La democracia, y la libertad
de opinión, no pueden ser cómplices de la guerra
Por: Bernardo Socha Acosta
La opinión generalizada, que cualquier persona recoge en estos momentos, en relación con el proceso de paz que el gobierno colombiano trata de librar contra viento y marea, es que la antropofagia colombiana quiere atravesarse a como dé lugar para impedir que el país goce algún día de ese clima de tranquilidad que existía antes de aparecer esos falsos redentores, y esos hace bastante, porque la violencia en Colombia lleva más de 50 años.
La opinión generalizada, que cualquier persona recoge en estos momentos, en relación con el proceso de paz que el gobierno colombiano trata de librar contra viento y marea, es que la antropofagia colombiana quiere atravesarse a como dé lugar para impedir que el país goce algún día de ese clima de tranquilidad que existía antes de aparecer esos falsos redentores, y esos hace bastante, porque la violencia en Colombia lleva más de 50 años.
Algunos de quienes apoyan a
los que se enseñorean erróneamente torpedeando la paz y atizando la guerra, se
atreven a decir que esa es la democracia y que esa es la libertad de opinión.
Pero dónde está escrito que la democracia, y la libertad de opinión, sean
sinónimos de sometimiento de un pueblo
que quiere la paz. Es erróneo e
increíble que unos mínimos colombianos,
que se precian de liderar masas, quieran
con argumentos por fuera de contexto de
los procesos de paz del mundo, pretender que los colombianos vivamos otras cuantas
décadas azarosos de las matanzas que
tanto unos como otros han causado. Esa posición
de quienes se atraviesan, pareciera
intencional, creyendo temerosos
que la paz haga descubrimientos que los comprometa con posibles oscuros hechos,
y la posibilidad de comparecer por algo por fuera de la legalidad.
Pero, por qué tanta oposición
de algunos al proceso de paz. Es que mientras los verdaderos líderes del mundo aplauden
y se regocijan que los diálogos de La Habana hayan avanzado significativamente y que tanto
gobierno y guerrilla quieran hacer realidad ese deseo de la mayoría de
colombianos, unos pocos quieran que el país siga con la devastadora guerra que
baña en sangre y dolor a centenares de familias.
E interpretando el sentimiento
de las mayorías que quieren la paz,
vemos que mientras el líderes de la cristiandad mundial, el Papa Francisco, y
los gobiernos de las mayores potencias del mundo entre ellas los Estados Unidos y Europa; e individualmente los gobiernos de los países de Sur América y de otros continentes, quieren y aplauden que los avances de la búsqueda de paz para Colombia
estén llegando felizmente a su final, existan
solo en Colombia, unos “poquitos” que quieran la guerra y que seguramente pretendan
que el pueblo sometido a la violencia, los aclame como los defensores. Que falta de respeto de esas personas contra la mayoría de los colombianos
deseosos de disfrutar de esa tranquilidad tan deseada que
ofrece la paz, y que ya ni nos imaginamos cómo será vivir en paz, por tantos años de guerra, que han querido esconder algunos gobiernos.
Quienes deseamos paz en Colombia, para que crezca la riqueza y haya menos pobres pobres, queremos y nos gustan todas las manifestaciones de respaldo a una buena causa y rechazamos todo lo que pretenda sembrar más guerra. Solo vasta leer otros ejemplos de procesos de paz en el mundo. Ya lo explicó una máximo representante de la Corte penal Internacional. Pero es que algunos quieren ser más 'papistas' que el Papa.
Quienes deseamos paz en Colombia, para que crezca la riqueza y haya menos pobres pobres, queremos y nos gustan todas las manifestaciones de respaldo a una buena causa y rechazamos todo lo que pretenda sembrar más guerra. Solo vasta leer otros ejemplos de procesos de paz en el mundo. Ya lo explicó una máximo representante de la Corte penal Internacional. Pero es que algunos quieren ser más 'papistas' que el Papa.
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