Horacio Serpa
Hace unos años se decía que las cosas se ponían "color de hormiga" cuando adquirían características de gravedad. Así se está poniendo la situación política. Color de hormiga culona, por las enormes dimensiones que está tomando.
La parapolítica, la farcpolítica, el narcotráfico, la llamada "reformita", el cierre del Congreso, la descalificación de los partidos, el caótico entorno internacional, la reelección, la propuesta constituyente, el "choque de trenes", las extradiciones, son una agenda demasiado pesada que nadie sabe para dónde va. Colombia parece un corcho en un remolino.
Lo que sea, debe estar en la ruta de lo consecuente y legal. No hay lugar para más desajustes. No caben más confrontaciones, ni descalificaciones, dentro de lo institucional. Llegó la hora de que cada quien haga su aporte, empezando por hablar claro a objeto de que las suposiciones y las especulaciones no sigan ahondando la crisis.
Por mi parte, trato de no meterme en honduras, ocupado como estoy en el propósito de hacer la tarea que me corresponde en Santander.
Por ejemplo, me han pedido que apoye la reelección para Alcaldes y Gobernadores. Mi respuesta es que no estoy de acuerdo con la reelección.
Por otro lado, respaldo sin condiciones a la administración de justicia y me someto a sus decisiones, a plena conciencia de los pleitos en que me están metiendo.
Mi elección como gobernador está demandada ante el contencioso administrativo.
Se me acaba de abrir proceso disciplinario en la Procuraduría porque me posesioné el 30 de Diciembre del año pasado ---con efectos a partir del primero de enero del presente--- y no lo hice en la capital sino en un corregimiento.
Se me abrió investigación preliminar en la Fiscalía porque fui a hablar con Castaño para que no asesinara a Piedad Córdoba. Lo hice con autorización del gobierno y a plena luz del día. Muy bien acompañado, por cierto, entre otros por el entonces Defensor del Pueblo doctor José Fernando Castro Caycedo, cuya reciente muerte lamenté muchísimo.
Un tal "panadero", de quien dicen que primero fue guerrillero y luego paramilitar, criminal confeso, dijo en una declaración judicial que me había visto hablando con subversivos, como infinidad de veces lo hice, representando la autoridad civil y política, durante mi lucha por la paz en más de 20 años, sin nunca faltar a mis deberes legales ni cívicos.
Hasta la suspicacia de importantes periodistas me ha puesto en la picota, diciendo que como soy amigo de Ramón Ballesteros, abogado de Yidis Medina, barranqueña como yo, alguna participación debo tener en ese testimonio. Definitivamente no. Para nada. Ni me interesa, ni he tenido relación personal o política con mi paisana. Todos saben que, como los toros de casta, embisto de frente. También saben que en esta época no estoy en el ruedo de los asuntos políticos.
Total, ni guerrilla, ni paramilitares, ni Yidis. Siempre con la ley y ahora solo con Santander, hasta cuando "San Juan agache el dedo".
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