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sábado, 25 de octubre de 2014

Los premios de periodismo

                                         Trafugario
       Por: José Oscar  Fajardo 
Fuentes de alta fidelidad me dijeron que a finales de este mes se hará lanzamiento oficial del premio de periodismo Luis enrique Figueroa Rey, organizado por la gobernación de Santander. Esa es una cosa que debo y tengo que relievar porque, creo que ni se imaginan el bien tan grande que le hacen al ejercicio de este bello oficio  en esta parte del país. Soy exacto en delimitar el espacio donde se desarrollan los hechos, tal vez por las mismas técnicas que debo emplear cuando escribo cuento o novela. Pues he podido enterarme en otros sectores de la patria, que en nuestra amada Bucaramanga se practica uno de los peores periodismos del país. Y a mí, que sacrifiqué mi carrera de ingeniería por dedicarme a él con todos los tuétanos del alma, me duele como si me pisaran el dedo de la uña encarnada que la gente así lo sienta. Que somos simples gacetilleros y correvediles. Por algo lo dirán. Porque como decía Facundo Cabral, si una sola vaca comiera pasto, sería un fenómeno  del mundo. El problema es que todas las vacas comen pasto, y eso ya yo no es fenómeno. Lo siento por mí y por todos mis colegas que se merecen todo mi respeto intelectual, ético y profesional. Pero la verdad es que, en el fondo no me da rabia porque, los que lo afirman en gran medida tienen razón. Va uno a ver y es así. No lo digo por el, o los títulos obtenidos porque eso a la hora de la verdad no dice nada. Cualquiera los puede comprar.
Periodista es aquel que habla en la radio, se cranea sus programas y en ellos invierte cerebro, inteligencia, racionalidad, filosofía, experiencia, honestidad, honradez, respeto, sabiduría. Y que también los expresa por escrito a través de sus columnas de opinión, sus ensayos, y en otros respetables eventos. La conferencia y la cátedra universitaria, por decir algo. También es aquel que escribe noticias, crónicas y reportajes o los hace en la radio o en la televisión. Periodista es aquel que ejerce una crítica fundamentada, documentada, intelectualizada y sólida como el acero al tungsteno. Por eso los premios de periodismo deben ser diamantinos como los premios Nobel de las ciencias y las Bellas Artes. Porque el ganador hace célebre al premio y el premio hace célebre al ganador. Eso tiene como lógica consecuencia que las ciencias y las Bellas Artes se depuren como piedras preciosas, y sean tan fuertes como el diamante y a la vez igualmente valiosas. Me gustan los premios de periodismo porque eso ahuyenta a los mediocres. Los saca del juego por simple sustracción de materia o los obliga a que se pongan a la par con los que realmente tienen la valentía y la honradez de prepararse profesional, intelectual y académicamente como lo hace, por argüir algo, un cirujano del cerebro, que sabe muy bien que la vida de su paciente depende de él.
Los premios de periodismo me gustan porque le dan la oportunidad a todos los obreros de este bello oficio de demostrar con talento, cómo fue que se forjó el acero. Y porque le enseña a los destinatarios de la crítica cuando esta se hace, así sea a nuestros propios gobernantes, que la loa, el cepillo y la sobada de chaqueta los hace todavía más vulnerables y mediocres. Pues un chambón que con su pluma o sus palabras necias le llena de flores y olivos el camino a un gobernante, líder o personaje inepto, sin que ese sea su objetivo, lo está volviendo más inepto. Otra cosa es exaltar a los grandes de acción y corazón. Me gustan los premios de periodismo porque glorifican la profesión, la depuran y la elevan a su intocable estirpe de las Bellas Artes.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Vuelven los premios

                                                                TRAFUGARIO
                                                                 Por: José Oscar Fajardo
                                              El miércoles de esta semana que acaba de fenecer, estoy hablando como los tinterillos sustanciadores de otrora, volvieron los premios de periodismo en el Departamento de Santander. Pues esta justa profesional-intelectual que se instituyó hace unos diecisiete años, el año anterior no funcionó pero ahora regresa con doblete y todo. Allá dijeron que podían participar todos los periodistas, comunicadores sociales, y además todos los que tengan qué ver con el ramo, siempre y cuando lo acrediten y siempre y cuando sean capaces de participar. Es bueno aclarar que este evento se hace anualmente en memoria del periodista Luis Enrique Figueroa Rey, quien siendo abogado y hombre de leyes, también lo era de la imaginación y de la lengua. Pues “El Tuerto” Figueroa, la onomatología con que socialmente se conoció, siempre vio las cosas y las situaciones, por más terribles que fueran, con una bacanísima mamadera de gallo. Ojalá dios lo tenga a su diestra porque en la siniestra es demasiado peligroso, digo yo también mamando gallo.
¿Pero para qué sirve este evento? Pues el gobernador Richard Aguilar lo dijo con mucho detalle y elocuencia, lo mismo dijo Manolito Navarro el jefe de prensa de la gobernación y además lo digo yo. Y no sólo me copio de ellos muy respetuosamente, y lo sostengo, sino que también lo reafirmo, este sirve para exaltar la labor de los hombres encargados de hacer saber lo que todo el mundo hace, y reproducir la cultura, la sociedad y el Estado a través de los medios masivos de comunicación. Aunque ustedes no lo crean. El periodista es el encargado de volver visible a toda costa, lo que de pronto está, sin querer o no, en el ostracismo.  Manuel Navarro, el jefe de prensa, para ilustrar este concepto dijo una expresión de su imaginario literario que por su belleza y contenido yo colegí que debía reproducirla. “Para ser un  buen periodista se debe ser buena persona”. Pues claro que el señor Navarro tiene toda la razón porque es que ser buena persona implica ser honesto en lo que dice o escribe y además respetar los derechos y la intimidad de la gente. Pues el periodismo no se inventó para evacuar de su alma rencillas personales. Mucho menos para juzgar a los que uno se arroga el derecho de juzgar. Otra cosa bien diferente es informar. Cuando alguien ha cometido un delito, lo investiga la Fiscalía General de la Nación y lo juzga y lo sentencia, si existe mérito, un juez de la República. Y si es un fiel creyente, se sentirá juzgado por dios.
Este evento cultural, estoy seguro, lleva dentro de sí, de una manera inmanente, la filosofía de hacer que el comunicador se prepare profesional, ética e intelectualmente. De antemano les presento mis excusas por también arrogarme el derecho de decir para qué sirve este evento. Pero es que siento por dentro que al periodista, como a todo profesional, no lo hace “el cartón” y sendas especializaciones rimbombantes, en cambio sí la contundencia, la claridad y la belleza estética con que dice o escribe sus conceptos o explica sus razones.  También tengo que decir que el doctor Richard Aguilar, gobernador, y Plinio Ordoñez, jefe de protocolo de la gobernación, hablaron de los comunicadores conceptos muy bacanos. Pero con mayor razón tengo que felicitar a Manuel Navarro porque su artilugio literario de la liebre y la tortuga, en su discurso como uno de los instaladores del concurso, resultó una fábula mucho más contetiva y hermosa que la del acrisolado escritor que la concibió a la luz de la literatura infantil. En horabuena Manuel. En horabuena respetados colegas y el concurso es para ganar.

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