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domingo, 25 de diciembre de 2011

Cartas del lector


John Freddy Meléndez C
G R A C I A S
 Diciembre 25 de 2011. 
Para mis colegas y amigos

Termino una etapa muy importante en mi vida en medio de las celebraciones decembrinas, finaliza el 2011 y también 4 años de trabajo intenso por Santander; por eso hoy ésta comunicación no trae noticias, sino un mensaje sincero de agradecimiento  a cada uno de los colegas y amigos que siguieron con atención e interés, cada una de las actividades que desde la Asamblea departamental quisimos irradiar.

Fueron años en que aprendí de cada uno de ustedes, desde la más sencilla de las tareas hasta como afrontar la más compleja de las situaciones; desde mayo de 2008 cuando un presidente nacido en mi tierra me dio la bienvenida encomendándome tareas como jefe de prensa, hasta éstos días de despedidas y tareas conjuntas con el equipo del mejor gobernante del país, le he dado gracias a Dios por ésta oportunidad de servicio y trabajo en el territorio más hermoso del planeta.

Mis agradecimientos van a cada una de las personas que conocí y traté, al señor gobernador y todo su equipo, a las diputadas y los diputados del departamento a quienes les guardo un especial afecto junto con el equipo de compañeros de la duma, a los colegas de todos los medios en cada rincón de mi Santander quienes siempre mostraron su aceptación al trabajo que desarrollamos, a las personas que nos acompañaron en las sesiones descentralizadas, en fin a todas y todos que  hicieron que ésta experiencia quede en mi corazón.  

No cabrían en éstas líneas todo lo que quisiera expresar, pero si quiero escribirles la palabra más perfecta que un ser humano pudiera exclamar, ¡GRACIAS!

De antemano les deseo un venturoso 2012, bendiciones y éxitos! 
 
JOHN FREDDY MELÉNDEZ CÁRDENAS
Jefe de Prensa
Asamblea Departamental de Santander
Contacto: 316 223 48 06

sábado, 5 de junio de 2010

TRAFUGARIO

---------------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO

YA COMIENZA EL MUNDIAL…

…Y con él la tragedia de muchas mujeres en el mundo por el odio a las pelotas, de fútbol lógicamente, y que se extenderá a lo largo de un mes casi con exactitud, lapso durante el cual deberán observar todas las normas o concejos que comedidamente voy a formular. Como yo soy soltero, debo aclarar que lo hago a petición de varios amigos y colegas periodistas que, queriéndoselo decir de frente, le tienen pánico a su mujer.

 Uno. A partir del 11 del presente a las esposas de los que les caiga el guante que se lo plante, les queda rotundamente prohibido enfermarse de cualquier mal, así sea el más infeliz e inocuo, ya que deberán enfrentar la muerte con estoicismo y dignidad puesto que los esposos estarán profundamente ocupados mirando los partidos del mundial.

 Dos. Les queda rotundamente prohibido, a ellas, hablar de cualquier tema que no sea de fútbol durante el lapso que dura el partido que está observando el abnegado esposo, puesto que la violación de esta disposición le acarreará la suspensión del chorizo, las papas, la longaniza y otros componentes de la fritanga que tanto le gusta al amanecer de los domingos y fiestas de guardar.

 Tres. Deberán, ellas, sin ninguna objeción, reclamo o pataleta, permanecer con la nevera provista de la suficiente cerveza, aguardientico o gaseosa no sólo para el muñeco más lindo del hogar, sino para los amigos que lo visitaren en el ejercicio de los partidos. Inciso uno. Sin chistar una palabra y que eso quede claro.

Cuatro. La mujer, esposa o concubina que se atravesase o pasase frente al televisor en pleno ejercicio del partido, se hará acreedora a un berrido del marido de esos de amansar panteras. La pena se duplicará si el error es cometido durante el cobro de una penalti o un tiro de media distancia a favor del onceno del marido.

Cinco. En caso de que el marido, mozo o concubino de la señora esté pelado o sin trabajo, la mujer mirará de dónde va a sacar para sufragar los gastos de las rascas del sufrido muchacho durante el tiempo que dure el campeonato mundial. Inciso dos. Eso sí quién le manda quererlo.

Seis. Toda mujer, esposa, concubina o algún equivalente, no podrá de ninguna manera ir en contra del equipo del abnegado marido porque esto será interpretado como un acto de vil cobardía, por una parte, y por la otra, como un acto de alta traición a la patria y abandono de hogar con daños morales, económicos y sociales del abnegado marido. El incumplimiento de esta norma podrá acarrearle como mínimo una garrotera con la tranca de la puerta para que de esta manera corrija su conducta subversiva y apátrida.

Siete. La esposa o el equivalente de esta, deberá mantener como mandato divino, patacones, chicharrones y otras frituras convencionales para su abnegado marido y todos sus amigos mientras dure cada partido de fútbol. Si el esposo es aficionado a la arepa, deberá mantenerle la arepa caliente y dársela sin remilgos ni condiciones cuando este lo considere conveniente. El incumplimiento de esta norma podrá ser causal de divorcio ya que el marido podría considerarse como brutalmente “desarepado” durante el mundial, lo que potencialmente le causaría onerosos problemas emocionales.

Ocho. La mujer que considere que el porvenir del hombre con una pelota es bastante incierto, se hace alusión a los futbolistas de pueblo y no a los unitesticulares, deberá demostrar ante una autoridad competente que su marido es impotente, no para lo que ustedes se imaginan, sino para ganarse un salario decente con el cual pueda mantenerla. En este caso ella puede obtener, en vista de tamaña desgracia, algunos beneficios de ley, o levantarse otro mozoroco que es lo más elemental.

Nueve. Ninguna mujer, novia, concubina o su equivalente podrá exigir fornicación obligatoria, es decir con carácter violatorio, a su marido, novio o concubino durante los partidos en directo o en diferido, y sobre todo de los comentarios de los colegas periodistas. Entre otras cosas esta avaricia libidinosa es considerada por la santa iglesia católica como pecado mortal, y ellas se pueden ir para los profundos infiernos. Diez. La mujer, moza o concubina que detectase que su novio marido o concubino anda de mucho coje coje con algún comentarista deportivo o con alguien que lo acompaña todas las noches a ver los partidos nocturnos, está autorizada a ponerle cachos de rinoceronte a manera de castigo por su pésimo comportamiento. Comuníquese y cúmplase.

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