SE MUEVE
EL GOBERNADOR
Este hombre es hiperactivo administrativamente,
comentó un colega periodista cuando le pregunté a qué íbamos y hacia qué lugar
de la ciudad, ahora con el señor gobernador de a bordo. Y me dio esa respuesta
lacónica que sirve de entrada a esta columna. Sí porque unos días atrás habíamos
estado con el mandatario y algunos secretarios de despacho, en el sector del
Departamento donde se está construyendo el embalse de Hidrosogamoso. Dicho
comentario ya lo hice hace quince días y entre otras cosas, debo repetirlo, que
obra tan majestuosa y qué progreso le espera a Santander.
El doctor Richard
Aguilar estaba que brincaba en una sola “pata” de la dicha, comenté en esta
ocasión. Pero la salida de la que estoy hablando era con rumbo a Lebrija donde,
con alcalde al hombro y administración total, se iba a inaugurar y se iba a hacer la puesta en escena de un proyecto
con el cual el Gobernador se comprometió hasta el tuétano de sus huesos con los
niños discapacitados de Santander. Pero el asunto es bien en serio porque según
anuncian los dimes y los diretes, “En Santander la inclusión hace la
diferencia”. Y es que el problema este de los niños y niñas discapacitados es
de ponerle atención porque ya son más de 2200 jovencitos reportados en el
Sistema de Matrícula Estudiantil de Educación Básica y Media, SIMAT, que hoy
asisten a las escuelas más inclusivas del Departamento.
El doctor Richard
Aguilar siguiendo fielmente sus lineamientos y las propuestas hechas durante su
campaña, se ha comprometido públicamente y ha comenzando ya el pasado 13 de
agosto en el colegio Colmercedes de Lebrija. Porque se trata de un programa
subvencionado en su totalidad por el gobierno seccional que se extenderá, por
ahora, a 23 municipios más, entre los cuales figuran Barbosa, San Gil, Socorro,
San Vicente y una lista de 19 más. Con respeto y bondad y con carácter de
obligatoriedad, este sector de discapacitados entre los que se cuentan
invidentes, sordomudos, discapacitados físicos en todos los sentidos, tendrá
que ser incluido en los libros de matrículas de los colegios oficiales porque
ya existen las herramientas necesarias para atenderlos, lo mismo que el
personal docente capacitado para desempeñas tales funciones y llevar a cabo
esta propuesta, sin precedentes, del Gobernador del Departamento. ¿Pero por qué
yo estoy diciendo que, se mueve el Gobernador, frase con la cual titulo mi
columna? Porque por otra parte y continuando con el programa de gobernar más
fuera de las oficinas y deshaciéndose de la comodidad de los escritorios, el
doctor Richard Aguilar se “craneo” la idea de irse periódicamente y ciertos
días a la semana, a visitar las gentes de los barrios de Bucaramanga, a través
de un programa que él mismo denominó “El gobernador en su barrio”.
De tal
manera que el pasado lunes estuvimos en el norte de Bucaramanga, en uno de los
sectores quizá con más problemática de la ciudad. Comenzamos por el barrio
Miramar, luego fuimos al barrio el Minuto de Dios. Posteriormente el
gobernador, todos sus asesores y los periodistas, visitamos el Hospital del
Norte donde el mandatario recibió información oficial de su funcionamiento, y
también de sus necesidades y de sus vicisitudes, por intermedio de su director,
de dirigentes locales y de la comunidad.
A eso se le llama trabajo de campo. Mi
comentario es que está muy bien que el mandatario seccional haga estas
actividades en directo, porque es que los problemas de la gente no son teóricos
ni pertenecen a la órbita de la imaginación de la gente. Me parece muy bien
doctor Richard Aguilar, porque los problemas de hambre, de sed, de insatisfacción
de servicios básicos, de salud, de educación, de seguridad social, de
desempleo, de prostitución, de alcoholismo, de drogadicción, de violencia
intrafamiliar, y mil más, están ahí, cerquitica, dentro del barrio, incluso
dentro de la casa de habitación. Y si no son los gobernantes los que ponen la
cara y los que buscan soluciones viables y sostenibles, tanto en corto como a
largo plazo ¿Entonces quién? La miseria
humana no sólo hay que verla en TV, sino observarla de frente y, como a las
serpientes venenosas, atacarlas de frente.