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sábado, 19 de marzo de 2011

TRAFUGARIO

--------------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO

EL MALO QUE LLEVAMOS ADENTRO

Hay cosas que se dicen o frases que se expresan en las charlas cotidianas o través de un medio de comunicación, y por la boca de personas de ponderada intelectualidad o de cualquier mortal del común, que son dignas de aparecer en los anales de la filosofía, ya sea por su grandeza o ya sea por su fatuidad. Veamos el video en directo. Una. Es mejor ser rico que pobre (Pambelé). ¿Será? Dos. A nadie le gusta que lo jodan (Pambelé). Aquí la tardanza es sacarle la piedra a San Martín de Porres o a San Ignacio de Loyola. Después le tiran al que sea con lo que tengan en la mano. Tres. Es mejor condenar a un inocente que absolver a un culpable (Coronel Genaro Ñungo; caso Rincón Quiñonez). Sin comentarios. Cuatro. Hay que reducir la corrupción a sus justas proporciones (J. C. Turbay Ayala). Si no fuera así, sencillamente no existirían los países. Cinco. Y la olímpica de más actualidad. El ser humano es corrupto por naturaleza. (Nule; carnaval de contratos en Bogotá). Acá debo aclararles que no tengo ninguna amistad con el señor Nule y que jamás lo he visto aparte de los periódicos y en la televisión. Por lo tanto, lo que aquí digo, lo digo con sincera admiración. Claro porque el ser humano tiene dos pulsiones. La de vida o erótica, y el tánatos o pulsión de muerte. Por ambos orificios de la personalidad, entran todo lo bueno y lo malo que tenga o que pueda hacer el ser humano.

El problema se agrava, o mejor se diversifica, para que se den cuenta de que soy analista y no juez, no tengo por qué serlo, es que allí se confunden la ideología con los intereses personales. Y lo peor de todos es que esos intereses personales no son científicos, ni artísticos, ni deportivos, ni filosóficos, sino “brutalmente” económicos. Alguna vez Freud dijo que lo que el hombre lleva en mente es el sexo. Marx a través de su teoría demuestra que es el capital.

 El que esté leyendo esta columna, piense lo que quiera. Pero lo que sí es cierto es que, aparte de lo bueno, grandes males de las sociedades modernas aparecen precisamente con el capital y la propiedad privada. Las depresiones, las paranoias, y la verraca envidia de los santandereanos, por ejemplo. Es un Perogrullo ponerme a repetirles que, por lo menos en nuestro medio social, el hombre vale por lo que tiene y no por lo que es. Y suena hasta cursi repetir ese tipo de frases, pero así es. En Colombia un intelectual, o un científico, o una persona del común, comete un delito, y por sencillo que sea, tiene que pagar el castigo. En la misma Colombia, un hombre con un millón de dólares en adelante, raras veces paga por sus culpas, y si pasa de 20 millones de dólares, con raras excepciones, cruza por encima del que se le dé la gana. Entonces lo que ocurre es que el señor Nule lo que es, es un hombre sincero que en medio del acoso le cantó la tabla al viento.

Hay otro mundanal de frases célebres, o tristemente célebres, que si las traigo al cuento necesito escribir no una columna sino una biblia o un tratado de paz. Y luego viene la pregunta del millón. ¿Será que lo que dicen esas frases, son mentiras o mamadera de gallo? Puede que sí, puede que no. Eso depende del autor, de su oficio, de su grado de preparación o de su intelectualidad, de su estado económico, de su clase social, de su propia concepción de la ética y de la moral, y cien millones de cosas más, o en el peor de los casos, de su imbecilidad personal. Duele decirlo pero así es. Ahora, preguntémonos qué es ser honrado. ¿Será una virtud? o será miedo a la guandoca o a la extradición. Será que en realidad su honestidad, por lo menos teóricamente, está por encima de esos 3, 5, 10, 30, 50 millones de pesos- ¿O de dólares, que es lo más doloroso?). Piénsenlo bien y nos vemos el martes.

jueves, 23 de julio de 2009

Botero, maloso como siempre

Colombia, miércoles 22 de julio de 2009


HORACIO SERPA
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Por la Revista Semana me enteré que de nuevo “habló Botero”, en esta oportunidad para sugerir que la muerte del doctor Álvaro Gómez Hurtado fue un crimen de Estado, tal vez promovido y ejecutado por orden del alto gobierno en la administración del doctor Samper Pizano. Actitud muy en el estilo del personaje, dedicado a buscar la manera de comprometer al ex presidente y a mí en hechos delictuosos que nos coloquen a su altura de avezado malhechor.

La última vez que “habló”, renuncié a la prescripción de la acción penal en el informativo que se adelantó por la financiación de la campaña presidencial de 1994, lo mismo que renuncié a la preclusión que en mi favor dictó la Fiscalía General de la Nación, para que de nuevo se me investigara con la mayor exigencia y rigurosidad. La Fiscalía opinó que no era necesario, ni procedente.

En esta ocasión, de una vez me pongo a disposición de las Autoridades para lo que a bien consideren. No tengo rabo de paja, ni nada que ocultar, desde mi nacimiento hasta hoy. Que me investiguen, que me esculquen, sirve para que se ratifique hasta la saciedad mi comportamiento, que en materia de legalidad y de ética, ha sido ejemplar, sin ninguna excepción. Lo digo con énfasis, con arrogancia si se quiere, en una invitación general a que se demuestre lo contrario.

He sido y soy pulcro por formación familiar y personal, por actitud intelectual, por responsabilidad social, por compromiso político. Tengo 100 puntos de 100 en el escalafón de la transparencia.

Lo de ahora tampoco tiene ni pies, ni cabeza. Es una afirmación temeraria, que como lo afirma la misma Revista de la publicación, carece de asidero y credibilidad. Es la infamia hecha declaración, sustentada en la mentira de un supuesto comentario según el cual yo le dije al embustero que el doctor Álvaro Gómez era un peligro para el gobierno. Ni lo era, ni lo dije. Ni tenía por qué decirlo, y mucho menos a un preso al que visitaba en acto de solidaridad que nunca mereció.

Botero nada afirma, nada asegura, en nada compromete a nadie directamente. Ni señala, ni sindica. Nada sabe. Ni siquiera su propia hipótesis sobre el crimen coincide con la perversidad que pretende construir: Gómez era un peligro, Serpa lo dijo, ergo “algo debe haber en el canto de la cabuya”. Mefistófeles en su máxima expresión.

El doctor Gómez Hurtado era un importante personaje de la política nacional, que gozaba del respeto de amplios sectores nacionales, entre ellos, el del gobierno de la época. Su asesinato no debe quedar impune. Sus autores intelectuales y materiales deben ser descubiertos, porque fue un crimen imperdonable y bochornoso.

Que se investiguen, claro, las “pistas” de Botero, malintencionado y maloso como siempre. Como antes, rumiando odios y buscando víctimas que opaquen la magnitud de sus desafueros. No será a mis costillas. Volver a Inicio >

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