TRAFUGARIO
Por: JOSE OSCAR FAJARDO
Hace unas tres o cuatro
semanas atrás, exactamente al final de los juegos olímpicos de Londres, y que
sin ningún antecedente de tal magnitud a Colombia le fue tan bien,
metafóricamente hablando yo creo que todos los colombianos estábamos que no
cabíamos entre nuestros propios calzoncillos de la alegría por el relativo
éxito logrado en diferentes disciplinas deportivas en las que participó el
país. Todos los colombianos lo gozaron y todos los colombianos lo celebraron.
El
Estado como tal, respondió como debía responder. Elevar a la categoría de
héroes a estos grandes deportistas, asignándoles una remuneración especial en
dinero acorde a la presea recibida, e incluso vivienda para ellos y sus
respectivas familias. En la mayoría de
pueblos de donde son oriundos los deportistas, porque son de puro pueblo,
declararon día cívico y les ofrecieron sendos recibimientos y honores y todo
eso lo aplaudimos los colombianos. Yo creo que desde el Nobel de García Márquez
no nos daban tanta prensa mundial por razones tan honoríficas como fue ganar
medallas en los JJ OO. Si porque en otras ocasiones, y creo que muchas, siempre
nos dieron prensa y de la brava pero por otros hechos totalmente diferentes. Tristemente
Colombia siempre fue verraca para exportar drogas heroicas, ladrones, sicarios y
putas. Esto último me da dolor decirlo pero es cierto.
No obstante yo estaba
era hablando de la alegría del triunfo en los olímpicos. Cómo sería el tamaño
estadístico de la alegría que hasta un congresista muy conocido, de cuyo nombre
no quiero acordarme, propuso en medio del jolgorio y con la frescura de un
transatlántico, tan orondo como una quinceañera con tres novios, que, oído que
no es error de imprenta, “Colombia, estudiaría la posibilidad de crear el
Ministerio del Deporte”. Y yo estoy seguro que lo que quiso decir el benemérito
parlamentario es que hay que aprovechar la oportunidad que brinda el triunfo de
los deportistas para crear más fuentes de burocracia que tanta falta le hace al
país. No le pidió más la barriga al hombrecito. “Está visto que cuando a los
deportistas se les estimula, los resultados son superiores. Por eso, los 11
millones de jóvenes en Colombia merecen
un Ministerio dedicado a estimular todas las disciplinas deportivas…”Los puntos
suspensivos indican que la bazofia es extensa.
Yo me pongo a pensar que si es
un despelote Coldeportes ¿Cómo sería el circo del Ministerio del Deporte? Esa
es la misma parrafada baratera y sin sentido que cuando se les ocurrió a un
poco de inteligentes de este país, crear el Ministerio de la Cultura. Créanmelo
que en ese entonces yo pensaba lo mismo. Si es un despelote Colcultura, ¿Cómo
será la parranda en el Ministerio de la Cultura? Y vea pues. Entre otras cosa
me acuerdo de la verriondera de García Márquez, pero los congresistas fueron
arrechos y crearon el susodicho Ministerio a pesar de todo. El Ministerio del Deporte
tendría un objetivo fundamental que consistiría en crearle al triángulo de las
Bermudas (Bogotá-Cali-Medellín) un fortín burocrático más, con unos fondos
económicos fantásticos porque manejaría una nómina oficial verraquísima, una
nómina paralela de las mismas magnitudes o superior a la oficial, porque no
alcanzarían los números naturales para contar la enorme cantidad de votos que
produciría.
Y como en un efecto tas tas, acabarían con el deporte nacional
porque para pertenecer por ejemplo a la selección de natación, por decir
algo, el deportista tendría que ser del
combo del doctor Godofredo Cínico Caspa, que es el que maneja ese sector, como
el político que maneja la Contraloría, o el que maneja la Procuraduría o la
Fiscalía. Lo que se tiene que hacer es convertir el Deporte, las Bella
Artes y otras expresiones artístico-culturales, en políticas del Estado. Me
explico. Que demostrando idoneidad, el deportista o el cultor, reciba por ley
de la República, preparación, vivienda, salud y pensión del Estado, por
ejemplo. Si porque las menciones de honor uno las puede hacer en su computador
y las medallas de latón comprarlas en una cacharrería, o en el mejor de los
casos, en una Chatarrería. Pregunta ofensiva. A los artistas del montón ¿De qué
les sirve el Mincultura?