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martes, 18 de mayo de 2010

Carta desde Estocolmo al candidasto Antanas Mockus

Del Maestro y poeta colombiano, Carlos Vidales
"LOS DISCURSOS EN EL CONGRESO,
SE VUELVEN MUERTOS EN LAS VEREDAS"

Estimado Antanas Mockus:

El 10 de mayo de 2010 dijo usted en Manizales que no hará alianzas con el Polo Democrático Alternativo “porque hay fuerzas en ese movimiento que todavía no han roto lazos con la subversión”. Tres días más tarde cayó asesinado en Barranquilla el ciudadano Iván de la Rosa, militante del Polo Democrático Alternativo. Una víctima más en la larga lista de asesinatos políticos que se cometen en Colombia, con plena impunidad. ¿Existe alguna relación directa entre sus palabras, estimado Antanas Mockus, y este asesinato u otros que puedan cometerse en los días que vienen, contra militantes del Polo? Por supuesto que sí.

Hace ya más de sesenta años, el entonces presidente Alberto Lleras pedía ponderación y mesura a los líderes políticos del país, y advertía que “los discursos en el Congreso se vuelven muertos en las veredas”. Usted no había nacido todavía, pero yo sí. Recuerdo eso perfectamente y por eso se lo cuento ahora. Mi infancia y adolescencia están marcadas por la ferocidad de La Violencia, cuyos horrores indescriptibles solamente pueden compararse al infierno de las masacres, mutilaciones, despojos y desplazamientos cometidos por los paramilitares, agentes armados de la nueva clase que desde hace dos décadas se ha empeñado en controlar el monopolio del poder, a sangre y fuego, en nuestra martirizada Colombia.

En la década de 1940, los discursos en el congreso se convertían en muertos en las veredas. Hoy, las declaraciones electorales sufren la misma metamorfosis. Y es por esta sencilla razón que quiero sugerirle, estimado Antanas, que haga buen uso de la mesura y la ponderación en sus declaraciones. Lo sugiero y no lo pido, porque en una buena democracia los ciudadanos no le piden nada a los candidatos y, en cambio, los candidatos oyen y respetan los buenos consejos de los ciudadanos. Son los candidatos los que tienen obligaciones y deberes. Y su primer deber consiste en no hacer ni decir nada que pueda poner en peligro la vida de los ciudadanos.

He visto que otras personas ya han comentado extensamente sus declaraciones y sus explicaciones posteriores. Parecería que cualquier cosa que yo dijera no agregaría nada nuevo al asunto. Sin embargo tengo algo que decir, algo que no he visto expresado por otros compatriotas. Me explico. Usted usa una formulación muy desafortunada: “fuerzas –dice­– que todavía no han roto lazos con la subversión”. Si yo dijera, aquí en Europa (hasta aquí me han traído mis exilios sucesivos, que ya suman casi sesenta años) que un filósofo colombiano es el autor de esa frase, nadie me lo creería. Porque, como usted sabe muy bien, en los diccionarios de la filosofía y la cultura la palabra “subversión” tiene otro contenido diferente del que consta en los diccionarios policiales. Todos los grandes filósofos han sido subversivos, porque subvirtieron viejas y anquilosadas formas del pensar y establecieron nuevos caminos en la búsqueda del saber. Los grandes profetas fueron todos subversivos. Jesús subvirtió un viejo orden religioso, de un pueblo, y fundó una iglesia universal, para toda la humanidad. Sócrates fue subversivo, como lo fueron Heráclito y Pitágoras, Copérnico y Galileo, Freud y Darwin, Einstein y Niels Bohr, Sartre y Russell. Subversivos fueron los grandes literatos y poetas, subversivos fueron los hombres y mujeres que lucharon por convertir nuestra patria, que era una colonia, en una república independiente, subversivos fueron sus antepasados y parientes, estimado Antanas, que se opusieron a la ocupación de su patria por parte de una gran potencia y trabajaron por su independencia nacional. Y subversivos son, a veces, también, quienes se atreven a desafiar al entorno agresivo e intolerante, se bajan los pantalones y muestran el trasero. Pero esto no consta en los diccionarios policiales. En ellos consta que “subversivo” es criminal, terrorista, bandido, secuestrador y asesino. Usted tiene todo el derecho de emplear el diccionario que mejor le parezca, ni más faltaba. Pero tenga en cuenta que nadie puede simplemente usar un lenguaje policial y al mismo tiempo decir que es filósofo. Platón sostenía que la república perfecta era la que estaba gobernada por sabios y filósofos. Yo sospecho que Platón no tuvo en cuenta los procesos de metamorfosis: el mejor filósofo se transforma en otra cosa cuando a sus narices llega el irresistible perfume del poder.

Le digo todo esto, estimado Antanas, porque sus palabras son síntoma de profundos procesos sicológicos que solamente usted puede analizar y reconocer. Usted ha dicho que apoya la presencia de tropas extranjeras en territorio colombiano, usted, que conoce mejor que nadie lo que sufrieron los pueblos del Báltico, el pueblo de sus padres, bajo la bota militar extranjera en su territorio. Esa es la razón fundamental que hace imposible que yo apoye su candidatura a la presidencia de mi patria. Y si le escribo esta carta, amistosa pero franca, es solamente para decirle que yo lamentaría muchísimo que usted, que puede prestarle enormes servicios a Colombia en los campos de la educación, la investigación y la filosofía, sufriera ahora la terrible metamorfosis del candidato y se convirtiera, simplemente, en un animal político, en el mal sentido de la palabra.

Reciba usted mi saludo cordial.

Carlos Vidales
Estocolmo, 2010-05-15

miércoles, 21 de abril de 2010

REQUIEM POR EL GENERAL JOYA.

Muchos no lo saben, pero el General FERNANDO JOYA DUARTE hizo gran parte de su carrera militar en Bucaramanga.

Oriundo de estas tierras, Socorrrano, era un hombre de temple, muy legalista, tuve la fortuna de ser su asesor como oficial de la reserva; comandante del Batallòn de servicios nùmero 5 "Mercedes Abrego" en al año 2000 cuando era comandante de la Brigada el inolvidable General Martin Orlando carreño.
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Recuerdo del Teniente Coronel Joya, en esa epoca recien ascendido, del arma de artilleria que era estricto pero muy humano e inteligente a pesar de su corta edad, como quiera que solo tenia 48 años y ya era General de la Republica.

Acusioso de que sus actuaciones fueran legales, siempre tenia un abogado asesor, en ocasiones me llamaba en horas de la madrugada por situaciones que requerian un abogado ò en investigaciones en las cuales estaban involucrados miembros de la Fuerza Publica, recuerdo su extraordinaria voz de mando que retumbaba en el ultimo rincon de la sede de la brigada en el barrio Los pinos.
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Luego fue trasladado al Socorro donde fue comandante del batallon "Galan", militar integro, muy capaz al cual el Presidente le habia encomendado la tarea de capturar a Fidel Cano.
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Los clasicos grecoromanos manifestaban que los grandes hombres y los grandes guerreros se consagran al morir en el campo de batalla, al igual que el General Carreño, el General Joya murio como los grandes en cumplimiento de su deber.
Paz en su tumba.
Sergio Eduardo Toledo

miércoles, 20 de enero de 2010

Haiti: La isla del dolor


Colombia, miércoles 20 de enero de 2010


----------------------------------HORACIO SERPA
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La naturaleza se ha ensañado con el país más pobre de América. Haití fue sacudida por un terremoto que dejo más de cien mil muertos, tres millones de damnificados, el país destruido y más empobrecido. Arruinado. Sin futuro. El país quedó en manos de la solidaridad internacional y de su propia capacidad de convocar ayuda y reinventarse en medio del desastre.

Haití es sinónimo de miseria. Es un pueblo afrocaribeño, francoparlante, históricamente ligado a las dictaduras, la expoliación de su riqueza, la pobreza, el vudú. La inviabilidad como Estado. Y sin embargo, es un país que convoca las miradas del mundo por su atrayente cultura y su historia de héroes en la época de la independencia: el segundo país en alcanzar la independencia, el primero en ser gobernado por ex esclavos.

Ese pequeño país es hoy el infierno. Las imágenes de su destrucción sacuden hasta al más indolente. Miles de cadáveres apilados unos sobre otros, tirados en la calle en descomposición, fosas comunes en donde han enterrado a miles de personas. Hordas de hombres armados que luchan por un pedazo de pan, un poco de agua, pero también por saquear lo poco de valor que haya quedado entre las ruinas, incluso una bolsa de patatas, café, azúcar. Algo que llevar a la boca.

El terremoto de Haití ha convocado la solidaridad internacional, pero el mundo sabe que esa nación necesita mucho más que ayuda de emergencia y socorristas. Haití necesita ser refundada. Aprovechar el desastre de la naturaleza como una oportunidad divina para reinventarse. Para comenzar de nuevo y emerger de entre las ruinas como una nación viable, democrática, soberana, que atraiga el turismo, la inversión extranjera, las agencias de cooperación.

El Presidente Obama, el primer mandatario afroamericano en la historia de Estados Unidos, ha expresado su compromiso con la reconstrucción de Haití. Ha enviado soldados, portaviones, para garantizar el restablecimiento del orden. Pero se necesita mucho más. Se requiere el liderazgo de Naciones Unidas, un Fondo para la reconstrucción, fortalecer la débil democracia, y miles de millones de dólares para sembrar futuro.

El dolor de los haitianos es la vergüenza de América. Del mundo. Pero ese dolor hay que convertirlo en voluntad política para transformar lo que la naturaleza ha enterrado. Un fondo mundial para la reconstrucción no se puede quedar en simples promesas. Hay que dejar el armamentismo y la carrera veloz por la conquista militar del planeta, para conquistar la solidaridad, la justicia social, la equidad, la democracia en Haití.

Haití merece otra oportunidad. Obama puede pasar a la historia como el líder al que le importó más la seguridad humana en su patio trasero, que ganar las guerras pérdidas de Irak y Afganistán, en donde Estados Unidos ha invertido tanto presupuesto que podría haber construido una nación de rascacielos y no un infierno en el desierto. Ahora pude inventarse una nación afroantillana, de esclavos de la pobreza que se redime después de la catástrofe.

Bucaramanga, 20 de Enero, 2010
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