HORACIO SERPA
El espíritu de la Navidad llegó a Colombia esta vez con buenas noticias sobre seis colombianos secuestrados por las FARC, que podrían ser liberados en los primeros días del próximo año, luego de largos años de horror y padecimiento en medio de la selva.
La decisión de las FARC corresponde al llamado de un grupo de personalidades liderados por Piedad Córdoba, que han cruzado cartas, en los últimos meses, con la comandancia de esa organización guerrillera. El Gobierno ya autorizó la intermediación de la Cruz Roja en ese proceso, pero desestimó la presencia de personalidades internacionales.
Lo importante, sin duda, no es a quien la guerrilla entrega los plagiados, ni hacer de ese hecho un show mediático, sino que los retenidos regresen de la muerte en vida con plenas garantías, se reencuentren con sus familias, sean curados de sus enfermedades, retomen el rumbo de sus destinos a la mayor brevedad y le devuelvan la esperanza de libertad a quienes permanecen cautivos sin misericordia desde hace 11 años.
El espíritu de la Navidad llegó a Colombia esta vez con buenas noticias sobre seis colombianos secuestrados por las FARC, que podrían ser liberados en los primeros días del próximo año, luego de largos años de horror y padecimiento en medio de la selva.
La decisión de las FARC corresponde al llamado de un grupo de personalidades liderados por Piedad Córdoba, que han cruzado cartas, en los últimos meses, con la comandancia de esa organización guerrillera. El Gobierno ya autorizó la intermediación de la Cruz Roja en ese proceso, pero desestimó la presencia de personalidades internacionales.
Lo importante, sin duda, no es a quien la guerrilla entrega los plagiados, ni hacer de ese hecho un show mediático, sino que los retenidos regresen de la muerte en vida con plenas garantías, se reencuentren con sus familias, sean curados de sus enfermedades, retomen el rumbo de sus destinos a la mayor brevedad y le devuelvan la esperanza de libertad a quienes permanecen cautivos sin misericordia desde hace 11 años.
El plagio de estos compatriotas ha sido una tragedia nacional que no ha tenido la dimensión correcta. Ni siquiera en países con conflictos más antiguos y enconados, como el de Israel y los palestinos, se han padecido secuestros tan largos ni la intransigencia ha sido tan profunda frente a un intercambio humanitario. Hace apenas unos días, precisamente, Israel liberó de sus cárceles a más de 230 guerrilleros, como un gesto de buena voluntad hacia el presidente de la Autoridad Palestina (ANP), Mahmud Abbas.
El intercambio humanitario no puede congelarse para siempre, ni meterse debajo del tapete. Alguien tiene que ser capaz de abrir esa puerta, para que por ella crucen los colombianos que permanecen amarrados a los árboles, encadenados como animales, enfermos y humillados por la guerrilla. No hacerlo, es prolongar indefinidamente el sufrimiento de quienes padecen ese delito. Esperar la victoria militar o el fin de las FARC es ilusionismo.
Quizá si algo deba pedirse en esta Navidad, por cierto tan fría y empobrecida para millones de compatriotas afectados por las pirámides y la crisis, es rescatar el ánimo reconciliador y el liderazgo pacifista perdido en estos meses de falsos positivos, operaciones jaque y relevo de la cúpula militar.
Un país como el nuestro no puede olvidar a sus secuestrados. Quienes han vuelto de esa larga noche nos han contado lo suficiente de su tragedia como para avergonzarnos como nación por su sufrimiento.
Tenemos que insistir, sin derecho a cansarnos, para que los policías, soldados, políticos, y todos los demás plagiados recuperen la libertad.
Es muy buena noticia saber que Alan Jara, Sigifredo López y cuatro miembros de la Fuerza Pública vienen de regreso a casa. Pero es triste saber que otros cientos seguirán pagando con su vida el cruel destino de Colombia, perdida en los laberintos de la guerra, asfixiada en una tragedia humanitaria, con una democracia amenazada y una economía quebrada. Necesitamos una Navidad humanitaria, para consolarlos y creer en el mañana. Volver a Inicio >
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