Por:
José Óscar Fajardo
Mucho brutos
Aclaro
que este titular es de carácter mamagallístico. Pero pueda que de algo sirva, sobre
todo si es leído por algún padre de la patria o alguien más que tenga qué ver
con esta desgracia nacional. Que los colombianos seamos por el momento los más
felices del mundo de acuerdo a las estadísticas, no tiene discusión. Pero que
nuestros muchachos bachilleres sean los menos favorecidos académica e
intelectualmente, tampoco tiene discusión. Pues también eso dicen las
estadísticas. Por lo menos eso dijo el módulo de la prueba Pisa sobre solución
de situaciones cotidianas, que deja a nuestros muchachos de últimos entre 44
países. Vea pues. La conclusión se obtiene del desempeño mostrado por 85.000
jóvenes que participaron en la competencia sobre resolución creativa de
problemas de la vida cotidiana, en el marco de las pruebas del Programa de
Evaluación Internacional de Estudiantes, PISA. Confiesan las cifras de los
resultados que en dichas pruebas, Colombia, con 9073 estudiantes de 15 años,
ocupó el último lugar con 399 puntos. El primero del mundo fue Singapur con 562
puntos y el primer latinoamericano, Chile, con 448 puntos. De todo ello se
dedujo que el problema de los colombianos está en la baja capacidad de abstraer
mentalmente, de imaginar, de actuar a través de racionamientos lógicos con el
fin de obtener respuestas lógicas a los problemas de la vida cotidiana.
En
términos más claros, debo decirles que el problema nace en el pésimo sistema de
la educación en el país, aunado éste a N problemas aledaños que, como en las
novelas río, cada afluente pequeño o cada chorrito de agua o quebrada, van
aumentando el caudal inicial hasta convertirse en un caudaloso torrente de
magnitudes fantásticas como el río Amazonas o como el Nilo. Primero que todo se
debe tener en cuenta que al pobre país no le alcanza el presupuesto para
mejorar la educación porque si no, con qué se sostiene la guerra que es mucho
más rentable a corto y a largo plazo. Aclaro: mientras un profesor o maestro no
gane una remuneración justa y adecuada, no se le va a poder exigir calidad en
su preparación y en efecto en la enseñanza. Se ha deducido por ejemplo, que el
estudiante presenta muy bajo rendimiento en las áreas de ciencias, matemáticas
y lectura. Y qué pasa con eso. Que un muchacho que no sepa distinguir entre un
modelo matemático o una ley física, de unas ferias y fiestas, aguardiente y
marihuana a la lata, jamás va a entender la dialéctica de la vida y la solución
lógica de los problemas cotidianos, a partir de la aplicación de los
conocimientos adquiridos en sus respectivos estudios.
De
la misma manera, un muchacho que no entiende lo que está leyendo, mucho menos
va a poder comprender o a hacer el planteamiento de un problema y muchísimo
menos a plantear soluciones. Y quiéranlo o no, esta es una forma de
analfabetismo, según la manera como lo quieran interpretar. La comprensión de
lectura, ojo padres de familia y maestros, es quizá el más agudo problema del estudiante
colombiano, incluso a niveles universitarios. Pero resulta que al estudiante no
le gusta leer; en cambio a sus profesores de colegio o de universidad, sí que
menos. De los padres de familia ni hablar, y aquí hay bastante tela para
cortar. Pues hay hogares en los que no se ve un libro a varios kilómetros a la
redonda, y los padres son los primeros maestros de los niños. Y como para ponerse a llorar, la pobreza en
que vive la mayoría de los niños colombianos, la irresponsabilidad total del
Estado y la mediocridad y obsolescencia de la educación, se refleja en el
pésimo rendimiento académico de los muchachos.