Trafugario
Por: José Óscar Fajardo
¡Y que vivan Lionel Messi y
Diego Armando Maradona, los dioses vivientes del fútbol aquí en la tierra y
abajo Satanás!, gritaba un enconado grupo de proargentinos dirigidos por una
manada de barboseños que viven en Argentina estudiando para doctores, y
lógicamente enloquecidos por sendas botellas de aguardiente antioqueño
importado especialmente para fechas memorables como esa. Por ejemplo, un día
que eligieran un Papa gaucho o Argentina fuera campeón mundial por tercera vez.
Porque cualquier país, por más rezandero que sea, no tiene dioses tocables ni
mucho menos un Papa (de esos de carne y hueso) así a la bulla de los tarros.
Porque según los noticieros de
la TV, uno podía ver que la gente estaba
tan festiva como aquella tarde inolvidable de 1978 en que Mario Alberto Kempes,
Daniel Pasarela, y el resto de combo, abatieron en franca lid a uno de los
equipos más perfectos de la historia y en un campeonato mundial de fútbol, como
lo fue Holanda en ese entonces. Las cosas tuvieron ribetes de “desastre
nacional” dado que los holandeses, por lo menos en teoría, ya tenían cuatro
quintas partes de esa copa mundial entre sus bolsillos. Y vea pues. Después
vino el mundial del 86 en México que fue cuando Diego se echó el equipo a sus
hombros como todo un Atlas, y de nuevo se coronaron campeones. Dos lustros
después se apareció Lionel Messi y hace sólo unos pocos días atrás, el Santo
Padre, máximo líder de la iglesia católica.
A nosotros los colombianos se nos apareció fue san José Pekerman y en
forma casi milagrosa, tiene nuestra selección de fútbol volando y eso nos causa
una alegría tal vez como la sienten ellos por el Papa.
Pero Pachito Primero, así le
digo yo en confianza porque sé que él se aguanta las chanzas pachunas y además
no se enverraca, aquí entre nos tiene como tres nudos gordianos bien rebacanos
para soltar. Uno de ellos y quizá el más delicado, las salpicaduras que tienen
los curas y el descrédito de la Iglesia por los sacerdotes pederastas. El otro
es lo del bonche del Banco del Vaticano (El Instituto de Obras para la
Religión-IOR) que, agárrese don Satanás de la cruz que esto se va a reventar. Y
el tercero es el los “Vatileaks”, o mejor dicho el de la filtración de
correspondencia privada de Benedicto XVI, que destapó una epidemia de abuso de poder en la Curia. De eso uno pude colegir que las cosas allá en
el interior del Estado más santo del mundo, donde se reza con tanta sevicia que los pantalones de los feligreses
amanecen arrodillados, no son tan diferentes a muchos Estados laicos donde hay
ex-presidentes que quieren ser como Dios, eternos. Y así, en vez de fortalecerse,
se degeneran las democracias.
Claro que Pachito Primero ya
les cantó la tabla y les dijo que la iglesia católica está a punto de
convertirse en una “ONG piadosa” y las razones para creerlo, saltan a la cara.
Yo me pregunto es, cómo va a hacer el
Parasicólogo ese del Manicomio más grande del mundo que estudia Brujilística
allá en Argentina, y que por ahora se está craneando la manera de darse las
mañas para que el Sumo Pontífice se zambulla en una bañera de veinte mil
galones de agua que él tiene sabiamente preparada, con el metafísico objetivo
de volverse rico vendiendo caldo de Papa.
Porque el caldo de papa, según la opinión sabia de los brujos del
Manicomio, no sólo sirve para un guayabo terciario sino también, en fútbol,
para ganar campeonatos mundiales. Pekerman nos llevará al mundial y habrá otro
maracanaso, vaticinó el bendito brujo.