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miércoles, 20 de noviembre de 2024

Peripecias de Petro para alterar las elecciones del 2026

Mario González Vargas
La confiabilidad en el organismo encargado de dirigir el proceso electoral y determinar sus resultados es indispensable para la legitimidad del sistema democrático. En las últimas décadas han sido constantes los esfuerzos para mejorar las capacidades de la Registraduría y fortalecer los instrumentos que garanticen transparencia en las elecciones presidenciales, del Congreso y de gobernadores, alcaldes, diputados y concejales en los ámbitos departamentales, y municipales, y con ello asegurar la legitimidad de sus resultados. La expresión y concreción más certera de esos esfuerzos acompañaron la elección de Gustavo Petro a la presidencia de la República.

Por ello sorprende y preocupa que el gobierno lleve a cabo un hostigamiento reputacional y presupuestal encarnizado contra la autonomía e independencia de la Registraduría, sin asidero ni antecedentes en nuestra historia desde los tiempos del Frente Nacional. Pareciera que su objetivo sea el de minar la confianza en las reglas de la democracia, afectando su ejercicio mediante intervenciones que impacten las distintas etapas del proceso electoral.

Pero las intenciones de Petro no se reducen al ejercicio del control o debilitamiento de la Registraduría. Entiende que el debate electoral no pude versar sobre su calamitosa gestión de gobierno que la inmensa mayoría de los colombianos padece y rechaza, constatación que lo impulsa a la definición de un campo de batalla que induzca a extender una cortina de humo sobre su gestión, y sea lo suficientemente sugestiva para capturar la atención ciudadana y habilitar el despliegue de su intolerancia, el torrente de sus odios y de sus ridículas galácticas fantasías.

Maestro de la falacia, con el supuesto animo de aportar a la construcción de la paz el presidente sorprende al país con la designación como gestores de paz de los 18 más connotados exjefes paramilitares, todos perpetradores de delitos de lesa humanidad, incluyendo aún a los que todavía se encuentran en las cárceles de los Estados Unidos pagando las condenas que con la severidad que ameritaban no supimos o no pudimos imponerles en Colombia. Concederles verdad a sus pronunciamientos equivale a una abierta denegación de justicia y a una insoportable e intolerable revictimización de las innumerables personas y estamentos sociales que padecieron su violencia y salvajismo. Suponer que quienes no han entregado verdad ni reparación sean capaces de contribuciones a la paz mediante “su conocimiento y experiencia en actividades de construcción de paz y garantías de no repetición, estructuración de procesos de paz y estrategias de acercamientos con actores armados ilegales", no deja de ser una crueldad sin límites para sus innumerables víctimas y un insoportable cinismo, además de un desafiante insulto y un maligno reto a los más elementales principios de la justicia. No extraña entonces que la Corte Suprema de Justicia haya denegado toda posibilidad de libertad para Mancuso y cuestionado que se le tuviera como gestor de paz. Rechazó el beneficio de la libertad por querer favorecerlo “sin contraprestación y contención alguna, pese a la ausencia de contribución real a la verdad y la reparación de las víctimas por parte del postulado”. Nuevamente la justicia cumple con su deber y señala las exigencias que son ineludibles en un estado de derecho.

Los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles, no toleran amnistías ni indultos y exigen además de verdad, la severidad de las penas que merecen y la reparación integral de sus víctimas. El que los integrantes del M-19 hayan escapado a la aplicación de esos principios no liberan las conciencias de los que perpetraron esas conductas. Muchos honraron sus compromisos, contribuyeron a la construcción de la Constitución de 1991 y se granjearon el respeto de los colombianos que hoy no debe sacrificarse por el dogmatismo ideológico del presidente. El país anhela paz y reconciliación, sentimientos que el presidente no debe subestimar ni atropellar, si quiere perdurar, aunque sea tímidamente, en la historia de Colombia.

viernes, 15 de noviembre de 2024

La causa eficiente de la Paz

Mario González Vargas
En medio del creciente desconcierto que ha generado la mentada Paz Total con el exponencial crecimiento de las acciones militares y masacres y el consiguiente poder territorial de los distintos grupos armados ilegales, se pensó ingenuamente que la toma del Plateado por las fuerzas militares, en ejercicio conjunto, implicaba retomar la estrategia de garrote que fortaleciera la seguridad y favoreciera negociaciones que languidecían al ritmo impuesto por los delincuentes en las más de 9 mesas instaladas a las volandas y sin mayores consideraciones estratégicas.

Por el contrario, el gobierno, no solo redujo en más de 20.000 los efectivos de las fuerzas, tarea que acompañó con la devolución por el ministro de defensa de más de 800.000 millones de pesos de su presupuesto, sino que procedió a desmantelar los comandos conjuntos de excelentes resultados, con lo que aceleró la desarticulación de las estrategias de seguridad e inteligencia con las que se afectaron sensiblemente las capacidades de planeación y operacionales de las Fuerzas Militares.

El presidente y su ministro de defensa parecen no haber entendido que están obligados, si pretenden resultados favorables, a actuar en medio del enfrentamiento armado y tener como principal objetivo la recuperación del control territorial. Ajenos a cualquier consideración estratégica a largo plazo que permita nuevas lecturas políticas y los ajustes consiguientes en las acciones militares, han optado por mantener los ceses al fuego con cada organización convocada a mesa de dialogo, y a abstenerse de cualquier intervención en los enfrentamientos entre las distintas organizaciones criminales por las rentas del narcotráfico, la minería ilegal, la extorsión y el dominio territorial, sin importarles los confinamientos y desplazamientos a las que los criminales someten a las comunidades indefensas.

A nadie extraña entonces las actitudes despreciativas del Eln, o la suficiencia de alias Mordisco, o la concesión de la tarea de gestores de paz a quienes a ciencia y paciencia de la Fiscalía delinquen en libertad sin que se conozcan sus aportes a la tranquilidad de los colombianos. El resultado perverso se ha venido traduciendo en la aparición de nuevas estructuras de los diferentes grupos armados organizados, que se confrontan por el control territorial y por los negocios del narcotráfico en plena libertad, y además usufructuarios de las gabelas que desde las autoridades se les conceden.

Más grave aún resulta la continua rogatoria al Eln, que se considera a sí misma como una organización de carácter binacional, que recibe protección del régimen de Maduro, para que se decida a aceptar todas las concesiones que se le han propuesto y que implicarían una Reforma Constitucional que abarcaría el sistema económico, hipótesis que no deja de entusiasmar por igual al Clan del Golfo y a la Nueva Marquetalia, y que increíblemente no han suscitado las inquietudes que merece en las fuerzas políticas y en la propia opinión de los colombianos.

Alcanzar la paz, sumidos en esos escenarios, resulta una meta lejana para el gobierno de Petro, como se comprobó después de que la delegación del gobierno nacional y la delegación del Eln se reunieran en Caracas para discutir la situación de la Mesa de Diálogo en búsqueda de salidas a una solución pacífica entre las partes, que terminó en el anuncio de un paro armado indefinido en el Chocó, con el argumento de que la Armada Nacional patrullaba en el Chocó con lanchas artilladas y Buque de Guerra.

Llegó la hora de desprenderse de la narrativa que nos han impuesto los progresistas atinentes al conflicto armado que tantos réditos procura a los inveterados “pazólogos”, que abundan y se lucran con las negociaciones intemporales. No se puede seguir hablando de conflicto armado para justificar negociaciones cuando el narcotráfico no es un delito político, sino el combustible de la violencia y el instrumento para crecer en riqueza, en poder y control territorial que son los que blindan hoy el lucrativo negocio.

Entenderlo puede ser la causa eficiente de la paz definitiva.

martes, 5 de noviembre de 2024

Perecer o innovar, las opciones de la civilización occidental

Mario González Vargas
La comprensión de los tiempos transcurridos desde el final de la Segunda Mundial nos remite a Oswaldo Spengler y su obra la Decadencia de Occidente, en la que sostuvo la tesis de que las civilizaciones en su devenir no escapan a las etapas que son propias de la vida humana, desde su nacimiento hasta el último estadio de su existencia. Los tiempos que vivimos parecieran corresponder al declive de los valores que marcaron el génesis, el desarrollo y el eventual decaimiento de la cultura occidental y de sus fundamentos y valores que perduraron por centurias, porque se edificaron sobre elementos que recogieron a la vez enseñanzas del pasado y valores nacientes que sembraron las semillas de la nueva sociedad.

Esos nuevos tiempos se inspiraron en los mejores legados de las civilizaciones que los antecedieron, el racionalismo griego, el derecho romano y el monoteísmo judeo-cristiano. Paulatinamente, se consolidaron los elementos esenciales que han presidido desde entonces la vida de la nueva civilización: la separación de los poderes temporal y espiritual, el imperio de la ley, el pluralismo social; fundamentos de la sociedad civil que desde entonces hemos procurado conservar y mejorar a lo largo de la historia.

El respeto al individuo fomentó y perfeccionó la observancia de los derechos humanos y el reconocimiento y defensa de las libertades individuales, que ninguna otra civilización ha alcanzado en la historia y que permitieron la abolición de la esclavitud y la igualdad de género que no se observan ni se reconocen en las demás civilizaciones del planeta. Introdujo la democracia y las libertades que la sustentan y prohijó el progreso social en proporciones nunca vividas en la historia, estimuladas por la libre empresa que consolidó la creatividad y el ingenio con los que se dignificó la vida de los ciudadanos. Hoy, esa civilización prevalece en Europa, las Américas y la Oceanía y encuentra réplicas en Asia y el África, cuyos aportes son susceptibles de enriquecer nuestra civilización, hoy bajo asedio y amenazada desde el interior de sí misma por las expresiones colectivistas y estatizantes que suponen la antítesis de los fundamentos que han prevalecido en la civilización occidental.

Pareciera que occidente ha venido perdiendo la capacidad de oponerse al asalto de las civilizaciones revanchistas que la asedian, o a las imperfecciones propias que se han multiplicado por desidia propia, o por el resurgimiento con fuerza, en su propio seno, de las tesis que en el pasado reciente carecieron de aceptación, pero que hoy regresan con nuevos ropajes e identidades sugestivos, como las de “progresismo”, o de la cultura “woke” (despertar) para sumar incautos a su tarea de deconstrucción a la que ellos le confieren capacidad creativa.

A su amparo se estimula la violencia en sociedades, aún atónitas e indefensas por obra del supuesto derecho de protesta con el que se justifica y legitima el vandalismo como un derecho necesario para erradicar las inequidades enraizadas en un supuesto régimen opresor de las libertades. En el ejercicio de la política el populismo rampante se ha traducido en la desvalorización de los partidos, transformándola en vil negocio, sin relación alguna con el bien común.

Al contagio que afecta a la América Latina y golpea a una Europa dividida, se suma la incertidumbre de la elección presidencial en Estados Unidos signada por la retórica incierta y desabrochada del candidato y por los silencios de la candidata sospechosos de ocultamientos sobre sus reales propósitos.

Podemos encontrarnos en el umbral de la profecía de Benjamín Franklin: “Los pueblos de occidente tienen que permanecer unidos hasta la tumba, o labrarse la tumba por separado”. Predicción que nos concierne porque el futuro pertenece a quienes entiendan que el mestizaje se está convirtiendo en el rasgo común de las sociedades occidentales.

viernes, 1 de noviembre de 2024

Escuche los mensajes de la naturaleza para que no lo sorprendan


Por Bernardo Socha Acosta
Son reiterados los urgentes mensajes que la naturaleza nos viene dando con diferentes manifestaciones en las que se están presentando graves y grandes pérdidas de vidas humanas, bienes urbanísticos, materiales y de otras especies, pero parece que muchos no entienden ese lenguaje de la naturaleza y siguen aferrados a depredar el ambiente con distintas acciones.

Talvez es bueno recordarle a esas personas que la depredación o malversación y saqueo del medio ambiente, se comete con muchas acciones que seguramente se ejecutan por tradición pero que hoy cuando el planeta se encuentra en grave riesgo y estado de alerta, por el excesivo calentamiento, ya es bueno cambiar de actitudes, para que muchas comunidades no tengan, o tengamos, que padecer lo que ya se está viendo con los desastres por incontroladas lluvias, avalanchas, desbordamiento de ríos y quebradas, inundaciones, o grandes deslizamientos de la superficie. Y esto, sin decir nada sobre el lento rebosamiento de los océanos y mares que viene causando el descongelamiento de los trópicos de la Tierra, ubicados en el hemisferio norte y en el hemisferio sur.

Las gravísimas acciones que se cometen contra el ambiente, unas por ignorancia y otras por maldad, están minando cada día las amenazas contra nuestros entornos. Y son aparentemente simples acciones, como las quemas llamadas controladas para la adecuación de sembrados de cultivos. Esas prácticas son del equivocado pasado y hoy perfectamente se puede preparar la tierra para los cultivos sin necesidad de quemar. Otra gravísima acción es la voladura de oleoductos con las cuales se está destruyendo todo un ecosistema que incluye contaminación del agua, muerte de peces y demás especies, destrucción de los bosques y la exposición de la tierra al cáncer de la erosión. Otras prácticas atentatorias y también suicidas como las anteriores, es arrojar basuras de toda clase a las quebradas y ríos.

Y, por qué es una acción suicida. Pues porque quienes lo hacen viven en esos entornos, cerca a los mismos caudales, y cuando sobrevenga una inundación seguramente van a ser los primeros en ser afectado hasta con su propia vida. Entonces, es hora de pensar antes de hacer las cosas mal, muchas veces pensando en afectar a los demás, pero las malas acciones del ser humano, se pagan con la propia vida de los actores.

Pero esta depredación ambiental no solo ocurre en los sectores marginados y por persona sin preparación intelectual.

Es increíble que, -con todo el respeto- el alcalde de Bogotá quien debiera ser un ejemplo de admiración ambiental para el país, armara una pataleta porque el Ministerio de ambiente, a propósito de los lineamientos tomados durante las deliberaciones de la COP16, pidiera a un alto tribunal, la revisión de un proyecto vial de alto impacto (tanto positivo como negativo) con el fin de asegurarse de que no hayan fallas que afecten la armonía del ecosistema capitalino, porque es el hábitat de más de 8 millones de colombianos. Con la posición agresiva de ese mandatario capitalino, se dejó la impresión de ser Bogotá una república independiente para unas cosa, pero parte de Colombia para otras. Si esa alta corporación del orden judicial y administrativo donde se instauró la querella, da un fallo, sea el que sea, habrá que respetarlo y sus razones tendrá, si se violó la normatividad ambiental o no, pero es algo más que patética la posición del alcalde. Esa soberbia y posición de altanería y prepotencia no le lucen. Esas salidas en falso de un político no son propias de dirigentes futuristas que piensen en grande. La humildad es la clave de los buenos dirigentes…

miércoles, 30 de octubre de 2024

Petro no se tumba, se derrota

Mario González Vargas
Los colombianos, treinta meses después de la posesión presidencial de Petro se interrogan, con marcada desilusión, sobre los alcances y resultados de un cambio que se suponía redentor y que hoy, en vez de satisfacer esa ilusión, compite ventajosamente en corrupción, ineptitud y desgreño administrativo con el pasado, en proporciones inauditas, que desafían el entendimiento y confinan a los ciudadanos a padecer en escenarios de desesperanza.

En dos años se han deteriorado todos los índices sociales, de seguridad, de productividad y crecimiento, en razón a la realización de postulados ideológicos que solo practican los estados fallidos que se hunden en la miseria, y en los que sus ciudadanos agonizan bajo la amenaza de las bayonetas con las que sus gobernantes acallan todos sus lamentos. Un tinglado de la infamia que pocos acompañan, pero muchos no perciben, o se niegan a reconocer, sin capacidades aún para controvertir la paulatina erosión de nuestras libertades y el continuo desmonte del régimen democrático.

En ese contexto Petro es rey, porque desde los inicios de su gobierno, con retórica populista, alimenta la esperanza de acuerdos nacionales de sugestivos contenidos, cuya realización confía a personas con credibilidad, de los que sin embargo se desembaraza sin motivos justificados, o procura dinamitar sus trabajos antes de que se conviertan en realidades. El presidente es dueño de la agenda política, introduce los temas y alimenta las controversias, con las que suele direccionar el debate político hacia los tópicos y en los momentos por él escogidos, muchas veces sin relación con las angustias de los colombianos. En esa trampa ha caído la oposición que, por denostar, ha olvidado ilusionar e innovar en un país ávido de futuro, pero que requiere dirección y unidad.

Esas deficiencias de las diversas voces de la oposición, le han permitido al presidente convertir cada escándalo que lo afecta, que no son pocos, pero siempre recurrentes y atinentes a sus familiares y a sus más cercanos colaboradores, en sospecha de golpe de estado, urdido por los sectores que identifica como huérfanos de poder y adalides de todos los males que afectan de tiempo atrás a la nación.

Insistir en esa especie de oposición al detal carece de poder de convocatoria y no ofrece soluciones ni esperanzas en medio de un caos que supera todos los anteriores, que este gobierno supuestamente se proponía erradicar. Repetir errores es la mejor receta para el desastre.

La nueva opción debe ser incluyente, creativa y no reactiva, y símbolo de unidad. En el 2025 el régimen de inhabilidades para competir por la presidencia provocará renuncias en el alto gobierno que muy posiblemente facilitarán el carácter hegemónico de los nuevos gabinetes que no podrá ya ocultarse, como hasta ahora se ha pretendido desde el primer día de gobierno. Polarizar será el instrumento del gobernante, en espera de una oposición fragmentada por militancias en esas categorías caprichosas y volátiles de centro y derecha, que son herramientas fútiles e inútiles de discordias que anticiparían derrotas inevitables. La tontería asoma ya entre quienes consideran que la solución se halla en el centro-centro.

El país espera una propuesta que le permita escapar al desastre que implica un poder hegemónico de una izquierda estatista que, al amparo de promover derechos, los conculca. Se necesitarán altas dosis de creatividad para superar los errores del pasado y del presente que convoquen la esperanzada confianza de los colombianos en su porvenir, y no dejarse distraer por los supuestos golpes blandos que tanto fascinan a Petro y a los suyos. Petro no se tumba, se derrota en las urnas.

domingo, 27 de octubre de 2024

(Cita Bíblica) No solo de pan vive el hombre


Por Bernardo Socha Acosta
Para quienes tengan y tengamos el privilegio de asimilar con verdadero sentido humano, las acciones propuestas Y fijadas durante la Cop16, podríamos poner un granito de arenas para contribuir en la salvación del planeta y por ende de la vida, no solo de las personas sino de todo cuanto nos rodea y que se denomina ecosistema.

Luego de algunas de las conferencias en las que participaron representantes de 190 países buscando fórmulas de salvación del planeta, se fijaron directrices que se conviertan en mandato ineludible para todos.

Con razón diferentes gremios, opinaron que, mientras unos trabajan y luchan de manera desinteresada por cuidar el agua, el aire, los bosques y la fauna, otros paradójicamente y de manera completamente ignorante, realizaban marchas y bloqueos en las vías de Colombia, afectando al mismo pueblo y el futuro de ellos mismo y sus descendientes.

Alguien no se demoró en afirmar que, esos llamados lideres, erráticamente promocionan su propia época de hambre y muerte, por el azaroso porvenir de la tierra que dicen defender, talvez para el presente, pero no para el futuro.

Con estas paradojas, aquí se podría hacer un paréntesis para recordar el pasaje Bíblico: NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE… Ampliacion aquí

Los manifestantes del presente parece no mirar sino la comida de hoy, pero no miran el inmediato futuro que está en riesgo por sus acciones erróneas. Todos recuerdan que, por los cierres de vías, centenares de productores de frutas, legumbres y leche, debieron botarlos, porque no había otra alternativa. Seguramente esos alimentos le pasarán cuenta de cobro a los responsables.

Es que ya la misma naturaleza ha comenzado a dar signos de cansancio que se refleja con el calentamiento del planeta y los cambios atmosféricos bruscos, (cambio climático) donde un poco se acentúa el verano y en otra época sobrevienen heladas y lluvias descontroladas que causan inundaciones y desastres.

Pero muchas personas que seguramente no ven más allá de su frente, no realizan acciones sino para empeorar su propia existencia y la de los demás. Parece que se empeñaran con afán en precipitar las catástrofes que no están lejos de presentarse, si no hay una acción conjunta por la salvación de los bienes que tenemos (la naturaleza).

Analizando las apreciaciones de muchos críticos, hasta ahora buena parte de las llamadas marchas sociales, algunas positivas, pero otras, no han sido sino, el inicio de un erróneo camino que lleva al lugar de la excavación misteriosa del pozo suicidio, de sus actores y de las generaciones futuras.
Foto: National geographic España
Con razón muchos afirman que, el síndrome de las llamadas protestas sociales ya se salió de los objetivos humanísticos y se convirtió en, actos atentatorios que se devuelven contra sus actores para llevar ruina y más desgracia de la que ya tiene el país, atizada desde muchos años atrás por la PESTE de la politiquería y la infame corrupción.

Y ya que se habla de la politiquería e infame corrupción, los que hoy promueven esos actos con bloqueos de carreteras, debieran más bien promover y organizar un cambio estructural del congreso de la república para reducir la llegada de tantos elementos que en nada benefician al país, poque lo único que las mayorías en el legislativo hacen es absorber billones y billones del presupuesto nacional, que se debiera utilizar para inversión social de Colombia. Quizás, cuando estas personas se den cuenta de las necesidades de cambio, ya no sea demasiado tarde.

viernes, 25 de octubre de 2024

Añoranzas

Carlos Ibáñez Muñoz
E
n el horizonte observo gigantes de cemento unos más altos y voluminosos que otros que obstruyen el paisaje de colores y el verdor de nuestras cordilleras. 

Ya no veo el hilillo de humo o fumarolas que se desprendían del techo de las casas campesinas, ni la estela de pájaros, canarios, periquitos, gaviotas, cotorras y loros que con gran algarabía en la puesta del sol regresaban a sus nidos a empollar a sus pichones, ni la luz en lontananza que alumbraban los portales de los ranchos campesinos, ni las luces mágicas que como ojos brillantes y parpadeantes salían como un chorro de las linternas que alumbraban el camino.

Ya no escucho ni veo a las luciérnagas, ni los grillos, ni las ranas que en los estanques y en la oscuridad nos proporcionaban conciertos de ruidos y luces destellantes que las manos tiernas de los niños deseaban atrapar: No veo los recitales eléctricos en el firmamento, que en las tardes de lluvias precedidas por el estruendo de los truenos que nos intimidaban y nos obligaban a buscar refugio en el alero de nuestra casa y en las enaguas de nuestra madre. Ya no oigo el ruido de los radios transistores que mezclaban ruidos, voces y lenguas como el pasaje bíblico que nos confundió con dialectos, no escucho la tertulia ni el tiple de los mayores alrededor de la cena, ni sus vozarrones, ni las leyendas de la llorona o del cura sin cabeza, o del jinete en caballo negro brioso que despedía candela por sus ojos a media noche. Todo eso que contemplaba y percibían mis sentidos de niño se esfumó, los fulmino el PROGRESO.

Solo observo al frente de mis ojos moles de hierro y cemento que atrapan a seres humanos en el aire suspendidos en gajos escalonados de gran altura; solo ventanales donde asoman ojos desorbitados escudriñadores de inquilinos que quisieran escapar del encierro donde en sus diminutas terrazas añoran la montaña sembrando dos o tres matas que riegan en las mañanas y les hablan con nostalgia.

Son almas en pena llenas de dolor e incertidumbre agobiadas por sobrevivir en medio del caos y del miedo luchando por el mendrugo diario. Seres despiadados insensibles al dolor de los demás y ausentes de civismo y solidaridad, absorbidos por el tecnicismo que los enmudece para darle paso a las falanges de los dedos que se comunican digitalmente haciéndolos ausentes e introspectivos en el hogar donde no cruzan palabras de amor y comprensión.

Y para completar hace rato se les perdió la luna, las estrellas y los serpeantes y fugaces luceros de colores que cruzan el espacio en las noches limpias,porque el chorro de luz ascendente de sus estatuas de hierro y masas de cemento eclipsó el firmamento. Añoro mi pasado y mi niñez y tratare de sobrevivir mientras regreso al campo de mis mayores.

CARLOS IBAÑEZ MUÑOZ desde el balcón de mis pensamientos. 

miércoles, 23 de octubre de 2024

Piden regulación al abuso del bloqueo de carreteras

Estos actos violan la constitución sobre la libre locomoción, dicen voceros gremiales

Por Bernardo Socha Acosta
No se equivocan ni un ápice, quienes opinan acerca de los flagrantes delitos contra el sagrado derecho de la protección ambiental como fundamento del derecho al futuro de la humanidad.

Entonces, ¿quiénes se convierten hoy en los violadores de los derechos de la naturaleza y, del futuro de los seres humanos?

Pues a partir de la realización de la Cop16 y de varios pronunciamientos hechos por las altas Cortes de justicia, quienes insistan en apropiarse del suelo protegido como reserva del agua y del conjunto que incluye el ecosistema ambiental, están incurriendo en gravísimos delitos que tanto los gobiernos como los legisladores deberán pronunciarse para hacer cumplir las normas, por encima de intereses particulares.

A propósito de los violadores del derecho de los demás, los gremios y consumidores colombianos se pronunciaron duramente, contra los que han venido bloqueando las vías e impidiendo la libre locomoción y afirmaron que eso no podrá seguir ocurriendo en el país. 

Foto: W Radio
Pidieron a quienes les corresponde, velar por la normalidad de los colombianos, quienes están siendo víctimas de unos pocos, que sin respeto deciden cerrar la libre locomoción, que es uno de los derechos FUNDAMENTALES que consagra la constitucional. (artículo 24 de la Constitución Política. Este artículo establece que los colombianos pueden circular libremente por el territorio nacional, entrar y salir de él, y permanecer y residenciarse en Colombia).

Los juristas, enfatizaron que quienes han bloqueado la libre locomoción, no solo han transgredido la normatividad, sino que han atentado contra los derechos del sustento y la salud, porque el bloqueo de las vías cierra toda posibilidad de llevar alimentos y medicinas a donde se requieren.

En tal sentido, las opiniones generalizadas piden al gobierno, cualquiera que sea, y al Congreso de la república, ponerle regulación al abuso que comete cualquier comunidad al determinar cerrar la movilidad del país, sin que haya autoridad alguna que proteja la subsistencia y la vida de la mayoría de colombianos.

Los observadores gremiales y consumidores de alimentos y medicamentos, sostuvieron que quienes cierran las vías para propender por las explotaciones mineras en zonas protegidas, están incurriendo en varios delitos, como son: atentar contra los derechos de la naturaleza (ya establecidos) y contra el futuro de la humanidad y contra la libre locomoción.

Realidades y desafíos de las elecciones del 2026

Mario González Vargas
Una vez consumado por el gobierno de Maduro el grosero fraude con el que se robó las elecciones que le fueron adversas por amplísimo margen, todo parece indicar que el régimen, con el paso del tiempo, logrará permanecer en el poder. No fueron suficientes las pruebas aportadas y reveladas por el Centro Carter, consistentes en las actas fidedignas que demostraban la clara victoria del candidato de la oposición, para que se entendiera la inutilidad de esperar del régimen la difusión de las mismas que, con ingenuidad candorosa, solicitaban los presidentes de Brasil, Colombia y Méjico para reconocer la decisión del CNE de proclamar a Maduro como presidente electo. La pronta defección de López Obrador y el silencio de Lula condenaron a Petro a la espera de lo imposible. Lo aprovechó el expresidente Santos para marcar distancia con el gobierno: “Colombia puede hacer muchísimo más de lo que está haciendo, porque no está haciendo nada frente a Venezuela. La posición de Colombia ha sido ambivalente, infortunadamente ha dicho que se está prestando para poder mediar, pero hay un momento donde la mediación se vuelve complicidad” e insistió en una transición pacífica y efectiva que cada día aparece más improbable.

El volátil escenario se vio sacudido por obra del informe de la Misión Internacional Independiente de la ONU que señaló al gobierno de Maduro de haber cometido crímenes de lesa humanidad durante y después del proceso electoral, entre ellos asesinatos, desapariciones forzadas, actos de tortura y violencia sexual y de género, perpetrados por las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia, aún en contra de niños, niñas, adolescentes y personas con discapacidad. A la Corte Penal Internacional le corresponde adicionar estos delitos al expediente que tiene abierto desde hace varios años contra Maduro y las cúpulas políticas y militares del régimen, y emitir las correspondientes ordenes de captura. Decisiones oportunas realzarían el controvertido prestigio de la CPI y su tarea en un mundo convulsionado por conflictos bélicos de consecuencias insospechadas.

Lograr una solución pronta para el retorno de la democracia en Venezuela resulta necesaria para la paz y seguridad hemisféricas y absolutamente indispensable para Colombia, para no verse concernida en conflictos orbitales que se repliquen en sus propias fronteras, susceptibles de polarizar aún más la política nacional, y cuyos desenlaces escaparían a su capacidad de resolverlos. Por ello, la falta de resolución de la fraudulenta elección presidencial y la permanencia ilícita del usurpador Maduro en el poder, impactarán severamente las elecciones del 2026 en Colombia, como también lo harán las repetidas afectaciones al acuerdo nacional propuesto por el ministro Cristo, y que el mismo presidente se encarga de dinamitar. El retorno de Leyva a Miraflores, con mandatos ocultos, debilitan, alteran y afectan innecesaria y profundamente las gestiones del canciller Murillo, cuyo acierto se evidencia en las groseras y constantes descalificaciones que le dispensan Diosdado Cabello y el canciller venezolano.

Petro parece irresoluto en sus preferencias en materia de candidaturas, no por dubitaciones que no son propios de él, sino por su errático y caprichoso comportamiento que desconcierta a los propios y entrega insumos a una oposición que hasta el día de hoy no ha encontrado aún rumbo, cohesión y mensajes para vencer en las elecciones del 2026. El presidente se siente solo, y a falta de una coalición “progresista” Petro-santista que él mismo dinamita, buscará atrincherarse con los sectores más conspicuos del progresismo, en la que seguramente sumará a todos los beneficiarios de la supuesta paz total para hacer realidad la deconstrucción de la democracia y de las libertades que les son propias. Impedirlo exige unidad y claridad conceptual que no se deben feriar en dubitaciones sobre el sombrío futuro que nos quieren recetar.

lunes, 21 de octubre de 2024

La parcelación del territorio y la pérdida de soberanía nacional

Mario González Vargas
La Paz Total de Petro será registrada por la historia como el mayor ejemplo de improvisaciones desorbitadas que supusieron el más grande peligro que hayan enfrentado la soberanía nacional y la integridad del territorio. Carente de toda capacidad estratégica, Petro y su ministro de defensa, desde el inicio de los numerosos procesos de negociación de paz, optaron, pronta y unilateralmente, por otorgar beneficios que suelen darse en las fases finales de las negociaciones. Sin mayor concertación de agendas de negociación, se han apresurado en conceder a cada organización criminal, gratuitamente y sin obligaciones reciprocas, ceses al fuego, liberándolas de la acción militar de las Fuerzas Armadas y abriéndoles la puerta para disputarse entre ellas el control de vastas regiones del país. Para ganar crédito, se defenestró al alto mando del ejército, y se asumió el control de la Policía, sujetos a la voluntad de un ministro de defensa sin credenciales para esa labor y reconocido por su animadversión a la Fuerzas Militares.

El acuerdo con las Farc ni logró ni auspició la paz en Colombia. Por el contrario, dio lugar a la aparición y crecimiento de múltiples organizaciones armadas que se han fortalecido en los territorios al amparo de mesas de conversaciones de paz improvisadas, en las que el gobierno se ha distinguido por su incompetencia y benevolencia, que hoy se suman a la preexistente con el Eln, y que se han convertido en instrumentos de consolidación de hegemonías territoriales. Con ello, esos diálogos infructuosos que se eternizan, redundan en el constante empoderamiento de los delincuentes y han degradado la acción del gobierno, hasta el punto de aparecer consintiendo el crecimiento de las acciones criminales de sus contertulios. La multiplicación de las masacres, el reclutamiento forzado de menores, la sujeción de las comunidades y el fortalecimiento de las capacidades criminales y de la impunidad, autorizadas por la quimera de una paz total, se han convertido en un infierno para las poblaciones abandonadas a la triste suerte que les dispensa un gobierno atolondrado e insensible, cegado por una ideología desueta que condena a la Fuerza Pública a la inacción y hace impracticables las tareas de Monitoreo y Verificación, supuestamente diseñadas para evitar y denunciar los excesos de los nuevos dueños de los territorios.

Una reconfiguración del territorio está en curso y explica las confrontaciones entre las diferentes organizaciones criminales que se multiplican en el país, mientras las Fuerzas Militares y la Policía Nacional, disminuidas en su potencial de combate, limitadas en sus capacidades de inteligencia, en su armamento y en la naturaleza de sus operaciones por decretos del gobierno, que restringen sus capacidades, instrumentos y presupuestos, se encuentran constreñidas y debilitadas en el cumplimiento de sus misiones y de las legítimas tareas que la Constitución y la ley les confieren para la conservación de la paz, la defensa del territorio y la integridad de las instituciones democráticas que enmarcan la vida y libertades de los colombianos.

Los planes estratégicos de los empoderados delincuentes apuntan al control de los territorios para fortalecerse con los recursos naturales, cultivos de coca y explotación de la minería ilegal, no solo como fuente de financiación de sus operaciones armadas y sus capacidades terroristas, sino también para fungir como dispensadores de bienes y servicios de subsistencia que perpetúen su dominación sobre las comunidades de los territorios bajo su control.

Nunca en el pasado, los colombianos habíamos sido confrontados a peligros tan amenazantes para la soberanía e integridad territorial de la nación. Los reiterados ataques a varios municipios son expresiones inequívocas de la voluntad de los terroristas de parcelación del territorio en nuevas entidades bajo su control, antesala del desmembramiento de la nación colombiana.

Urge evitarlo, porque nos hallamos cerca del punto de no retorno.

miércoles, 9 de octubre de 2024

Las elecciones en Venezuela no es solo un problema de actas

Mario González Vargas
La revelación de más del 80% de las actas de escrutinio de las elecciones presidenciales en Venezuela por la representante del Centro Carter, en reciente sesión del Consejo Permanente de la OEA, debe poner fin a la inútil expectativa de que el CNE de Venezuela proceda a la divulgación de las mismas. Actuando en su condición de observador electoral, debidamente invitado y reconocido por el gobierno de Venezuela, explicó que esas actas que arrojan la victoria de Edmundo González son “originales y, tienen un código QR que es significativo y que les permiten a los testigos de miles y miles de mesas recabar información de manera sistemática". Además, indicó que la "falta de transparencia del CNE venezolano y su negativa para brindar los datos de las mesas de sus máquinas y de las actas para explicar la declaración de un ganador no cumple los estándares internacionales".

La claridad del dictamen del Centro Carter obliga a una nueva reflexión del gobierno colombiano que no debe persistir en su posición de que “si no hay presentación de las actas, no hay reconocimiento”, más aún cuando el canciller Murillo ha expresado que “hay serias dudas de legitimidad y legalidad que se tienen que disipar”. La grosera reacción del ministro Iván Gil contra el canciller Murillo, en la que con desmedida impropia de su cargo expresa: "Canciller Murillo, ni usted ni ninguna institución colombiana tienen el derecho y mucho menos la moral para hablar de Venezuela”, acusándolo de "injerencias groseras de buscar titulares que solo disfruta la derecha paramilitar y fascista", resulta torpe señalamiento para justificar el latrocinio de las elecciones.

La paz y el regreso de la democracia en Venezuela importan a todo el hemisferio y son especialmente vitales y determinantes para el futuro de Colombia. No en vano hemos procurado coexistencia pacífica y colaborativa con la dictadura chavista, a pesar de la volubilidad de sus gobernantes, de los intereses hemisféricos y extra continentales encontrados que la han caracterizado, y del albergue que han dispensado a varias de las organizaciones armadas ilegales colombianas. Hoy esa volátil convivencia se halla bajo prueba, no solamente por el ignominioso fraude electoral, sino también por los efectos del conflicto en el Medio Oriente que tiene capacidad de metástasis en el continente americano y cuyos alcances no deben subestimarse, ni mucho menos ignorarse. A pesar de su estruendosa derrota electoral, Maduro goza del apoyo y presencia en Venezuela, de Cuba, China, Irán y Rusia y de la organización terrorista de Hesbollah, unidos por su inagotable propósito de desaparecer a Israel de la colectividad de las naciones.

El presidente Petro ha tomado partido a favor de esa heteroclitica coalición cuyos efectos limitarán los contenidos y capacidades de Colombia por la paz y seguridad hemisféricas y acrecentarán las amenazas de violencias y conflictos de las que seremos más víctimas que beneficiarios, porque por obra de erráticas e ideológicas decisiones y concepciones, no contamos hoy con capacidades militares disuasivas, ni sus fines se corresponden con los más altos intereses nacionales.

Los pesos y contrapesos que en el pasado han logrado conjurar amenazas de conflictos devastadores no asoman hoy, como que pareciera que cualquiera que sea el resultado de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, no se anticipan las capacidades para enfrentar los retos del presente.

En los escenarios que podrían convertirse en realidad, las elecciones democráticas serían restringidas, o se haríán imposibles, asegurando la continuidad de los inamovibles gobernantes para desgracia perpetua de sus gobernados.

domingo, 6 de octubre de 2024

Un Renacimiento para el mundo en que vivimos

Mario González Vargas
El propósito de deconstrucción sistemática que ha adelantado el gobierno de Petro en ejercicio de fidelidad a su trasnochado ideario ideológico, ha resultado tan pernicioso como avasallador, como que le ha permitido imponer la agenda política en un escenario que desconcierta a sus opositores, inmóviles y aturdidos ante la recuperación de las fórmulas que, en el pasado aún reciente, escenificaron la inmolación de los pueblos sometidos a sus engañosas promesas. Habilidoso en el uso de la mentira, se ha valido del desconcierto que alimenta para desplegar promesas e ilusiones ante la dubitación de quienes aún no hallan ni la fuerza ni los mensajes necesarios para caracterizar y controvertir la hecatombe en curso.

Se vale, como muchos otros aprendices de sátrapa, del desconcierto que crece al unísono en un mundo que parece indefenso ante las incógnitas que distinguen los tiempos de crisis de civilización, para propagar una narrativa apocalíptica valido de la angustia que suele prevalecer en tiempos de cambios de época y de obligado tránsito a nuevos paradigmas que sustenten las exigencias de las realidades que tardan en ocupar el pensamiento y determinar las acciones que exigen las mutaciones que se avizoran. Para consumo popular, se autodenominan progresistas, apelativo que no les exige creatividad alguna, porque solo persiguen reinstalar las deficiencias del pasado bajo patronímicos de nuevo cuño. Necesitan de la polarización para hacer más violenta pero menos creativa la contienda, como lo demuestran muchas de las propuestas en curso, desde la apología del decrecimiento hasta la de una paz incierta, con la cesión de la seguridad a las organizaciones criminales y el abandono de la defensa de los derechos humanos en los organismos internacionales a manos de cuantos sátrapas pretendan sofocar el ejercicio de las libertades.

Petro, al unísono con muchos otros de sus congéneres, se ha desgastado inútilmente en el estéril ejercicio de buscar responsables del decaimiento que vivimos, como si sus metas no correspondieran a la marchita voluntad de petrificar la política en categorías desuetas de izquierda y derecha que no cobran vigencia con agregarle un centro, apelaciones hoy esotéricas que no dejan de representar militancias para exacerbar la contienda por el poder, y aun agregándole la condición de extremos, para tratar de excusar lo inexcusable: la decrepitud del pensamiento en el ejercicio de la política que termina por enseñorear el recurso a la exclusión.

El mundo debería procurar un Renacimiento fruto de la capacidad de entender las exigencias que asoman con su versátil capital de formulaciones y soluciones que estimulen la hoy maltrecha capacidad de escapar de un presente que agoniza, como si sus dirigentes se contentaran con las caricaturas de sí mismos. Es el triste telón de fondo que se ha impuesto en las últimas décadas en los órganos de la ONU, y que aún parece persistir en obligar a las naciones al colectivismo y al estatismo que lo administra, y que en menos de 50 años sembró pobreza y violaciones sistemáticas de los derechos humanos en las sociedades que las adoptaron, como en las que se vieron forzadas a padecerlas.
Se trata de la reedición del viejo propósito que pretende reglamentar la vida de las naciones, fundado en la coerción al derecho a la libertad, atributo fundante e inalienable del ser humano, y cuya transgresión desnaturalizaría el valor inalienable de la vida en la especie humana.

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