Colombia, miércoles 7 de octubre de 2009 Fuente: elnuevosiglo
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Quito fue sede del X Foro de Biarritz, que cada dos años reúne a líderes de Europa y América Latina para hallar escenarios de desarrollo e integración. En esta oportunidad delegados de quince países estuvieron presentes del 30 de septiembre al 2 de octubre pasados, debatiendo el futuro de las relaciones entre los dos continentes.
El foro es una iniciativa del Alcalde de Biarritz, Didier Borotra, que cuenta con el apoyo del gobierno del País Vasco, la Corporación Andina de Fomento y la Corporación Escenarios, que lidera el ex presidente Ernesto Samper.
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Quito fue sede del X Foro de Biarritz, que cada dos años reúne a líderes de Europa y América Latina para hallar escenarios de desarrollo e integración. En esta oportunidad delegados de quince países estuvieron presentes del 30 de septiembre al 2 de octubre pasados, debatiendo el futuro de las relaciones entre los dos continentes.
El foro es una iniciativa del Alcalde de Biarritz, Didier Borotra, que cuenta con el apoyo del gobierno del País Vasco, la Corporación Andina de Fomento y la Corporación Escenarios, que lidera el ex presidente Ernesto Samper.
La integración fue el tema que nos permitió a un grupo de colombianos reunirnos con el Presidente de Ecuador, Rafael Correa, y hablar sinceramente sobre la necesidad de descongelar las relaciones bilaterales y darle una nueva oportunidad a la diplomacia.
Sería necio no aceptar que en Ecuador se respira un fuerte anticolombianismo. El bombardeo al campamento de Raúl Reyes ubicado en territorio fronterizo y la muerte de una veintena de guerrilleros, incluido un ciudadano ecuatoriano, en marzo de 2008, dejaron huellas imborrables en la memoria de pueblo y la dirigencia del vecino país. La integración se ha venido a pique con nefastas consecuencias para el comercio, el tránsito de personas y mercancías, pero sobre todo, para la paz regional.
Luego de año y medio de desencuentros y una línea rota entre Bogotá y Quito, la diplomacia está tomando las riendas de la situación. Y los cancilleres de ambas naciones han iniciado, con el beneplácito de sus presidentes, el camino del retorno a la normalidad. Algo que ojalá suceda pronto.
El Presidente Correa nos expresó con sinceridad su visión de los hechos. En tono vehemente ratificó que nunca ha tenido relaciones con las Farc, una acusación que le mortifica y sirvió de insumo a sus enemigos políticos, y que jamás olvidará la violación de su territorio por parte Colombia. Él sabe, sin embargo, que en estos tiempos modernos no se puede renunciar a la integración. Por ello está dispuesto a abrirle la puerta a la diplomacia y a recibir de Colombia pruebas irrefutables de distensión que permitan gradualmente restablecer la confianza.
Correa ha optado por permitir que fluya un lenguaje que facilite el entendimiento. Sin improperios a Colombia ni a sus mandatarios, pero sin renunciar a medidas de protección comercial que considera necesarias dada la crisis económica mundial.
Para el joven y carismático mandatario ecuatoriano es imposible renunciar a la democracia en aras de cualquier proyecto personal. Su visión del Estado no pasa por intervenir el sistema judicial; por eso dijo que respeta a la justicia y que no puede hacer nada para impedir que se siga el trámite al ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos. No obstante, digo, Colombia sabrá utilizar los recursos del caso.
El Foro de Biarritz sirvió para que Correa escuchara la voz de quienes creemos que Colombia y Ecuador estamos destinados a convivir en paz. Una paz que necesita aliados a lado y lado de la frontera.
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