lunes, 21 de mayo de 2007

Condolencias por muerte del general Martín Orlando Carreño



El doloroso fallecimiento del General MARTÍN ORLANDO CARREÑO SANDOVAL nos pone de presente la fragildad de la vida; su breve incursión en la política logró motivar a un gran número de santandereanos que buscaban otras formas de expresión para sus ancias de mejorar la sociedad y derrotar la corrupción y la injusticia. Ha muerto un valiente guerrero que despues de muchas batallas y frustraciones se reusó a continuar en la guerra y, en la última etapa de su vida, había hecho causa común con la paz y la justicia que deseamos todos los colombianos. Paz en si tumba. REINALDO RAMIREZ
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CARLOS ALBERTO MORALES
El Concejal de Bucaramanga y precandidato a la alcaldia, Ing Carlos Alberto Morales Delgado, señora e hijos lamentan la muerte del señor General Martín Orlando Carreño Sandoval.
Un hombre que le sirvió a la patria y a los santandereanos en busca de paz y convivencia pácífica.
A sus familiares y amigos expresamos nuestras más sinceras condolencias ante tan doloroso momento y pedimos a Dios que les de fortaleza necesaria para salir adelante.
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1 comentario -

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Samuel Ardila dijo...
Nos preguntamos por qué las personas buenas que han promovido el bien, se las lleva el creador tan rápido. Será que no les conviene seguir haciendo el bien? o qué misterio encierra esto. Me refiero al general Martin Orlando Carreño que tan a mala hora se fue para siempre. Queriamos quienes aspirabamos a un cambio, llevarlo hasta el primer cargo del departamentode Santander. Afligido, Samuel Enrique Ardila.
21 de mayo de 2007 16:44
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Comentario 2

domingo, 20 de mayo de 2007

OPINIÓN




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casino online Tomado de El Espectador.com

Notas de Buhardilla
Aló Presidente

Curioso, por decir lo menos, que en los dos últimos empleos públicos de Uribe –gobernador y presidente, se hayan suscitado problemas relacionados con las interceptaciones telefónicas ilegales.
Ramiro Bejarano Guzmán

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Sábado, 19 de mayo de 2007

Curioso, por decir lo menos, que en los dos últimos empleos públicos de Uribe –gobernador y presidente–, se hayan suscitado problemas relacionados con las interceptaciones telefónicas ilegales.

En las épocas de Uribe como gobernador de Antioquia, Mauricio Santoyo, un oficial de la Policía entonces totalmente desconocido, bien cercano al gobierno departamental, fue acusado de haber chuzado cerca de 1.800 líneas telefónicas de diferentes personas, como también de ser autor de otros actos de corrupción inclusive más graves.

Cuando Uribe llegó a la Casa de Nariño, ese mismo oficial se convirtió en su secretario privado de seguridad; allí estuvo hasta que la Procuraduría lo destituyó, precisamente por pinchar ilegalmente teléfonos. Gracias a la insólita generosidad de una censurable sentencia, en la que brilla todo menos la justicia, se anuló esa destitución, por lo que el rehabilitado coronel Santoyo está haciendo curso para convertirse en general de la República, porque a pesar de sus tropiezos judiciales, en el alto gobierno siempre lo recuerdan con entrañable gratitud.

Lo anterior sería sólo una coincidencia, si no fuera porque hay otra no menos intrascendente. Me refiero a la asombrosa confesión presidencial de que tenía pruebas de inteligencia militar y policial, sobre supuestas expresiones insultantes de algunos de sus críticos, porque la oposición no se cuida como debería hacerlo.

El Gobierno ha intentado lavarse las manos, alegando que las grabaciones ilegales reveladas por la revista Semana no iban dirigidas contra la oposición y la prensa, porque también estaban chuzados altos funcionarios, como si ese no hubiese sido el procedimiento usual en la Rusia comunista y totalitaria, donde hasta los amigos del régimen eran espiados. Valdría la pena que el Presidente y el Ministro de Defensa vieran la extraordinaria película La vida de los otros, que retrata lo ocurrido en la Alemania del Este, que no parece ser muy diferente de lo que aquí estamos viviendo.

Habilidosa la estrategia de aparentar ser víctima de un delito, pero no convence que sólo hayan decidido denunciar el crimen cuando se vieron obligados a explicarles a sus amigos paramilitares retenidos en Itagüí, que no era el Gobierno el autor de la filtración de la información divulgada. ¿Por qué cuando se tuvo noticia de que otros eran los chuzados, no cayó la cúpula de la Policía? Raro que en la Casa de Nariño tengan tanto temor reverencial por los inquilinos de Itagüí.

Ahora sabemos que fue la Policía la que estaba chuzando. No sabemos quién dio la orden, ni quiénes escucharon esas 8.000 horas de grabaciones ilícitas. Si el país no entiende cómo fue que esta siniestra irregularidad se presentó ininterrumpidamente durante dos años, mucho menos comprenderá que después de un delito tan prolongado no haya quedado rastro alguno.

No queremos otra investigación exhaustiva de las miles que han quedado en nada. Solamente pedimos la verdad. Si el Gobierno fuese del todo ajeno a este sucio episodio, en vez de limitarse a trasladar a la Fiscalía la responsabilidad de descubrir a unos chuzadores que ya debieron de coger las de Villadiego, al menos tendría que divulgar cuanto antes la lista de quiénes estaban siendo escuchados sin orden judicial, entre otras cosas, para permitirles exigir el restablecimiento de sus derechos ante las autoridades. Tanto silencio oficial al respecto, no es prudencia sino complicidad.

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Adenda.- Al regreso del infierno del policía John Frank Pinchao, ¿será que su doloroso relato sobre las condiciones infamantes en las que la guerrilla trata a los secuestrados, no estremecerá a un presidente que tercamente lleva muchos años diciendo no al Acuerdo Humanitario, mientras en la selva se pudren muchos compatriotas y tres ciudadanos americanos?

notasdebuhardilla@hotmail.com
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sábado, 19 de mayo de 2007

¿LOS SABIOS TAMBIÉN SE EQUIVOCAN?



Por: Gerardo Delgado Silva

En medio del gran caos que confunde al país y lo mantiene en zozobra, por el fenómeno oprobioso de la “parapolítica”; nuestra sociedad, de brazo con principios éticos ha vuelto la mirada a la Corte Suprema y a la Fiscalía General de la Nación, con angustiada fe en la justicia, esencialmente indispensable para enfrentar las circunstancias.

Su magna tarea, - expresé en días pasados, refiriéndome a la Corte Suprema de Justicia, ante el Congreso de Andal – es el camino hacia la luz de la verdad; el valladar a la marcha ominosa del delito: una verdadera cruzada a favor del prestigio de la justicia; una labor de sanidad espiritual, para no seguir en el cieno de la impunidad y así evitar la catástrofe total; “una pedagogía de la esperanza”, como dice Freire.

Y agregué: El Estado Social de Derecho, no está indefenso sino en la medida en que las palabras de la Constitución y de los Códigos se queden sin alma y sin medios para obrar, garantizando que lo que se dice en las leyes es lo que se impone, lo que se cumple, lo que no se tolera que sea violado, porque cuando así ocurre, la convivencia es imposible.

Pero tan normal anhelo de justicia que identifica a los colombianos sensatos, de corazón sencillo y esplendente que enaltecen la patria, se ve vulnerado por la simple voluntad de unos políticos indecorosos que formando parte del Congreso y de agrupaciones criminosas con los paramilitares – los de la sevicia con motosierras, los de las fosas comunes cual turbión terrorista – enigmáticamente han renunciando a su investidura, inspirados por un ex magistrado de la Corte Suprema, para alegar su propia interpretación de las normas constitucionales, no sin antes vejar pública y vehemente a la insigne institución de la justicia penal. Actitud irrespetuosa reñida con la elegancia espiritual, pero también un testimonio profético, un mensaje violento y aterrador de lo que es la “parapolítica”.

Lo desgarrador es que la Corte Suprema de Justicia se haya separado del conocimiento de unos procesos de la parapolítica, como el caso de Álvaro Araújo Castro, con el cómodo argumento de la existencia de “… más de 70 decisiones de la Corte” en el mismo sentido, determinando que: “… cuando el delito no corresponde a la función propia de un funcionario, el tribunal no mantiene la competencia”.

Es una especie de reverencia por las providencias anteriores, estereotipándolas y petrificando el derecho. Las conductas correspondientes a las 70 decisiones de la Corte, pueden ser análogas, pero no puede afirmarse que lo previsto en su texto, sea aplicable extensivamente al grupo de la “parapolítica”, si se tiene en cuenta la situación concreta de las diversas acciones que las caracterizan.

El delito–acontecimiento, es un hecho considerado en si mismo, individualizado en el tiempo y en el espacio que está bajo el signo de la subjetividad del agente, la expresión nítida de su personalidad.

Son clarificadoras las palabras del señor Presidente de la Corte Suprema, Julio Valencia Copete, cuando dijo antes de los últimos pronunciamientos: “La jurisprudencia no es estática… nada impide que frente a determinados hechos cambie…”.

Y bien. Aun cuando hayan renunciado a su investidura, esto no significa que puedan renunciar al fuero, porque éste no se consagra en interés de las personas, sino como una garantía concedida a los miembros del parlamento, en virtud de su alta misión, para ser investigados y juzgados por el máximo tribunal en lo penal, que es la Corte Suprema de Justicia.

Así pues, el mandato inexcusable, consagrado en el artículo 186 de nuestra Constitución Política, establece: “Fuero parlamentario. De los delitos que comentan los congresistas, conocerá en forma privativa la Corte Suprema de Justicia, única autoridad que podrá ordenar su detención…” (La negrilla fuera de texto). Y el Parágrafo del artículo 235 de la Carta, señala: “Cuando los funcionarios antes enumerados (se refiere a los miembros del Congreso) hubieren cesado en el ejercicio de su cargo, el fuero sólo se mantendrá para conductas punibles que tengan relación con las funciones desempeñadas”. (La negrilla fuera de texto).

La labor interpretativa de la Constitución Política, no puede darse al margen de las realidades histórico – sociales, ni de la dignidad humana, ni de los principios generales del derecho, ni del derecho natural.

“Jamás puede decirse – expresa Vladimiro Naranjo Mesa – que un artículo posterior dentro del texto de la Carta prevalezca sobre uno anterior… tampoco puede decirse que una norma de tipo especial… prevalezca sobre una de carácter general (v. gr., la que consagre la prevalencia del interés general sobre el particular o individual)”.

Tampoco pueden desconocerse los componentes del debido proceso, en los cuales descansa la competencia, que los procesados no pueden caprichosamente escoger, ni hacer acomodamientos torticeros a sus propios intereses, sobreponiéndolos al verdadero interés nacional.

El espectáculo de esos parlamentarios, es una conspiración no sólo contra el templo del derecho y la justicia, sino también contra el Estado Social de Derecho, que por ser miembros del clásicamente denominado Cuerpo Soberano de la República, están mayormente obligados a preservar.

En puridad de verdad, existió una relación de causalidad jurídicamente relevante, entre un proselitismo armado de los paramilitares y el triunfante acceso al Congreso, de varios de sus miembros.

Según la investigación de la Doctora Claudia López y nutrida información de prensa, el Senador Álvaro Araújo, “aparece como beneficiario de los ‘distritos electorales’ creados por ‘Jorge 40’ en 2002”. Entonces, resulta lógico inferir, que hubiese propuesto ante el Senado, que los “paramilitares” desmovilizados hicieran parte de la fuerza pública. En igual sentido, “en la discusión de la Ley de Justicia y Paz radicó un artículo que permitía a los paramilitares quedarse con el 20 por ciento de sus bienes ilegales cuando finalizara el proceso de paz…”. ¡Espantables monstruosidades!

Son conductas coherentes, que inequívocamente señalan la conexión íntima entre el concierto para delinquir que les atribuyó la Corte y las funciones propias de congresista.

En la tormentosa crisis moral, económica y social de Colombia, en este infierno que ni Dante hubiera podido imaginar, llegó el momento de combatir el mal, de no seguir atrapados en las mallas del miedo, de mostrar la grandeza de los valores cristianos, apresurándonos a rodear a la justicia de nuestra patria, como un acto vigoroso de solidaridad y fortaleza moral, entorno de las instituciones que la deben aplicar soberana e independientemente, apuntalando la esperanza.

Que renuncien el Ministro de defensa y el vicepresidente porque están comprometidos en hechos delicados, pidió el ex-magistrado.


Pedro Pablo Contreras Pinillos






Los cargos contra el ministro de defensa y el vicepresidente son muy graves, dice ex -magistrado.

La Corte Suprema y la fiscalía, no pueden acoger las versiones de Mancuso para unas cosas y para otras no.

El expresidente Samper debe convertirse en pieza clave para investigar denuncias de Mancuso sobre el complot de Juan Manuel Santos para derrocar su gobierno.

Los políticos deben ser juzgados por el delito de concierto para delinquir y no por delitos políticos.


La situación del gobierno Uribe es gravísima porque son demasiadas coincidencias y el 80 por ciento de los congresistas y otros dirigentes judicializados son de los movimientos uribistas.

Colombia.- La Corte Suprema de justicia debe asumir sin contemplación las investigaciones contra el Ministro de defensa Juan Manuel Santos y el vicepresidente Francisco Santos, declaró el ex-magistrado Pedro Pablo Contreras Pinillos, al considerar que la situación del gobierno Uribe es tan gravísima con las revelaciones comprometedoras del exjefe paramilitar Salvatore Mancuso, que esos dos colaboradores deben renunciar.

Las denuncias en el sentido de que el señor Juan Manuel Santos pretendió con el apoyo de paramilitares derrocar al entonces presidente Ernesto Samper Pizano, puede configurarse en un delito de rebelión y un concierto para transgredir el código penal. En peores condiciones –dijo- se encuentra el señor Vicepresidente de la república Francisco Santos, quien según las denuncias de Mancuso, propuso la conformación de un grupo al margen de la ley para impedir que la guerrilla ingresara a Cundinamarca y Bogotá. Esto también configura un concierto para delinquir, agregó.

La corte Suprema de justicia y la fiscalía no pueden acoger las versiones del señor Mancuso, para aplicarlas en algunas cosas e ignorarlas para otras, porque entonces dónde queda la equidad de la justicia en este proceso.

El rastreo de llamadas telefónicas

Agregó el profesional del derecho que el presidente Uribe debe recordar el caso del entonces presidente norteamericano, Nixon que se cayó por el mismo caso de la interceptación de conversaciones telefónicas. Indicó el exmagistrado que en este hecho el mandatario de los colombianos se contradijo, porque en una rueda de prensa el jefe del Estado aseguró que tiene informes de inteligencia respecto a las actividades de los señores de la oposición entre ellos Petro y otros del Polo democrático y cuando lo tratan de precisar no tiene los argumentos necesarios y luego descubren sorpresivamente a quienes estaban efectuando los rastreos telefónicos. Estas coincidencias y al atar cabos dejan muchas dudas que reflejan los serios aprietos en los que se encuentra el gobierno de Uribe. Estas salpicaduras sin duda que lo dejan muy mal ante la opinión internacional, agregó el abogado Pedro Pablo Contreras.

Los dos inmediatos colaboradores del gobierno, el Ministro de la Defensa Juan Manuel Santos y el vicepresidente Francisco Santos están en estos momentos en el lugar más grave de la república con las acusaciones del exjefe paramilitar Salvatore Mancuso y a ello se suma que los congresistas que han resultado comprometidos con la “parapolítica,” sean de los movimientos afectos del gobierno que ayudaron a elegir al jefe del Estado.

La gravedad de los delitos

Los congresistas y demás dirigentes políticos que están comprometidos no pueden pretender a que se les juzgue por delitos políticos. Ellos deben responder por una serie de hechos gravísimos como las masacres que son delitos de lesa humanidad y como es cohonestar el narcotráfico. En los congresistas comprometidos de recibir ayuda de los paramilitares había un desenfrenado deseo de enriquecimiento ilícito y esto no se puede homologar con el delito político.

Esos congresista aliados con los paramilitares han sido los responsables de los grandes desplazamientos de población campesina y de pequeñas caseríos, sostuvo el profesional del derecho, al rechazar que se pretenda ahora que los implicados respondan por delitos políticos y no por concierto para delinquir.
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COLOMBIA ES EL PAÍS DE TODOS LOS SANTOS


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En nuestro país hemos perdido la capacidad de asombro; cada día nos sorprendemos menos ante las graves revelaciones de los medios de comunicación; cada escándalo es opacado y minimizado por otro escándalo más grave; así, a las terroríficas revelaciones sobre los campos de entrenamiento, donde los aprendices de asesinos recibían instrucciones técnicas descuartizando personas vivas, le precede el descubrimiento de cientos de fosas comunes repletas de los despojos mortales de miles de inocentes, hombres, mujeres y niños, víctimas de asesinatos en masa ordenados por los gestores y patrocinadores de la violencia desde sus impecables y mullidas oficinas en las grandes ciudades de Colombia.

Ahora, ante un país perplejo y atemorizado, gracias a la labor de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía General de la Nación, apenas se empiezan a producir las temidas confesiones de los jefes de los ejércitos exterminadores que, aupados, aplaudidos y patrocinados por la “gente de bien”, esparcieron con saña y crueldad inauditas la violencia y la muerte por todos los rincones de Colombia; desafortunadamente es apenas el comienzo, se requerirá mucha fortaleza y valor para que por fin se conozca la verdad y ésta rinda sus frutos purificadores llevando la denuncia y el castigo hasta los verdaderos culpables que se cobijan hoy bajo el manto de la impunidad.

El verdadero arrepentimiento de los caporales del paramilitarismo debe reflejarse, no sólo en la confesión de sus crímenes sino en la denuncia e identificación plena de los verdaderos autores de la matanza para que el país conozca la verdad y la calaña moral de quienes escudaos en el poder del Estado y las banderas de la Patria se lucraron y siguen lucrándose de tanto dolor y tanta iniquidad.

Los Colombianos tenemos derecho a la verdad y, así como se ha llamado a responder a los miembros del Congreso por su participación en el holocausto, es necesario que sean conducidos ante los jueces esos prominentes personajes que, como el Vicepresidente Francisco Santos y el Ministro de Defensa Juan Manuel Santos, tienen sus manos y sus conciencias manchadas de sangre de tantas víctimas inocentes.

REINALDO RAMIREZ

Bucaramanga, Mayo 16 de 2007.
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