Horacio Serpa
Me parece increíble. Que las
farc hayan recibido en el marco del proceso de paz a víctimas de su accionar armado
es francamente una novedad. A nadie se le hubiera ocurrido hace dos años, menos
a quienes por una u otra circunstancia estuvimos trajinando directamente en
actividades para buscar la paz. Eso hay que registrarlo con mayúsculas. Nunca
ocurrió. Era imposible pensarlo.
Por eso hay que elogiar a la
Mesa de negociaciones. Y ponerlo como ejemplo de que en la Isla las
conversaciones se adelantan por buen
camino. Los que critican solo lo hacen para estorbar, muy mortificados, por
supuesto, por la idea de que el empeño del Presidente Santos salga bien. Es
decir, que farc y gobierno logren acuerdos satisfactorios y la guerrilla
renuncie a la lucha armada. Eso los conturba, los deprime, los ofusca, los hace
poco objetivos. Por supuesto, me refiero
a Centro Democrático, el partido político del cual el expresidente Senador es
jefe único y absoluto.
Molestan porque no todos los
que viajaron fueron víctimas de las farc. Eso en nada demerita el
encuentro. El conflicto es uno solo.
Además, la mayoría de las víctimas que fueron a Cuba son de esta guerrilla. El
solo hecho de que hubiera estado Constanza Turbay es diciente, pues el
exterminio de su familia es uno de los mayores crímenes, de las más grandes
perversidades, atribuidas a ese grupo subversivo.
El mensaje de las víctimas fue
contundente. “Si nosotros lo hicimos, por qué no lo hacen los demás”. Eso sí es
patriotismo, una contribución grande a la reconciliación; eso sí es coraje.
Criticar por criticar no vale la pena, no es trascendente, es cháchara, es
atravesarse sin razón, es carreta de esa que causa daño a todos los colombianos.
Esta semana el uribismo dará
lata con el anuncio presidencial de que militares activos de alto rango se
entrevistarán con gente de las farc para empezar a hablar sobre la terminación
del conflicto, la dejación de las armas, la reinserción. Les parecerá inconveniente, criminal,
traición a la Patria. No hay tal. Será motivo de satisfacción, porque eso sí
será, de verdad, “el fin del fin”. No se acabará el país, como se apresurarán a
decirlo. Al contrario, es para que no se acabe.
Con ocasión de la posesión del
Presidente Santos, estuvo en Colombia el Presidente de la República de
Guatemala Otto Perez. Nos habló de paz. De ello sabe bastante, porque hace más
de 20 años fue miembro de la Comisión de Paz del gobierno, en conversaciones
con la guerrilla. Lo conocí personalmente y lo recuerdo porque era una persona
seria, discreta, positiva, un participante clave, y porque se destacaba entre
los negociadores por su uniforme de General activo del Ejército guatemalteco. Ni más, ni menos.
Por encima de la politiquería
y del sectarismo, todas y todos los colombianos debemos apoyar el proceso de
paz. Hoy es lo único que nos sirve.
Bogotá D.C., 17 Agosto del
2014