-------------------------------Por: Pedro Gerardo Tabares. C.
La institucionalidad no es solamente
un concepto que tenga interpretaciones según corresponda hacerlas a quien
profesa determinada disciplina. Es elementalmente la defensa de la pirámide que
contempla la legislación en todas sus estructuras.
Quienes no acceden a cargos,
que tienen responsabilidad, dentro del Estado se les puede aceptar sus
conceptos erróneos, a veces con la defensa equívoca, so pretexto de
constituirse en voceros sociales, pero cuando se trata de intérprete, de quien
aplica la ley, se le exige desde un punto de vista práctico la responsabilidad
que esas calidades y se hacen más exigentes cuando con pretendidas aspiraciones
de pulcritud, encuentran con oportunidad para iniciar investigaciones y tomar
competencias que posteriormente indican como ignoradas o que no tienen; esta
situación se torna en desestabilización de vastas proporciones, que merecen
examen a todo nivel, no solamente en el legislativo que tantas críticas tiene,
pero sin embargo no es lo que pensemos algunos, sino que aquello que se
determina en cada estatuto debe cumplirse, gústenos o no, aunque no tiene
explicación frente a las calidades que se exigen para acceder a cualquier cargo
del Estado. Hay oportunidades en que pareciera ser que las pasiones políticas
son el reflejo de cierta inconformidad por no tener acceso a ciertos salarios o
prebendas que enturbia el pensamiento de quien decide sin pensar que con sus
decisiones contrarias a la normatividad contribuyen a la desestabilización de
las instituciones.
Se ha tornado en costumbre
fallar antes de investigar, a través de mecanismos que inclusive se prohíben en
normas procesales, lo cual por el conocimiento masivo contribuye a esa
desestabilización.
Es necesario que no solamente
se tenga una preparación idónea para cada cargo, sino que también quien lo
ocupa, se preocupe por investigar cuáles son sus funciones, hasta donde
alcanzan las competencias y que se tenga convicción de la primordial mesura que
debe acompañarlo, cuando a su disposición está la libertad, la dignidad de las
personas, y otras circunstancias que cuando se desconocen de manera
consuetudinaria, el descuido conlleva a la desestabilización de la
institucionalidad y la aspiración que pueden reflejar un pueblo en su
participación democrática de una manera imperceptible para muchos, pero real
para el Estado.