HORACIO SERPA
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Más de 13 millones de personas ejercieron de manera democrática su derecho al voto y decidieron la recomposición del Congreso de la República y el nombre del candidato a la Presidencia del Partido Verde, mientras el del Partido Conservador sigue sin saberse. Fue una fiesta cívica empañada únicamente por el lento y dramático conteo de votos en cabeza de la Registraduría Nacional.
Es mucho lo que hay que decir sobre los resultados. La verdad es que resultó muy grato para el país que no se hubieran dado casos de alteración del orden público y que los grupos violentos hubieran respetado la democracia. Tienen razón las autoridades electorales cuando dicen que son los comicios más tranquilos en los últimos 30 años. Un triunfo, sin duda, de las autoridades y de la fuerza pública.
Ello, sin embargo, no quiere decir que los ilegales no hayan participado en las elecciones a través de la intimidación, la compra de votos y la financiación de candidatos. Al respecto resulta legítima la preocupación de las organizaciones internacionales y nacionales que ejercieron veeduría sobre el proceso, por los resultados electorales que favorecieron a amigos, familiares y testaferros de quienes han sido condenados o acusados por parapolítica.
El mapa electoral colombiano ha cambiado y el Congreso se ha renovado en un buen porcentaje. Los resultados muestran al país que ha surgido después de ocho años del mandato de la seguridad democrática. Un país que tiene nuevas fuerzas políticas como el Partido Verde y el PIN, que compartirán escenarios y el rumbo de la nación con el Partido de la U, el Partido Conservador, el Partido Liberal, el Polo Democrático y Cambio Radical.
Todos los elegidos ganaron un espacio político, pero el gran ganador es el país, que ha consolidado su sistema democrático y le han enviado un fuerte mensaje de estabilidad institucional al mundo. En Colombia las elecciones son la columna vertebral de la democracia y se cumple el calendario electoral con la masiva participación del pueblo y garantías para todos. Por supuesto, queda mucho por hacer para derrotar la abstención, como mayor pedagogía electoral y un sistema que impida tantos votos nulos, pero el solo hecho de que la democracia reverdezca cada cuatro años es un buen síntoma en un continente de populismos y aventuras constitucionales.
Conocido el resultado del Congreso arranca en forma la campaña a la Presidencia, que es un proceso diferente con pocos protagonistas. La atención del mundo se centra en saber quiénes llegarán a la segunda vuelta presidencial, dado que se da por descontado que ningún candidato está en capacidad de ganar en una sola ronda.
Cuando ello ocurra, surgirá el tema de las alianzas, que permitirán gobernar el país del posuribismo. Los colombianos tenemos que actuar con responsabilidad, serenidad y coraje para exigirle a los candidatos propuestas serias y factibles que vayan más allá de los guiños. Lo que está en juego es la paz, la integración latinoamericana, la dignidad y la prosperidad con equidad.