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sábado, 19 de septiembre de 2015

Encuentro nacional de escritores

                                                        Trafugario
Por: José Óscar Fajardo
Hasta hoy domingo que usted está bacano leyendo esta misiva periodística aunque en realidad no es una misiva, pero sí una razón y de ninguna  manera una perorata, mejor dicho como usted lo quiera interpretar, yo me encuentro en la ciudad de Chiquinquirá, cuna del poeta Julio Flórez, entre tantos otros, asistiendo al Encuentro Internacional de Escritores número 36, único en el mundo de este tamaño y que se ha celebrado durante ese lapso ininterrumpidamente. Son 36 años dándole a la Cultura de las Bellas Artes en la modalidad de Literatura y Poesía, casi siempre con un ensamble espectacular de música, filosofía, pintura y danza. Hay poetas, escritores, músicos, pintores, filósofos y hasta periodistas que, como en El Sueño de las Escalinatas, ese portentosog poema de Jorge Zalamea, a cada instante crece la audiencia. Solo que esta vez tenemos un enorme vacío creado por la gran ausencia de nuestro querido amigo y colega, Luis Fernando Soto Aparicio, un escritor que con su prosa florida nos ha dado a conocer en muchas universidades y en variadas organizaciones intelectuales de todo el país y del mundo.
En todos esos ires y venires estuve perorando con un poeta argentino, Pedro Echavarren, que aunque de él fluye una poesía muy cálida y versátil, tiene más pinta de futbolista profesional que de cultor de las letras y cantares del alma. Yo le veo algo de parecido a Pablito Aimar, le dije, pero él insiste en que es poeta. Nos reímos  mucho de esa charada. Después le conté que yo  era fuerte hincha de su selección, la argentina, y que veía en Messi no solo el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos, sino el de mayor impacto social y cultural el día de hoy, máxime si se tiene en cuenta que, casi todos los niños del planeta y que les gusta el fútbol, quieren ser como él. Le estuve mamando gallo con lo de la petulancia de los argentinos contándole chistes al respecto y él me reforzó con uno de antología. “Si quieres ganar mucha plata en los negocios, me dijo, compra un argentino por lo que es, y véndelo por lo que él cree que es”. Tuvimos para largo rato de carcajadas. Un poeta cubano, Yero Torres Kriuder se llama, grande y mamonudo como Teófilo Stevenson, el boxeador cubano de la talla y de la época de Cassius Clay, me recalcó muy elocuente que estaba abrumado con el  buen humor y el afecto de los colombianos. “Es la primera vez que vengo pero tengo que volver porque Colombia es muy bello”, comentó.

Luego seguí dando trancos y volteretas hasta que me encontré con un tipo de raza negra pero más indio que cualquieras de nosotros. Aclaro: indio de la india. O hindú. O Indostán. Nació en el pueblito de Poindichervy, antigua colonia francesa, de padre Indostán y madre colombiana.  Se llama Alexandre Sochandamandau y es filósofo con unos conocimientos de Historia tan portentosos que duro más de dos horas votando corriente sobre el origen del Liberalismo y el Conservatismo a partir “De Thomas Hobbes a John Locke”. Y no menos verraco, y de los superverracos, Raúl  Ospina, presidente de la Fundación “Jetón Ferro” que durante esos 36 años que cumple la Fundación, y que es la que organiza el evento, jamás ha mostrado cansancio y año tras año realiza este evento que, repito, es único de ese tamaño en Colombia y segundo en el mundo. Fernando Celi es un poeta bogotano mamador de gallo como él solo, y el poeta español Manuel Boix, no se le queda atrás en ninguna de las manifestaciones del arte de succionar ave de corto vuelo. Esplendoroso estuvo José Luis Díaz Granados. Hay mucha más gente pero hoy nos vamos y hasta dentro de un año.     

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