Trafugario
Hasta hoy domingo que usted
está bacano leyendo esta misiva periodística aunque en realidad no es una
misiva, pero sí una razón y de ninguna
manera una perorata, mejor dicho como usted lo quiera interpretar, yo me
encuentro en la ciudad de Chiquinquirá, cuna del poeta Julio Flórez, entre
tantos otros, asistiendo al Encuentro Internacional de Escritores número 36,
único en el mundo de este tamaño y que se ha celebrado durante ese lapso
ininterrumpidamente. Son 36 años dándole a la Cultura de las Bellas Artes en la
modalidad de Literatura y Poesía, casi siempre con un ensamble espectacular de
música, filosofía, pintura y danza. Hay poetas, escritores, músicos, pintores,
filósofos y hasta periodistas que, como en El Sueño de las Escalinatas, ese
portentosog poema de Jorge Zalamea, a cada instante crece la audiencia. Solo
que esta vez tenemos un enorme vacío creado por la gran ausencia de nuestro
querido amigo y colega, Luis Fernando Soto Aparicio, un escritor que con su
prosa florida nos ha dado a conocer en muchas universidades y en variadas organizaciones
intelectuales de todo el país y del mundo.
En todos esos ires y venires
estuve perorando con un poeta argentino, Pedro Echavarren, que aunque de él
fluye una poesía muy cálida y versátil, tiene más pinta de futbolista
profesional que de cultor de las letras y cantares del alma. Yo le veo algo de
parecido a Pablito Aimar, le dije, pero él insiste en que es poeta. Nos
reímos mucho de esa charada. Después le
conté que yo era fuerte hincha de su
selección, la argentina, y que veía en Messi no solo el mejor jugador de fútbol
de todos los tiempos, sino el de mayor impacto social y cultural el día de hoy,
máxime si se tiene en cuenta que, casi todos los niños del planeta y que les
gusta el fútbol, quieren ser como él. Le estuve mamando gallo con lo de la
petulancia de los argentinos contándole chistes al respecto y él me reforzó con
uno de antología. “Si quieres ganar mucha plata en los negocios, me dijo,
compra un argentino por lo que es, y véndelo por lo que él cree que es”.
Tuvimos para largo rato de carcajadas. Un poeta cubano, Yero Torres Kriuder se
llama, grande y mamonudo como Teófilo Stevenson, el boxeador cubano de la talla
y de la época de Cassius Clay, me recalcó muy elocuente que estaba abrumado con
el buen humor y el afecto de los colombianos.
“Es la primera vez que vengo pero tengo que volver porque Colombia es muy
bello”, comentó.
Luego seguí dando trancos y
volteretas hasta que me encontré con un tipo de raza negra pero más indio que
cualquieras de nosotros. Aclaro: indio de la india. O hindú. O Indostán. Nació
en el pueblito de Poindichervy, antigua colonia francesa, de padre Indostán y
madre colombiana. Se llama Alexandre
Sochandamandau y es filósofo con unos conocimientos de Historia tan portentosos
que duro más de dos horas votando corriente sobre el origen del Liberalismo y
el Conservatismo a partir “De Thomas Hobbes a John Locke”. Y no menos verraco,
y de los superverracos, Raúl Ospina,
presidente de la Fundación “Jetón Ferro” que durante esos 36 años que cumple la
Fundación, y que es la que organiza el evento, jamás ha mostrado cansancio y
año tras año realiza este evento que, repito, es único de ese tamaño en
Colombia y segundo en el mundo. Fernando Celi es un poeta bogotano mamador de
gallo como él solo, y el poeta español Manuel Boix, no se le queda atrás en
ninguna de las manifestaciones del arte de succionar ave de corto vuelo.
Esplendoroso estuvo José Luis Díaz Granados. Hay mucha más gente pero hoy nos
vamos y hasta dentro de un año.
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