TRAFUGARIO
----------------------------------Por: JOSE OSCAR
FAJARDO
Ese pensé que
podía ser el título de una buena novela para ponerme a escribirla. También
pensé que podía llamarse, “Por un puñado de dólares”, pero ese es el título de
una película de Rurales de Texas, con Ringo, el Comboy de oro. O también podría
ser, El conejo del polvo de oro. O finalmente, El polvo de oro que dejó como un
tafanario al Imperialismo Norteamericano. Cualquiera de esos es elocuente y
dice lo que tiene qué decir. ¿Ustedes sí se han puesto a pensar que esta
pechugona madre de familia, más que prestadora de servicios íntimos hubiese
sido una terrorista fedayín de Septiembre Negro, o de las Brigadas Rojas
italianas, o del comando Bahader Meinhof de Alemania, o simplemente un
sarraceno de Al Qaeda de esos que “adoran” a los gringos? Del importante
negrito Obama no habría quedado ni el
juego de dientes ni los calzoncillos. Eso es lo que tiene no tanto al congreso
norteamericano con la piedra afuera, sino a ese organismo luciferino que se
llama CIA, que de ninguna manera pueden aceptar que los mismos agentes de
seguridad del presidente, hayan filtrado una muñeca encantada casi que hasta el
dormitorio del mandatario.
Esa es la bronca de ellos y tienen toda la razón por
las razones que yo expuse. Pero lo más chistoso de todo es que un agente de
esos, preparado física y sicológicamente hasta para matar elefantes a
cachetadas, en avanzado estado de tostades se le haya ocurrido la angelical
idea de “meter” una chica triple x para fornicar, exactamente en las narices
del presidente de la nación más agresiva y poderosa del mundo. De qué le
hubieran servido ocho mil o diez mil ojivas nucleares, si a la percanta se le
ocurre prodigarle “feromonas” o hacerle cierta brujería genital de esa que las
brujas manejan con precisión matemática en la costa Caribe, al señor
presidente, y luego arrodillarlo a ojos vista de todo el mundo.
Lo verraco es
que haber metido a la muchacha a la cuja no es de ninguna manera el error
campeón. El error campeón mundial es mamarle gallo con el salario a la
percanta. Cómo se le ocurre “amarrarle conejo” por un servicio
erótico-político, precisamente a una muchacha costeña de esas que, hay más
peligro de que la virgen suelte el niño a que ella no le haga escándalo. Estoy
seguro que ese Súper-ratón no tenía ni mediana idea lo grave que es ese tipo de
“delito” callejero acá en Colombia. Cómo se le ocurre amarrarle conejo a una,
con el mayor respeto, fufurufa colombiana. Yo sé que ustedes alguna vez leyeron
el cuento de García Márquez, En este pueblo no hay ladrones, en que Dámaso no
se cranea otra pingadita que robarse las bolas del billar, única diversión
pública, sana y barata en ese pueblo en los confines del universo.
De tal
manera que, cuando se enteró, su mujer ipsofacto lo sentenció. “Que lo metan a
la cárcel no tanto por ratero sino por bruto”. Todo porque, cuando Dámaso fue
consciente de tan tremendo error, concibió la cerebrada, a lo agente secreto
norteamericano, en la misma forma que se las robó, devolverlas. A altas horas
de la noche volvió y se metió por el mismo hueco y, pues claro que lo pillaron
y lo fusilaron a punta de garrote. La muchacha en una cadena radial aclaró que
ella no quería perjudicar, de ninguna manera, al Imperialismo Norteamericano,
sino que el Imperialismo Norteamericano se lo buscó. Porque el Agente Secreto sin
licencia para fornicar, no sólo la usó, la desechó y la robó, sino que además
la trató de “perra callejera”, y eso fue lo que más la indignó. Ahora lo que la muchacha teme es que la metan
a la Lista Clinton, la eleven a la categoría de traqueta y la pidan en
extradición para poder sacarse la aguja. Pero lo cierto, sin lugar a dudas, es
que una modesta mujer, sólo con el arma que le dio la naturaleza, se dio el
gusto de mamarle gallo y poner de payaso al Imperialismo Norteamericano,
demostrando que no sólo saquea petróleo puro sino además oro en polvo de
conejo.