Trafugario
Por: José Óscar Fajardo
El viernes último en la mañana empezó formalmente el décimo Hay Festival de escritores en Cartagena con toda la parafernalia que merece este evento, y con los intelectuales más connotados del arte literario, de la poesía y demás aledaños. A mí me da especial envidia y a la vez desazón y rabia, quién lo creyera, porque llevo más de quince años tratando de hacer un encuentro nacional de escritores en mi amado Manicomio más grande de mundo, léase Barbosa, y no lo he logrado porque jamás he encontrado apoyo en cualquier institución de la ciudad o del Departamento. “Plata para eso no hay”, me han dicho y repetido con calculada agresividad, no solo mandatarios municipales sino departamentales. Me aterra esa perversa frase, “Plata para eso no hay”. De lo que sí estoy seguro es que, cuando resucite García Márquez, ya tendré que haberlo logrado. Lástima que los susodichos mandatarios a los que hago alusión, no les haya cabido dentro de la cabeza ni nunca o jamás hayan calculado el impacto social y cultural que generan este tipo de eventos. Sobre todo en una ciudad de tan complicada sociología como es Barbosa. Que por ser un puerto terrestre y estar en continua evolución, los fenómenos socioculturales que allí se dan, son del tamaño, guardadas las proporciones, de ciudades como Cali o Medellín. Pues no se necesita ser Doctor en Economía de Harvard, o del Real Colegio de Londres para entender que, donde hay inversión de capital y progreso económico, también hay crecimiento de la problemática social y de la delincuencia. Es un sello del capitalismo como lo es la inflación. Por lo que dije en mi columna de hace ocho días sobre la problemática social en el municipio, sobre todo en esas festividades de enorme trasfondo económico, Barbosa necesita eventos de gran impacto social y cultural para modificar los comportamientos humanos. Pues estos no se van a dar a corto plazo dado que es un proceso complejo. Y es tan complicado y extenso, que ha debido iniciarse hace tiempo cuando el huevo apenas se estaba empollando. Siempre he afirmado que graves problemas de Barbosa comienzan o tienen su génesis en la cultura ciudadana. O mejor dicho ¿Cuál cultura ciudadana? Si es que esta está por construirse, desafortunadamente. En mis conceptos yace que deben desarrollarse actividades socio-culturales que generen fuerte impacto en todos los sectores de la comunidad. Que induzcan, provoquen o produzcan, cambios en la manera de actuar de los individuos de todas las raigambres y estratos sociales. Para ello no solo debe intervenir la Administración Municipal sobre la cual, es cierto, recae gran parte de la responsabilidad, sino además los centros educativos oficiales y privados, el Sena, la Universidad Industrial de Santander, las diferentes iglesias, las organizaciones culturales y deportivas y otras, con el certero objetivo que los comportamientos sociales empiecen a cambiar en sentido positivo. Todos sabemos que uno de los grandes problemas del estudiante colombiano radica en la comprensión de lectura. Pero también todos sabemos que uno de los grandes remedios está en enseñarle a leer a los niños. En los establecimientos educativos y a través de campañas que hoy día auspicia el Estado por intermedio del Mincultura y del Mineducación. O mejor dicho, obligar al Estado a que cumpla con ese objetivo. Pues leer ilustra y nos hace ciudadanos del mundo. Leer intelectualiza y le da herramientas al individuo para resolver conflictos sociales. Leyendo más, e interpretando la lectura, podremos participar activamente en el proceso de paz que se avecina. Leer nos proporciona argumentos cognitivos para entender, amar y respetar al otro. Leer prolonga la vida.
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