Por: Luis Eduardo Jaimes Bautista (J.B.)*
La Universidad Industrial de Santander, el primer Centro Educativo
de Formación Profesional en el Oriente Colombiano, el año 2011 ha tenido problemas
graves, situaciones continuas de años anteriores: huelgas, paros y disturbios
al interior del alma mater… los rectores nunca se han salvado de los conflictos
ideológicos. En esta época sigue lo mismo, ¿será que hacer paros y huelgas se
obtienen jugosas ganancias? Si hacemos un recordéis, después de regresar de un descanso
forzado a raíz de los disturbios que se presentaron el 15 de junio y que
obligaron al Gobierno Nacional a disponer de la fuerza pública (la ESMAD) para controlar el
ingreso a la institución, y donde la
UIS tuvo una pérdida por cerca de 3 mil millones de pesos por
los destrozos que causaron los vándalos al interior y que fueron supuestamente
integrantes al margen de la ley “guerrilla” que cobardemente se camuflan entre
los estudiantes ávidos de estudio para trabajar y sacar adelante este país de
su ostracismo y subdesarrollo.
El ciudadano común y corriente
se pregunta, qué es lo que pasa allí en la ciudad universitaria que alberga
cerca de 15 mil estudiantes de todos los estratos socioeconómicos y muchos de
otras regiones del país. El inconformismo siempre estará en quienes no
comparten cambios, ideas, leyes y normas o cuando no exista un debate abierto,
concertado. Para qué sirve tanta prédica sobre derechos humanos si no se
respetan dentro de sus partes; el porqué seguirá, sin aceptar entre las partes
el pro y los contras. Si bien recuerdo,
cuando estuvo el Ingeniero Álvaro Beltrán Pinzón como Rector, también
existieron los problemas: uno de ellos y el más grave el financiero. Se llegó a una solución por su
gestión que con inteligencia y concertación entre las directivas y los
estudiantes la universidad salió adelante, todo porque existió la
gobernabilidad.
Sería
bueno reflexionar sobre el pensamiento de Walter Benjamin, que dice: «La
memoria es un proceso abierto de reinterpretación del pasado que deshace y
rehace sus nudos para que se ensayen de nuevo sucesos y comprensiones. Pero ¿a
qué lengua recurrir para que el reclamo del pasado sea moralmente atendido como
parte de la narrativa social vigente? Si los medios de masas sólo administran
la pobreza y experiencia”. Es como si presentara
el implicar también de una profunda ausencia de futuro. Catalizando la
sensación de «estar de vuelta» de las grandes utopías, los medios se han
constituido en un dispositivo fundamental de instalación en un presente
continuo, en una secuencia de la fabricación de los mismos acontecimientos,
pero a la vez se necesita de la reflexión moderada, sin violencia y con un alto
contenido de sabiduría para sobrepasar los problemas que acarrean la pérdida de
tiempo, dinero y destrucción de la infraestructura del conocimiento.
Los pronunciamientos van y vienen, unos justifican la fuerza pública, otros
la rechazan, pero en el fondo hay que respetar el Estado social de derecho, ¿cuál es el real problema…? Si se sabe, se dice a medias o se tiene muy
reservado, motivo que se da muchas veces para salir a la lucha y el choque, mientras
estudiantes y profesores que asisten a clases, laboratorios y auditorios
expresan su inconformismo con las asambleas estudiantiles (muchos aseguran que
sólo sirven para perder clases), algunos líderes estudiantiles, miembros del
Sindicato de Trabajadores de la
UIS y profesores, aseguran que todo es una cortina de humo
para tapar lo que allí ocurre: abusos de autoridad y la privatización del alma
máter (ley 30). Es una brecha
que se abre para que exista la anarquía.
Seguiré pensando que en la UIS
existe la ausencia de gobernabilidad y concertación. Un horizonte que proyecte la colectividad y a dónde tienen que ir
los proyectos. Porque sin un mínimo horizonte de futuro no hay posibilidad de
pensar en cambios, haciendo entonces que la sociedad patine sobre una percepción
sin salida. Si la desesperanza de nuestra gente joven es tan honda, es porque
en ella se mixturan los fracasos del país por cambiar con esa sensación, más
larga y general, de impotencia que la ausencia de futuro introduce en la
sensibilidad de dejar todo a la deriva sin que el barco naufrague del todo,
pero siempre seguirá sin un rumbo, tambaleante con la tripulación a bordo.
*Escritor y Poeta