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miércoles, 23 de abril de 2008

SÍ A OTRA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE



Por Horacio Serpa

El país se encuentra sumido en una enorme crisis institucional. A la ilegitimidad del Congreso, ante la fuerza del proceso de la parapolítica, se han sumado nuevos nubarrones de denuncias y revelaciones de hasta dónde han llegado los tentáculos del paramilitarismo en la institucionalidad.

El número de congresistas presos crece todos los días. La Picota no da abasto para más huéspedes. Y las declaraciones de los jefes de las autodefensas y de sus aliados políticos ante la Corte anuncian nuevas detenciones. El testigo estrella de la Corte Suprema, Rafael García, ha prendido nuevamente el ventilador y ha corrido la cortina de la infiltración: parece que pocos se salvan del poder corruptor y macabro de los señores de la guerra.

¿En qué momento Colombia se convirtió en un narcoestado, infiltrado hasta los tuétanos por el paramilitarismo? ¿Por qué tantos hombres y mujeres de la élite se dejaron corromper por el dinero fácil y el poder efímerode las armas?

La verdad es que la solución no llegará con pañitos de agua tibia. Un dragón de 7 cabezas no se mata con cachetadas. Hay que eliminarlo con soluciones drásticas. La primera medida es restablecer la legitimidad de nuestra democracia, en entredicho por todo cuanto está ocurriendo.
Pero para ello hay que mirar más allá de una simple reforma política. No se necesitan sillas vacías, sino muchas urnas llenas. De gente que participen en un proceso abierto, transparente y de largo aliento, que nazca del reconocimiento de que la democracia requiere un nuevo aíre, un nuevo rumbo, nuevos liderazgos.
No se requieren pequeñas reformas, nacidas de la coyuntura, con pactos para guardar las imágenes. Lo que el país está viviendo es la peor crisis de su historia. Una Constituyente es la salida. Y para ello se tienen que convocar a toda la nación. Una ANC que interprete el querer del pueblo, y la rica diversidad nacional. Que defienda la tutela, la Corte Suprema de Justicia, la Corte Constitucional, la Fiscalía y la Defensoría del Pueblo. Que relegitime lo que los paramilitares mancharon; que nos permita levantar la caray conocer la verdad.

Es un error pensar que una reforma de afán y de unos pocos pueda enderezar el camino. Nadie aceptara que se despoje a la Corte Suprema de sus funciones y que un nuevo tribunal se abrogue sus derechos. En un mundo globalizado no se aceptara que se castigue a una Corte valerosa que ha mantenido la institucionalidad y ha impartido justicia.

Hay que pensar en grande. Esta crisis prolongada por la detención a cuenta gotas de la clase política afecta a los paras, tiene que ser mirada con responsabilidad. Lo que está en juego no es el prestigio de los partidos, ni el de los congresistas, sino la vida de nuestra democracia y nuestras instituciones. Colombia se ha vanagloriado por años de su estabilidad democrática, es hora de que se vanaglorie de su legitimidad institucional.

No estoy renegando de la Constitución de 1991. Se requiere una constituyente para que reafirme su grandeza y evite que siga su descuartizamiento, al peor estilo paramilitar.
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