el orden jurídico?.
Los jueces fueron de antiguo los mas sobresalientes conductores de la comunidad y a ellos ha vueltos siempre la mirada la sociedad, cada vez que se desquician las reglas de convivencia.
Lo que acaba de suceder en la corte, al parecer, con pruebas concretas, según el artículo de Daniel Coronel, va más allá de la simple desfachatez personal del magistrado, para comprometer a la  institución que de verdad siempre ha querido soberanamente hacer patria.
¿Cómo puede aceptarse, que el Señor Magistrado, habiendo sido apoderado de Carranza, sea ahora el ponente en el proceso de Casación en el aterrador genocidio de Mapiripan, donde mostró también su vileza el señor Carranza?.
En puridad de verdad, cuando se llega a la cúpula de las altas posiciones del Estado nadie puede ser ligero, ni ingrávido, en el sentido moral del vocablo. 
Los gobiernos quieren revolucionar, transformar la justicia en algunos de sus aspectos, sin mirar el origen, desarrollo y consecuencias de sus principales problemas, creyendo de modo equivocado que los males que la afectan radican mucho mas en el espíritu y letra de las normas que regulan su funcionamiento, que en la formación, calidad profesional y condiciones éticas de quienes la administran en los diferentes niveles de su conformación general.
Y así la crisis sigue creciendo, ensanchándose, derrumbando la escasa fe que aún queda en la administración de justicia.
Ante situación tal de magistrado, solo queda pedirle que cumpliendo con las leyes de procedimiento, que regulan la legalidad de los juicios imponiendo garantías de imparcialidad, manifieste el impedimento para intervenir en el examen del proceso de casación por la masacre de Mapiripan, dado el carácter que tuvo de apoderado de Víctor Carranza al tenor el artículo de Semana.  El Señor Carranza prohijó esa siniestra política paramilitar de crímenes de lesa humanidad, contra mucha gente campesina, acusándola de ser “auxiliadores” de la guerrilla, con justificaciones de su comportamiento como abanderados políticos de la extrema derecha.
Paradójicamente conocida hoy, bajo el ropaje de “Centro Democrático”. Un movimiento para simular el agazapado fascismo del señor Uribe y otros, entre ellos el señor José Obdulio Gaviria allegado y primo del señor Pablo Escobar Gaviria, el más grande capo del narcoterrorismo. 

Cualquier colombiano lo sabe: La turbulencia y vejámenes del anterior gobierno, contra la Corte Suprema de Justicia, por su labor de sanidad espiritual al ponerle un valladar infranqueable a la marcha ominosa de los delincuentes parapolíticos.  Lo que importa es cuanto representa y significa la justicia en la vida social de la nación, al ordenar el sistema jurídico para hacer posibles la convivencia y la paz.
De sus decisiones depende el desarrollo del Estado de Derecho, la esencia misma de la democracia.
Tan desalmada fue la masacre de Mapiripan, que la justicia penal militar condeno al General Jaime Alberto Uscátegui, por su deplorable omisión – a pesar de estar advertido de la presencia de los criminales – y no impedir la tragedia.
Por ello, Organizaciones de Derechos Humanos han señalado con preocupación una suerte de división tácita de tareas: los militares haciendo la parte “limpia” y los “paras” la sucia en una misma guerra en la que ambos serían aliados de hecho contra un enemigo común.
Desde el Tribunal Internacional de Nuremberg, crímenes como los de Mapiripan fueron señalados como crímenes contra la humanidad y la paz, que no podían quedar impunes, sin importar donde y por quienes se hubieran cometido.  El Señor Magistrado no puede olvidar que es depositario de un solemne mandato de luchar por el imperio de la ley y la dignidad de la justicia.  Por tanto, no puede desdeñarla.  Por favor, como ciudadano le ruego se declare impedido para bien de Colombia. 
                                                                                              Articulo para www.bersoahoy.com

sábado, 26 de febrero de 2011

TRAFUGARIO

---------------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO

MUCHACHA DE SERVICIO PROMEDIO 4.6

Buenas tardes, le dijo el alcalde. Cómo se llama usted. Buenas tardes, señor alcalde. Me llamo Andrei Norenli Villamil, acabo de graduarme como tecnóloga en Administración de Empresas en la Universidad del Pueblo, con un promedio de 4.6 y en este momento soy empleada doméstica en el sector de Cabecera. Transcribo como tal, el cabezote del diálogo sostenido entre el alcalde de la localidad Fernando Vargas Mendoza, y una mujer joven, del común, de apariencia humilde, de modales corrientes pero con buena facilidad de expresión verbal y una dignidad bien medida y modesta, como si hubiese sido preparada previamente para esta entrevista que, aunque ustedes no lo crean, se la hizo el alcalde con sus propias preguntas, y que la mayoría de periodistas reproducimos en parte y en nuestros respectivos medios. Cuántos hijos tiene usted. Dos, y ambos menorcitos, apenas de primaria; además vivo con mi esposo. Cómo es un día en su vida. Yo me levanto generalmente a las cinco de la mañana para arreglar los niños, preparar y darles el desayuno y luego llevarlos al colegio.

Después de eso, me voy a mi trabajo porque sin trabajo no podría ayudar a sostener la familia. Qué quisiera ser usted cuando termine sus estudios. Yo quiero especializarme en mi carrera y luego quiero ser gerente de una empresa y ya después quiero ser alcalde. Bueno; es apenas una parte de la entrevista repito, que le hiciera el doctor Fernando Vargas, en su propio despacho, a una muchacha que se graduó hace poco en la Universidad del Pueblo. El cuento completo es que la directiva escogió todos los graduados en Administración de Empresas y en Tecnología de Sistemas, con promedio superior a 4,0 y los becó totalmente para que terminaran la carrera completa. Fueron 22 y entre ellas cayó Norenli Villamil, cuyo promedio es el anotado anteriormente. En las debidas proporciones, esta muchacha nos dejó perplejos con la facilidad de expresión; el alcalde también estaba emocionado y perplejo, máxime si se tiene en cuenta que él fue el del invento de la U del Pueblo, y ahí estaba viendo una muestra más de sus frutos. “Termine su carrera que, desde donde esté, yo me encargo de conseguirle trabajo acá en la Administración o en cualquier parte”. Charlaron buen rato.

 Luego para despedirla le dio un sendo regalo del cual debo abstenerme en decir su contenido. Mejor dejo que vuelen las imaginaciones de los amigos y también de los enemigos. Qué carajo. Lo cierto es que Norenli se fue más contenta que si se hubiera encontrado con la virgen. En medio de su humildad y de su nobleza se le podía leer cuánto agradecimiento sentía. Pues sólo dios sabe qué cantidad de hambre tiene el que recibe un pan. Y yo sé que Norenli no va a molestarse cuando se dé cuenta que yo hablo de empleada doméstica o muchacha de servicio porque, primero, fue ella quien empleo esos términos y segundo, porque se ve a distancias siderales, ella sí tiene consciencia de su propia clase y se enorgullece de eso. Ella sí sabe cuál es su clase social y sabe con la claridad de una luna llena, adónde la ha puesto el Estado por su condición humana. Porque es pobre es sirvienta de los demás y ella lo entiende muy bien. Pero eso ha de acabarse con su estudio y también lo sabe muy bien. Por eso se lo agradeció con lágrimas y con el corazón al alcalde. El alcalde también tenía empañados los ojos.

En esas cavilaciones me encontraba y entonces se me vino a la cabeza una frase lapidaria que expresara el inmolado presidente norteamericano John F Kennedy, en un discurso de su campaña. “Amigo ciudadano; no pregunte qué han hecho los Estados Unidos por usted, sino por el contrario pregúntese, qué ha hecho usted por los Estados Unidos”. Yo diría lo mismo pero en otros términos y en otras dimensiones, así: “Amigo bumangués, no rezongue qué ha hecho Bucaramanga por usted, y más bien piense, qué ha hecho usted por Bucaramanga, por Santander y por Colombia. Y deje de joder tanto a los que hacen”.

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