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martes, 3 de junio de 2008

EL CASO DE JUAN MANUEL


Por: Horacio Serpa

Si hay una persona seria, responsable, honrada, constructiva, leal, altruista, diligente, de buenos sentimientos y ejemplar comportamiento familiar y social, es Juan Manuel López Cabrales.

Honra la política y el servicio público. Es de los que se pueden mostrar para hacer ver que en la política hay gente sana, trabajadora y consagrada. En el Liberalismo es insignia de lo que debe ser un dirigente confiable.

Tiene votos. No comprados, ni negociados. No los consiguió por presiones, ni en convenios criminales. Nunca vendió el alma al diablo. Pertenece a una dinastía de políticos sanos, que crearon en Córdoba un espacio liberal y ejercieron durante medio siglo pulquérrima actividad pública. Su padre Libardo fue un dirigente siempre victorioso, al igual que su tìo Edmundo, quien sigue dando cátedra de inteligencia carácter y dedicación.

Juan Manuel hizo honor a su sangre y siguió en la política. Pero no se durmió sobre los laureles familiares, sino que demostró con trabajo y buenas actitudes que hay políticos honestos y cumplidores. Logró con esfuerzo lo que todos los políticos anhelamos: que lo adoraran sus seguidores y lo respetaran sus contradictores. Su esposa Arlet es una mujer extraordinaria que secunda su labor con dinamismo, inteligencia y coraje.

Juan Manuel no llegó al Senado por presiones u órdenes de Mancuso. Al contrario, lo logró limpiamente en contra de sus designios y de los intereses del paramilitarismo. Es tal el liderazgo que tiene entre los Cordobeses y la fortaleza de su movimiento, que el año pasado, estando preso en Bogotá, ganó de nuevo las elecciones en Córdoba.

Es un valiente. Muchos sabemos que Mancuso le prohibió respaldarme como candidato a la Presidencia, lo que rechazó frontalmente. Siguió apoyándome y respaldando mis denuncias a los atropellos de los paramilitares, que muchas veces expuse a su lado, con su gente, en público, sin que nunca se me hubiese sugerido que moderara mis señalamientos.

Me consta la difícil situación sufrida por Juancho y su gente por la intransigencia del paramilitarismo. Como amigo y jefe del Partido viví sus tribulaciones. Muchas veces temí por su vida. Supe paso a paso las razones por las cuales Juancho terminó en la reunión de Ralito, a cuyos designios nunca se doblegó. Al contrario. Siempre hizo saber su distancia con los paramilitares que azotaban la región, por lo que Mancuso ordenó su muerte.

El Senador Juan Manuel López Cabrales comparece al juicio que se le adelanta por nexos con los paramilitares. Hubiera podido eludir a la Honorable Corte renunciando a su investidura. No lo hizo porque tiene responsabilidades con su gente, su tierra y su partido, porque ama a su familia y quiere que su inocencia se demuestre al más alto nivel, y porque es hombre de honor que respeta a la justicia.

Colombia requiere políticos como Juancho, por quien es un orgullo meter las manos al fuego. A la sala de audiencias le envío mi solidaridad, mi respeto y mi cariño de compañero y amigo.

Bucaramanga, 4 de Junio de 2008 . Volver a Inicio >

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