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sábado, 7 de septiembre de 2013

Vuelven los premios

                                                                TRAFUGARIO
                                                                 Por: José Oscar Fajardo
                                              El miércoles de esta semana que acaba de fenecer, estoy hablando como los tinterillos sustanciadores de otrora, volvieron los premios de periodismo en el Departamento de Santander. Pues esta justa profesional-intelectual que se instituyó hace unos diecisiete años, el año anterior no funcionó pero ahora regresa con doblete y todo. Allá dijeron que podían participar todos los periodistas, comunicadores sociales, y además todos los que tengan qué ver con el ramo, siempre y cuando lo acrediten y siempre y cuando sean capaces de participar. Es bueno aclarar que este evento se hace anualmente en memoria del periodista Luis Enrique Figueroa Rey, quien siendo abogado y hombre de leyes, también lo era de la imaginación y de la lengua. Pues “El Tuerto” Figueroa, la onomatología con que socialmente se conoció, siempre vio las cosas y las situaciones, por más terribles que fueran, con una bacanísima mamadera de gallo. Ojalá dios lo tenga a su diestra porque en la siniestra es demasiado peligroso, digo yo también mamando gallo.
¿Pero para qué sirve este evento? Pues el gobernador Richard Aguilar lo dijo con mucho detalle y elocuencia, lo mismo dijo Manolito Navarro el jefe de prensa de la gobernación y además lo digo yo. Y no sólo me copio de ellos muy respetuosamente, y lo sostengo, sino que también lo reafirmo, este sirve para exaltar la labor de los hombres encargados de hacer saber lo que todo el mundo hace, y reproducir la cultura, la sociedad y el Estado a través de los medios masivos de comunicación. Aunque ustedes no lo crean. El periodista es el encargado de volver visible a toda costa, lo que de pronto está, sin querer o no, en el ostracismo.  Manuel Navarro, el jefe de prensa, para ilustrar este concepto dijo una expresión de su imaginario literario que por su belleza y contenido yo colegí que debía reproducirla. “Para ser un  buen periodista se debe ser buena persona”. Pues claro que el señor Navarro tiene toda la razón porque es que ser buena persona implica ser honesto en lo que dice o escribe y además respetar los derechos y la intimidad de la gente. Pues el periodismo no se inventó para evacuar de su alma rencillas personales. Mucho menos para juzgar a los que uno se arroga el derecho de juzgar. Otra cosa bien diferente es informar. Cuando alguien ha cometido un delito, lo investiga la Fiscalía General de la Nación y lo juzga y lo sentencia, si existe mérito, un juez de la República. Y si es un fiel creyente, se sentirá juzgado por dios.
Este evento cultural, estoy seguro, lleva dentro de sí, de una manera inmanente, la filosofía de hacer que el comunicador se prepare profesional, ética e intelectualmente. De antemano les presento mis excusas por también arrogarme el derecho de decir para qué sirve este evento. Pero es que siento por dentro que al periodista, como a todo profesional, no lo hace “el cartón” y sendas especializaciones rimbombantes, en cambio sí la contundencia, la claridad y la belleza estética con que dice o escribe sus conceptos o explica sus razones.  También tengo que decir que el doctor Richard Aguilar, gobernador, y Plinio Ordoñez, jefe de protocolo de la gobernación, hablaron de los comunicadores conceptos muy bacanos. Pero con mayor razón tengo que felicitar a Manuel Navarro porque su artilugio literario de la liebre y la tortuga, en su discurso como uno de los instaladores del concurso, resultó una fábula mucho más contetiva y hermosa que la del acrisolado escritor que la concibió a la luz de la literatura infantil. En horabuena Manuel. En horabuena respetados colegas y el concurso es para ganar.

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