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miércoles, 15 de septiembre de 2010

GLORIA A DIOS

-------------------------Por Gerardo Delgado Silva

Lo que caracteriza el Estado de Derecho – al que aspira toda organización política de tipo constitucional, y muy especialmente la republicanodemocrática - , es la sujeción de toda actividad gubernativa al imperio inexcusable de un determinado orden jurídico.

Y es que los principios constitucionales son, ante todo, contornos éticos dentro de los cuales deben encausarse los poderes ordinarios del Estado. ¿No fue acaso fraudulenta e inconstitucional la reelección de Uribe?

Con la “Seguridad Democrática” creó un vicioso ambiente de apaciguamiento, encaminado a hacer creer en la conciencia pública artificiosamente, que se estaba cumpliendo con el reencuentro de la paz total, las formas civilizadas de vida y el desarrollo del pueblo. Como el problema lo consideró personal, extinguió la institucionalidad y olvidó escandalosamente, que el Estado debe asegurar la intangibilidad de la vida y la dignidad humana consagradas como un fin y valor supremo por la Constitución Nacional.

Ahora bien. El mecanismo inconstitucional del pago de recompensas por el resultado, implicó los crímenes de lesa humanidad, insólitamente señalados como “falsos positivos”, en más de dos mil humildes jóvenes inocentes de la patria.

Uribe, paralelamente, sacó a la luz sus marcados rasgos policiales, e instauró por medio del DAS, la modalidad malsana y criminal de interceptar a un sinnúmero de personajes, entre ellos nada menos que a los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Y persistió en vilipendiarla, con el sabor de enojo, por administrar justicia a los “parapolíticos”, sus electores, comprometidos en genocidios que representan los más inhumanos actos, similares a los de la guerrilla, que se hayan cometido en la patria, a la cual dizque querían “refundar”, en acuerdo con los paramilitares.

No le importó al presidente, cuánto representa y significa la justicia en la vida social de una nación.

En esta sentina del gobierno de Uribe, el campo se vio más desprotegido que nunca, ante la apropiación ilegítima, de más de cinco millones de hectáreas, ganadas a sangre y fuego por los paramilitares, que convirtieron masivamente a millones de campesinos honestos y trabajadores en parias desplazados, cuando no asesinados o desaparecidos. Comportamientos de cuya exacta dimensión no tiene pleno conocimiento el país, por estar sumergido de repente en el averno de la ceguera colectiva.

La fementida “Ley de justicia y paz”, no es un símbolo de ésta, sino de escarnio y befa al orden jurídico y a la verdad, con el impacto tenebroso que ha cortado en dos la historia nacional.

Los paramilitares sabían a ciencia cierta que no serían sujetos de sentencias ejemplarizantes, que seguirían en su vasto imperio criminal, edificado en concierto con los narcotraficantes. Se les forjó la gran ola de impunidad, para la gravedad de sus crímenes. Las extradiciones fungen como privilegios para los jefes paramilitares que diluye la reparación justísima de las víctimas. Es decir, apeló Uribe a la filosofía de Tariq Alí, citado en otro escrito mío: “vamos a castigar los crímenes de nuestros enemigos y recompensar los crímenes de nuestros amigos” (El país, 20-9-01).

Desmovilizados y legitimados, llegaron a tal punto de incrustarse dentro del Estado, pues se sepultaron en ese gobierno los atributos y virtudes que creíamos imperecederos. Podemos afirmar que es una nueva forma de insultar a las víctimas silenciadas en su desolación, y por tanto, una manera absurda y cobarde de colaborar con los verdugos.

Entre tanto, se consolidaron los paramilitares como empresarios de plantaciones de palma africana, verbi gratia en Cuvaradó y Jiguamiandó, con ostensible violación de los derechos fundamentales de los territorios afrocolombianos.

Y, ¿Qué decir de los oprobiosos hechos punibles llevados a cabo por el facineroso exministro Arias, en el gran valse de “Agro Ingreso Seguro”; del depravado atropello a las víctimas desplazadas cometido en Carimagua; de la impúdica “Zona Franca”, montada por los hijos del presidente, con desafecto a la ley y a la moral; del olvido completo de que el Estado tiene que velar incansablemente, insomnemente, para que haya trabajo para todos, pues la dignidad de la persona lo requiere; del desconocimiento de las precarias perspectivas de acceso a la educación, las asimetrías acentuadas, la exacerbación de desigualdades, el fomento de marginaciones; de la inmisericordia con los millones de seres que se confunden con la basura; de la concentración escandalosa de la riqueza; del alud del clientelismo corrompido, como en algunas notarias; de la violación de la soberanía hincada en el acuerdo de las bases con Estados Unidos, naturalmente inconstitucional.

El poder ha demostrado siempre su podredumbre, pero nunca como en los ocho años de gobierno de Uribe, había revelado con tanto cinismo su perversión. Desposeyó en fin a Colombia, del solio de “potencia moral”, con que tantas generaciones virtuosas la honraron durante muchos años.

Ante esta honda dislocación que sufre la sociedad colombiana, ante las sentidas razones de queja, ¿Cómo no darle gracias a Dios por permitirnos un estado espiritual nuevo, con un gobernante que se rodeó de esclarecidos ministros, exceptuando al undívago de defensa; que nos muestra horizontes distintos; que se ha comprometido ante la patria y el mundo entero a desempeñar eficazmente su función dirigida al bien común de todo el pueblo? Aun cuando Santos proviene de las huestes de Uribe, -que nos permite experimentar reservas-, la diferencia alucinante ya se nota. Nos encontramos ante la asunción consciente del inmenso reto que le han planteado los ocho años de oprobioso olvido y desprecio del Estado de Derecho.

Ha llegado el momento de combatir el mal, y nadie con buena voluntad pueden negarse a colaborar, sea cual sea el sitio en la comunidad. Es el instante preciso de iniciar esa gran cruzada, para cumplir la enorme tarea de reconstruir a Colombia, moral y materialmente.

Cuenta el Presidente, con el faro de dignidad de su tío abuelo Eduardo Santos, que se confunde con la imagen de la patria, por sus virtudes que representan el gobierno más completo, benéfico y creador que se registra desde el general Santander.

Nuestra esperanza, que no cejamos en alimentar, es la de que el nuevo gobierno no resulte inferior a la inmensa misión que le ha señalado la historia. Solo de brazo con los principios éticos y jurídicos, viejos de siglos, milenarios mejor se puede lograr una sociedad prospera. Ya probamos lo contrario y sus desastrosas consecuencias están a la vista.

lunes, 11 de agosto de 2008

LOS CARNICEROS DEL URABA ANTIOQUEÑO

Por Gloria Cuartas - ex-alcaldesa de Apartado 1995-1997
dhcolombia / Domingo 10 de agosto de 2008

En el seno del Gobierno hay inquietud y preocupación, y no es para menos. Para nadie es un secreto la cercanía que tuvo el presidente Álvaro Uribe con Rito Alejo Del Río, cuando él era gobernador de Antioquia y el General comandaba en el Uraba la Brigada XVII, con sede en Carepa (11 de noviembre de 1995 - 16 de diciembre de 1997). Revista Cambio del 7 al 13 de agosto 2008. Numero 788
¿Qué relación y responsabilidad tiene el poder político y económico de Antioquia en el período 1995-1997 y su extensión hasta nuestro días con el exterminio de población civil" en el Uraba?

¿Por qué la implantación del modelo económico de privatización organizado por la alianza entre ganaderos, agricultores, bananeros y transnacionales con el gobierno regional, y salvaguardo por la estrategia militar- paramilitar de expoliación y muerte, permanece sin vínculos y sin responsabilidad entre el General Rito Alejo del Río y el hoy Presidente de la Republica Álvaro Uribe Vélez?

Parece que las preguntas llevan implícitas las respuestas. Las voces de las victimas de las horrendas masacres que se cernían a diario sobre esa región y de las muertes selectivas que aun se cometen, no han sido escuchadas por la institucionalidad, las victimas siempre reclaman justicia y verdad. Siempre denunciando el Plan sistemático de "Pacificación del Uraba": el laboratorio campesino de muerte profesional como instrumento para la "paz", consolidado históricamente, con la creación y legalidad de las AUC y legitimadas por Uribe Vélez Gobernador, con las llamadas CONVIVIR, continuada como política integral de Estado, por el llamado paramilitarismo, que desde ese momento hasta hoy, siembran las prolíficas tierras del Uraba de fosas comunes.

Hoy desde la Presidencia de la Republica, continuada de otra forma más sutil, la legitimación de la política mediante el artilugio de la desmovilización y negociación del Estado con el paramilitarismo, mediante la "Ley de Justicia y Paz", negociada como instrumento de impunidad y legalización de los criminales, mostrada ante el mundo como el compromiso del gobierno con el país, que los paramilitares, hoy convertidos como cuerpo en grupos sociales y guardabosques. Legalización presentada como un éxito de la política de seguridad democrática que s aprecia de afirmar que gracias a ello los paramilitares entregaron verdades, armas y ante todo "reparación". Han consolidado la "matriz social" de control a la población civil.. Cual Justicia? Nada más alejado de la verdad.

Los crímenes continúan en la impunidad, los paramilitares continúan delinquiendo, los "elegidos" con estos votos, se cambian el derecho a seguir legislando con el aval del Presidente. No creó que la verdad que hoy sale a la luz, sea exclusivamente como efecto de la ley de justicia y paz. Es y parece extraño, son los Victimarios, los Carniceros, los que cuentan episodios de cómo, donde, con quién, con que fin se desarrollo esta estrategia. Algunos lo hacen porque les han incumplido los pactos políticos y mientras que otros se resienten porque quienes de la mano de estos graneaban las estrategias de exterminio de las comunidades, hoy permanezcan inmunes, en silencio, en la vida ciudadana, como grandes señores, presidentes o generales de la república. La política de la mentira, la deslealtad, la desconfianza entre las personas, la violacion a la soberania nacional y la de los paises vecinos, centran los llamados "valores" de la política de seguridad democrática.

Todavía insito en dar cuenta al país de mi testimonio, me niego al silencio impuesto por los operadores y por los medios de comunicación, a denunciar que las mujeres y hombres que fuimos testigos del exterminio de las comunidades y que nunca fuimos tomados en serio por los "operadores de justicia", exigimos justicia, exigimos verdad, exigimos la responsabilidad de todos los responsables, las pruebas están ahí en el análisis del contexto político, económico, cultural de la región.

Los operadores de Justicia, se negaban a tener en cuenta nuestras denuncias sobre la responsabilidad de los "carniceros" institucionales, afirmaban que no teníamos pruebas judiciales directas de la responsabilidad contra el general Rito Alejo y el Gobernador de ese entonces Álvaro Uribe, entre otros, en las masacres del Uraba. No les bastaba con las voces de las víctimas, con el análisis de contexto que entregábamos, con la prueba material de los hechos, ellos esgrimían que ellos requerían la prueba procesal, la que cumple con los requisitos de forma, como si fuera posible separar la verdad material de la formal, como si la verdad no fuera sólo una, como si el testimonio de las víctimas aunado a los hechos contextuales no fuera suficiente,.como si la razón de la decisión judicial no dependiera de la reconstrucción de los hechos conforme al contexto, como si de lo que se tratara no fuera de establecer la verdad, sino de dirimir a favor del mas fuerte un proceso. Como si no existiera responsabilidad a la luz de la Constitución de los que tienen a su cargo el cuidado de la vida como principal mandato.

Estos operadores jurídicos, llámense jueces, fiscales, procuradores judiciales, hoy tienen la obligación ética y moral de responder al país. ¿Cuantas visitas a la fiscalía? Cuantas veces mujeres y hombres, relatamos los sucesos del desplazamiento, el dolor de familiares de desaparecidos, mujeres violadas, asesinatos selectivos, cuantas veces fuimos con las mujeres a "rescatar" de la presión para a los hombres inermes, mientras el "General o mejor el Carnicero" gozaba de los avances y los reportes a su jefe inmediato que conocía TODO lo que pasaba en la zona. Y siempre la pregunta por la Prueba judicial. No bastaba el dolor, ni señalar a los responsables. Tal vez hoy los cómplices de esas masacres respondan por el "Eslabón Perdido" de los responsables que tienen nombre evidente y que no se atreven a responsabilizar, aunque todos saben quienes son los "Carniceros del Uraba" y donde están hoy.

En nombre de la paz, de la inversión económica, de acabar con la guerrilla, el entonces Gobernador Álvaro Uribe y su secretario de Gobierno diseñaban la estrategia mayor.. Hoy siento mucho que Pedro Juan Moreno, no este vivo? ¿Quién lo saco del juego? ¿Quien conocía del poder y la verdad que guardaba Pedro Juan Moreno?…Quien lo mando matar? Cuanto diera hoy por escuchar con su soberbia habitual y la alegría que se dibujaba en su rostro con cada desplazamiento y cada muerto "comunista" y claro los reportes de misión cumplida de Álvaro Uribe, lo que nos podría decir desde su "verdad".. Quien mato a Carlos Castaño o estará en Israel?

Desde esta experiencia de exterminio, empresarios bananeros, políticos, y algunos religiosos dieron vía libre a la operación militar esa que hoy "H.H", el Alemán, Mancuso, Don Berna, Melasa, entre otros, denuncian. Estas practicas las de ayer y las de hoy, no son hechos aislados, no fue a la espalada del país, ni de los medios de comunicación, NO, esto exige que hoy mas de 13 años después, la verdad se le cuente al país y se responda, NO POLITICAMENTE ( pedir excusas afirmando que lo hicieron otros) como el Gobierno ya se esta acostumbrando a sectores del país, no, exigimos que se responda desde la justicia, con sanciones personales.

Ya sabemos que desde la política es simplemente asumir que era "necesario hacerlo" porque valía la pena esto parta salvar a Colombia del comunismo, era una tarea del "elegido" que tiene que imponer una moral salvadora a los corderos. Si señores y señoras… Es hora de levantar la voz con las victimas. Contra la inmoralidad de este gobierno basado en la falsedad, la mentira cotidiana, la palabrería vacía de ética, exige que la gente DESPIERTE. El gobernante de arena, no puede seguir pretendiendo ser reelegido con una historia de crimen, mentira, complicidad. Será que los medios de comunicación acompañaran una marcha exigiendo la responsabilidad de los nunca nombrados General Rito Alejo y Presidente Uribe?

Hoy no puede seguir el silencio sobre las masacres y el descuartizamiento selectivo en el URABA, que hasta hoy sigue vigente. No podemos estar presenciando que saquen de sus casas a hombres y mujeres responsabilizándolos según el estado de ser terroristas, no podemos estar en silencio mientras avanza la masacre, la muerte selectiva, el señalamiento golpeando a las comunidades que NO olvidan, que no venden su dolor del pasado por un plato de lentejas.

Desde mi condición de ciudadana exijo que los operadores de justicia que estaban en la zona del Uraba, en especial en el periodo 1995-1998 entreguen su versión de lo que paso. Donde estaba el defensor del Pueblo? Donde estaba medicina legal? Donde los jueces, fiscales? En fin estoy como siempre indignada de este adormecimiento del país y la desmemoria impuesta. Donde esta la responsabilidad de Luís Camilo Osorio? Donde están los rostros humillados de niñas y niños que los obligaron a crecer sintiendo que sus familiares era mejor que morirán de cualquier forma y de esa manera purificar los pecados en la tierra y ahora si ellos no estaban al lado de los victimarios correrían la misma suerte.

Hoy el Presidente Uribe quién no solo hizo homenajes al General de la muerte, sino que con el, presentaban al país su modelo, su propuesta de gobierno, de seguridad, su propuesta de dirimir los conflictos. Presentaba en ese homenaje su postulación a la Presidencia de la Republica y prometía que la " valentía" el coraje de Su General habían mostrado la manera de devolver la paz a Colombia, no diálogos, no salidas políticas, la fuerza, la violencia, la venganza, la alianza narco-armas, política serian los nuevos ritos de la secta.
Exijo que la justicia si todavía podemos nombrarla que muestre su rostro frente al Presidente Uribe, que el General Rito Alejo, Luís Camilo Osorio, desmovilizados del EPL, inclusive, los asesores actuales del Gobierno vinculados a este capitulo de la historia del país respondan. También los cooperadores económicos, nacionales e internacionales respondan, los quiero ver a todos mostrando su rostro a las victimas.
Mas información:
www.gloriacuartas.org

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