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jueves, 1 de octubre de 2015

CATEGÓRICO TRIUNFO DE LA INTELIGENCIA

                              Por Gerardo Delgado Silva
Colombia y el Gobierno Nacional que ha regentado Juan Manuel Santos, han entendido que los difíciles caminos de la paz debían ser transitados con denuedo y decisión imperturbables.
Es decir, que la violencia es todo atentado o ataque promovido por los hombres contra sus semejantes que se expresa con características más anti-humanas, más perversas, más protervas, sádicas y repugnantes en la acción.
Para comenzar, la conquista fue una masacre del Diablo en nombre de Dios.  Nos pisotearon, vistieron, y enseñaron a pecar: El robo y la vergüenza.  Debemos destacar la personalidad psicopática de los conquistadores.
En Enero de 1492, se puso fin en Granada a una guerra de 700 años con los árabes.  La guerra regresa al hombre a niveles primitivos superados a duras penas, que en el fondo siguen actuando en la conducta del hombre civilizado.
La civilización ha privado al hombre de placeres atávicos como el crimen, el incendio, el pillaje y la destrucción.  La guerra le devuelve ese placer.  La guerra invirtió los valores de la Nación Española, llamando hidalgos a sus  asociales y villanos a los hombres simples que amaban la paz.
España invadió en el Siglo XVI, a las tierras indígenas, los sometió por la fuerza o el engaño, aniquiló poblaciones enteras, destruyó tesoros artísticos y culturales,  expropió a los nativos de sus tierras y posesiones, y redujo a los sobrevivientes a una condición de servidumbre y esclavitud.
Los teóricos de la metrópoli, sentaron dos doctrinas para explicar y justificar la Conquista.  El Clérigo Juan Ginés de Sepúlveda, estigmatizó a los indígenas considerándolos de una raza innatamente inferior.  Y escribió un tratado sobre las Justas Causas de la Guerra contra los Indios.  El sufrimiento infligido por la Conquista debía interpretarse, - sostenía- , como el Justo Castigo de Dios a esos idólatras que cometían pecados desde mucho tiempo atrás, y también para que más fácilmente pudieran ser adoctrinados.
Francisco de Vitoria, desde su Cátedra en la Universidad de Salamanca, tuvo que rechazar, en 1539, el argumento de quienes decían que Dios había condenado a los indios a la perdición por sus abominaciones y que los había entregado en manos de los españoles, como entregó a los Cananeos, en mano de los Judíos.
En igual sentido, se pronunció,  Bartolomé de las Casas, haciendo la condena apocalíptica de la codicia española sin omitir la valorización de la humanidad de los indígenas.  El Dominico Antón de Montesinos,  emprendió una decidida “lucha por la justicia”.  Fray Toribio de Benavente,  vio en el hallazgo de las minas de oro mexicanas una obra de Satanás para despertar la codicia de los españoles.
Así pues, es lícito, admitir que las huestes de los conquistadores estaban sobrecargadas psicopáticamente,  por el solo hecho de ser  emigrantes. 
Esto nos permite conjeturar la incidencia en unos colombianos que han asumido actitudes políticas rencorosas, delictuales, la maldad misma, simplemente.
Los protagonistas, los guerrilleros de antes y de ahora, que surgieron por la violencia y el odio fratricida liberal – conservador.  Y no pareciera tener límites el repertorio de atrocidades solo posibles en una sociedad enferma.
Esas atrocidades a que nos han venido acostumbrando las Farc, las han cometido en nombre de una muy desdibujada – por no decir que inexistente – lucha por la justicia, la igualdad y la democracia.  La guerrilla produjo hecho que bastarían para conmover a una Nación por generaciones.
Empero, el holocausto de la Patria, no ha sido obra solamente de las Farc, ahí están los desalmados paramilitares, un monstruo de insignificancia y de odios que ha dado muerte horrenda a tanta gente que produce escalofrío.
Están en casi la mitad de los Municipios, con la siniestra política de masacrar campesinos y sindicalistas acusándolos de ser “auxiliadores de la guerrilla”.  Cuenta con jefes conocidos y un discurso en el cual mezclan el reconocimiento de crímenes de lesa humanidad con justificaciones de extrema derecha.  Como las Farc, se han financiado con el narcotráfico.
En este orden de ideas, el acuerdo entre el Gobierno y las Farc, acerca de la creación de una “Jurisdicción Especial para la Paz”,  acogiendo la idea “del Grupo de Nueva York”, está entonando un Canto de Esperanza a la Vida, en consonancia con las obligaciones del Derecho Internacional Humanitario.  Revela una intensa preocupación por las cuestiones permanentes del Hombre, pero no visto de modo abstracto, sino en relación con los problemas de Nuestra Patria en este tiempo.
Este gran paso, es la inauguración de una nueva era de convivencia y progreso, para esta martirizada y querida Colombia.  Es hacer la luz en lo oculto de la violencia que la ha rodeado.
Todo es posible voluntad, realismo y decisión.  Esto es producto de la credibilidad política que ha logrado construir el Presidente Santos.
Poco despliegue recibieron esos abominables genocidios en el gobierno del Señor Uribe, que contó con electores como Santiago Uribe y su grupo paramilitar bautizado abominablemente como “los doce apóstoles” ; Jorge 40 y sus secuaces.   Genocidios llamados eufemísticamente “Falsos Positivos”.   
Fue el período en que se destruyó la democracia, se sofocó la libertad y se pisotearon los Derechos Humanos.
Ahora, se ha entendido el agotamiento de la guerra y existe en el Gobierno de Santos el coraje y buena voluntad para ensayar otro camino.
Los enemigos de la Paz como los integrantes del mal llamado Centro Democrático, que cuenta con personajes como el primo y asesor, del más grande narcotraficante de  Colombia, Pablo Escobar Gaviria, el parlamentario José Obdulio Gaviria.  Esos enemigos de la paz son plenamente conocidos en el País, algunos en altos cargos, solo creen en la bomba y el fusil y se niegan a abandonar la violencia y aún creen que las armas son el único instrumento para lograr cambios políticos.
La guerra, como la quieren los enemigos políticos, revela a las personalidades psicopáticas un mundo a su medida; de ahí que sea imposible o muy difícil, que vuelvan con agrado al mundo de la paz.  Que Dios los ilumine. 
(Para bersoahoy.co  sección de opinión)

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Olivos y aceitunos, todos son unos

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Colombia, miércoles 2 de diciembre de 2009


HORACIO SERPA

Comienzo por reconocer, nuevamente, que en los últimos años mejoró la seguridad. Por fortuna pasó la época tenebrosa de la violencia generada por guerrilleros y paramilitares. Un triunfo que debe acreditarse a la política de Seguridad Democrática, a la dirección del Presidente Uribe y a la actividad de las fuerzas militares y policiales.

No todo ha sido color de rosas. Pero la violencia disminuyó notablemente y en materia de guerrilla y paramilitarismo la situación cambió. Hay más tranquilidad y mejores posibilidades de convivencia. Un triunfo, sin duda, que debe mantenerse y mejorarse. Es lo que queremos todos.

De ahí que existan preocupaciones frente a las expresiones criminales que han aparecido en diferentes partes del país, que merecen la atención nacional.

En la edición 1438 de Semana se informó que en 9 ciudades del país, entre enero y octubre de este año, ocurrieron 5.860 homicidios, 1.363 más que en el mismo período de 2008. ¿Cuántos más ocurrieron en los 1.095 municipios restantes?

El Espectador del 21 de noviembre informó sobre “la plaga de las Bacrim”, para hablar de las Autodefensas Gaitanistas, las bandas de Don Mario, el rebrote de “Los Urabeños”, la acción de “Los Nevados”, “Los Paisas del Magdalena”, los bandidos del “Loco Barrera”, los de “Cuchillo”, los de “Pablo”, los de la “Oficina de Envigado”, y centenares de delincuentes que trafican, intimidan, asesinan sin tasa ni medida.

Todos los días oímos hablar de “Los Rastrojos, “Las Águilas Negras”, los criminales del “Cacique Nutibara” y docenas de nuevos grupos criminales.

Desde la Misión de la OEA en Colombia se dijo que “el tema del paramilitarismo o bandas emergentes está volviendo a tomar fuerza en la costa del país, en cinco departamentos que son Guajira, Córdoba, Atlántico, Sucre y Magdalena”.

El informe de la Corporación Arco Iris, que debe examinarse con atención, indica que grupos de esta naturaleza están extorsionando y matando en 293 municipios, 46 más que en 2008.

Y señala que la guerrilla ha tomado nueva fuerza, como apreciamos a diario en las noticias. Dijo Arco Iris que las Farc bajo el comando de Cano ha ejecutado este año 1.429 acciones delincuenciales, y tiene 11.500 hombres en armas. Cifras por las que se deduce, como el propio gobierno lo ha aceptado, que “la culebra sigue viva”.

La situación es delicada y debe asumirse a fondo.

La guerrilla sigue siendo una amenaza notable. A sus nuevos métodos, criminales en extremo como el incendio infame del bus en Nariño, deben aplicarse también novedosas estrategias de contención y desmantelamiento, antes de que logren recuperarse.

A los paramilitares de ayer, que se arman y crecen raudamente, también hay que aplicarles contundentes acciones para desmantelarlos. No cabe a esta hora una discusión sobre si son paramilitares de nuevo, o bandas criminales. Son lo mismo, son los mismos. Asesinos a sueldo, traficantes de droga, extorsionistas, gente sin alma que quiere seguir asolando a Colombia. “Olivos y aceitunos, todos son unos”.

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