Se pifiaron los de Centro
Democrático cuando escogieron el tema electoral para inaugurarse en el Senado
con un debate de control político. Pensaron descalificar al gobierno del
Presidente Santos señalando supuestas irregularidades oficiales en las elecciones
al Congreso y en las presidenciales, sin imaginarse que la bancada de la Unidad
Nacional contaba con informaciones, cifras y análisis que volvieron polvo las
imputaciones uribistas. Todo fue tan incierto, tan fútil en las pretendidas
acusaciones, que hasta el uso de camisetas amarillas por parte de algunas personas
innominadas en Medellín, se presentó como prueba reina de los atropellos
gubernamentales.
Dio mucha risa que
sindicaran a las farc de haber presionado, fusil en mano, a los ciudadanos de
Casanare, Meta y Huila, para que votaran por Santos, cuando fue en esos
Departamentos en donde Oscar Iván Zuluaga logró inmensas mayorías. Nunca les
concordaron las cifras. El argumento de que Zuluaga hubiera ganado en primera
vuelta y por ello lo lógico era su victoria en la segunda, no tiene asidero ni
fundamento. Ocurre en todas partes. Aquí mismo, en 1998, el liberalismo ganó en
primera vuelta y perdió en la segunda no obstante haber aumentado su votación
en dos millones de sufragios.
Rebatidos todos los argumentos,
los senadores gobiernistas presentaron a consideración de legisladores y
televidentes las confesiones del hacker. ¡Tremendas! A estas alturas todo el
mundo las conoce por las publicaciones de Semana y muchos otros medios de
comunicación, y solo hay que decir que las acciones cometidas por el candidato
Zuluaga y sus amigos de Centro Democrático para espiar, chuzar, interceptar,
mal utilizar las redes para desprestigiar a opositores y al gobierno y atentar
en diferentes formas delincuenciales contra la paz, fue una vergüenza. No tiene
explicación, no tiene excusa, merece la censura ciudadana y el enérgico
reproche de las autoridades judiciales.
El Centro Democrático
pretendió eludir el tema del hacker argumentando que no era cierto, que no
había pruebas, que las imputaciones eran falsas. ¿Mentiras? Tan existe el
contratista de los uribistas que está detenido en la Fiscalía. Está colaborando
con la justicia y ha denunciado docenas de comportamientos inadecuados
propiciados por los partidarios de Zuluaga, quienes querían ganar a toda costa.
Esas si fueron unas conductas que lesionaron el sistema electoral y afectaron a
la democracia. No les importaba. Creen que el fin justifica los medios. Qué
tal.
No es la primera vez que
esta case de acciones se ejecutan desde el uribismo. En el debate se recordaron
las presiones, los abusos, las amenazas y el constreñimiento electoral por
parte de los paramilitares, en las elecciones para congresistas y en la
presidencial del 2002. También se les refrescó la memoria sobre Yidis,
Teodolindo, los desagradables episodios de la reelección en el 2006 y los
intentos de repetirla para el 2010.
Bien decían los abuelos que
“quien tiene rabo de paja, no debe acercarse a la candela”.
Bogotá D.C., 30 de Agosto
del 2014
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