Voté por Petro, lo hice a conciencia hastiado de la ineficiencia y mediocridad de los últimos gobernantes, añorando a los de antes que eran verdaderos estadistas, anhelando a la izquierda liberal dentro de la cual me formé políticamente.
Petro cautivó, diagnosticó al país acertadamente y nos mostró sus miserias y los culpables de la misma en los últimos 70 años. Propuso un cambio que restableciera el valor del ciudadano e hiciera una patria más justa e igualitaria.
Por eso voté por el, pensé que las cosas cambiarían y que enrumbaría al país por nuevos caminos certeramente. PERO ME EQUIVOQUÉ, una cosa va del dicho al hecho, a Petro lo domina su personalidad y esta no le permite consensuar, dialogar, ceder, ponerse de acuerdo para sacar adelante sus propuestas, es la talanquera que no lo deja avanzar, su personalidad es su peor enemigo y opositor.
La izquierda desaprovechó quizás esta única oportunidad, busco un ideólogo, un activista más no un gobernante y por eso se precipita al desastre y con ello los gobernados que observan como encalla el barco presidencial.
La imposición no puede ser el verbo rector del gobierno , las reformas que se tramitan deben ser expuestas al diálogo y concertación con todos los actores, se debe respetar la autonomía y decisiones del Congreso de la República por el cual votaron 16 millones de colombianos. Fundamental tener en cuenta las iniciativas y planteamientos de los gremios, la academia y los sectores sociales, rescatar lo positivo de las políticas públicas en el manejo del Estado construidas hace décadas, brindar garantías y respetar la independencia y acatar las sentencias de la rama judicial y las altas cortes, en fin, honrar el estado de derecho.
Con soberbia, prepotencia, vocación mesiánica, camorra y polarización no se puede gobernar al país. Ojalá rectificara para el bien de colombia pero creo que no le alcance el tiempo; renovar su personalidad anclada en frustraciones y resentimientos y colmada de sueños no se logra en pocas lunas, se necesitan muchas.
La patria necesita un gobernante sensato, prudente , conciliador , diplomático, dialogante, planeador y sobretodo desprendido de los súper egos que atropellan y socavan la concordia de la sociedad.
Mientras tanto que el arquitecto del universo ayude a guiar al país y le de al presidente sensatez en sus últimas calendas de gobierno.
Carlos Ibáñez Muñoz
Exalcalde de Bucaramanga
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