Por
Pedro Gerardo Tabares C.
Se presentan en el
momento aspectos que permiten analizar el comportamiento de los dirigentes del
país que deben manifestarse como cultores de la constitución y la ley, entre
quienes está el procurador General de la Nación doctor Alejandro Ordóñez
Maldonado, que con arraigo santandereano ha presentado importante labor dentro
de lo que corresponde al derecho colombiano, con interpretación y criterio que
parecían ir desapareciendo.
Pero frente a tal
visión loable, no es posible entender que si obra con rectitud frente a la ley,
sus convicciones en oportunidades lo aparten de lo que la misma constitución
consagra, en su manera de pensar, en orientar imposiciones de comportamiento de
la vida diaria más allá de lo que ella permite. En efecto, todos podemos y
debemos defender las convicciones religiosas, pero cuando representemos al
Estado en temas legislados debemos tener neutralidad y no en que todos deban
atender nuestras convicciones, incluyendo otras que se relacionan con las
consagraciones textuales de libertad.
Debe hacerse, como
los hemos repetido muchas veces, distinción entre lo que la ley define, y la
formación cultural, ética, religiosa y de comportamiento, lo cual se entiende,
porque para cada aspecto filosófico que tengamos hay escenarios propios para
cumplirlo, y podemos exigir el debido respeto, así como los demás nos exigen
igual comportamiento.
Tampoco puede decirse
que por razón de la investidura no se pueda expresar lo que se piensa sobre
tópicos sociales, que en el tiempo van cambiando, puesto que lo que pareciera
loable en el pasado, hoy puede ser malo o impracticable porque la legislación
lo dejó de tener en cuenta o simplemente dejó de concretarlo en normas y que
por ello no se reconozca la aplicación del derecho con la dinámica que tiene en
el momento.
Ahora que ha
manifestado su aspiración de continuar en el cargo, se puede decir que por su
trabajo es justa aspiración, sin embargo existen normas de derecho que indican
procedimientos que de darse estarían reconociendo una labor importante, acaso
como ningún funcionario de esa naturaleza lo haya cumplido en los últimos
veinte años. No hay razón para que quien obra bien en el servicio, no se
considere su labor para continuar en él. Como santandereanos aspiramos a que
continúe en tan delicada labor.