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jueves, 23 de julio de 2009

Botero, maloso como siempre

Colombia, miércoles 22 de julio de 2009


HORACIO SERPA
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Por la Revista Semana me enteré que de nuevo “habló Botero”, en esta oportunidad para sugerir que la muerte del doctor Álvaro Gómez Hurtado fue un crimen de Estado, tal vez promovido y ejecutado por orden del alto gobierno en la administración del doctor Samper Pizano. Actitud muy en el estilo del personaje, dedicado a buscar la manera de comprometer al ex presidente y a mí en hechos delictuosos que nos coloquen a su altura de avezado malhechor.

La última vez que “habló”, renuncié a la prescripción de la acción penal en el informativo que se adelantó por la financiación de la campaña presidencial de 1994, lo mismo que renuncié a la preclusión que en mi favor dictó la Fiscalía General de la Nación, para que de nuevo se me investigara con la mayor exigencia y rigurosidad. La Fiscalía opinó que no era necesario, ni procedente.

En esta ocasión, de una vez me pongo a disposición de las Autoridades para lo que a bien consideren. No tengo rabo de paja, ni nada que ocultar, desde mi nacimiento hasta hoy. Que me investiguen, que me esculquen, sirve para que se ratifique hasta la saciedad mi comportamiento, que en materia de legalidad y de ética, ha sido ejemplar, sin ninguna excepción. Lo digo con énfasis, con arrogancia si se quiere, en una invitación general a que se demuestre lo contrario.

He sido y soy pulcro por formación familiar y personal, por actitud intelectual, por responsabilidad social, por compromiso político. Tengo 100 puntos de 100 en el escalafón de la transparencia.

Lo de ahora tampoco tiene ni pies, ni cabeza. Es una afirmación temeraria, que como lo afirma la misma Revista de la publicación, carece de asidero y credibilidad. Es la infamia hecha declaración, sustentada en la mentira de un supuesto comentario según el cual yo le dije al embustero que el doctor Álvaro Gómez era un peligro para el gobierno. Ni lo era, ni lo dije. Ni tenía por qué decirlo, y mucho menos a un preso al que visitaba en acto de solidaridad que nunca mereció.

Botero nada afirma, nada asegura, en nada compromete a nadie directamente. Ni señala, ni sindica. Nada sabe. Ni siquiera su propia hipótesis sobre el crimen coincide con la perversidad que pretende construir: Gómez era un peligro, Serpa lo dijo, ergo “algo debe haber en el canto de la cabuya”. Mefistófeles en su máxima expresión.

El doctor Gómez Hurtado era un importante personaje de la política nacional, que gozaba del respeto de amplios sectores nacionales, entre ellos, el del gobierno de la época. Su asesinato no debe quedar impune. Sus autores intelectuales y materiales deben ser descubiertos, porque fue un crimen imperdonable y bochornoso.

Que se investiguen, claro, las “pistas” de Botero, malintencionado y maloso como siempre. Como antes, rumiando odios y buscando víctimas que opaquen la magnitud de sus desafueros. No será a mis costillas. Volver a Inicio >

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